Mundo multipolar
MUNDO OBREROEl acuerdo alcanzado trasciende las fronteras de Portugal y enciende todas las luces rojas a los muñidores de las grandes coaliciones derecha/socialdemocracia-grandes multinacionales-gran banca-grandes fortunas-establishment.
El Partido Comunista Portugués y el Bloco de Esquerda consiguieron en las pasadas elecciones generales del 4 de octubre, condicionar con sus resultados el futuro del próximo gobierno luso.
Con un 10% y 8%, 19 y 17 escaños para el Bloco y el PCP respectivamente, y la pérdida de la mayoría absoluta de la coalición de centro-derecha del PSD-CDS que apoyaba al primer ministro Pedro Passos Coelho, se daban las condiciones para obligar al Partido Socialista Portugués a optar por la continuidad en las políticas antisociales impuestas por la Troika o impedir un gobierno en minoría de la derecha pasando página a uno de los periodos más agresivo de la historia de Portugal contra los y las trabajadoras.
Es conocido que la socialdemocracia europea en su gran mayoría, incluida la portuguesa, es corresponsable del diseño neoliberal de los Tratados Europeos que permiten dejar fuera de juego a las Constituciones Nacionales y saquear las rentas del trabajo para conseguir una inmensa acumulación de capital.
No es de extrañar en ese sentido el titular que el periódico "El País" dedicaba al día siguiente de las elecciones: "Portugal avala en las urnas las políticas de austeridad del Gobierno".
Ese titular daba por seguro que el Partido Socialista Portugués, en su conocida trayectoria de apoyo sistemático a la agenda neoliberal, permitiría la continuidad en minoría de Passos Coelho.
Pero lo que esos analistas pasaban por alto es la fuerza de la indignación acumulada de la gente que quiebra las inercias de la colaboración histórica entre la derecha y la socialdemocracia. Dicho de otro modo, el PS portugués cobró conciencia de que dejar gobernar a la derecha en minoría le supondría iniciar su camino a la desaparición.
Y de otra parte, el comportamiento ejemplar del PCP y del BE, rehuyendo de posiciones maximalistas, concentraron sus ofertas al Partido Socialista de Costa en "pasar página a la austeridad" mediante un acuerdo tripartito programático que recoge las reivindicaciones más importantes de las movilizaciones populares contra la asfixia de la austeridad.
El secretario general del PCP, Jerónimo de Sousa, declaró que no renunciaban a una política que responda a los derechos de los trabajadores y del pueblo, a una "alternativa patriótica" desde el mejor resultado obtenido por la coalición comunista, CDU, desde 1999.
Y el acuerdo fue posible.
El Partido Socialista, el Bloque y el Partido Comunista se pusieron de acuerdo en un programa de mínimos y garantizar un gobierno con una mayoría parlamentaria estable.
La subida del salario mínimo a 600 euros en 2016, legislar contra la precariedad laboral, recuperar los derechos laborales (especialmente la negociación colectiva), una política fiscal justa, contrataciones de personal sanitario y educativo, reversión de servicios públicos privatizados, reducción del IVA, revalorización de las pensiones, son sólo algunos de los acuerdos más significativos alcanzados que pretenden "pasar página a la austeridad".
El acuerdo de mínimos, un hecho inédito en Portugal desde hace 40 años, permitió a Jerónimo de Sousa, secretario general del PCP, indicar al Presidente de la República, Anival Cavaco Silva en su entrevista institucional que "designar a Passos Coelho para formar gobierno será una pérdida de tiempo".
A pesar de esa advertencia, el Presidente Cavaco, conocido por su anticomunismo, mandató a Passos Coelho la formación de un gobierno a sabiendas que no prosperará.
El acuerdo alcanzado trasciende las fronteras de Portugal y enciende todas las luces rojas a los muñidores de las grandes coaliciones derecha/socialdemocracia-grandes multinacionales-gran banca-grandes fortunas-establishment, especialmente aquí en España, a pocos meses de las elecciones generales.
El Presidente Rajoy, en el Congreso del Partido Popular Europeo celebrado en Madrid, alertaba, delante de los líderes de la derecha europea, del posible contagio del acuerdo portugués y sus efectos en España para impedir, al igual que en Portugal, que gobierne la lista más votada.
Sin lugar a dudas, el acuerdo tripartito no es una buena noticia para los amigos de la concertación neoliberal, los Felipe González, García Margallo, Casa Real, Ibex35, las empresas de comunicación, las grandes fortunas, pero es una magnífica noticia para las y los trabajadores portugueses y un buen anticipo del posible y deseable escenario tras las elecciones del 20 de diciembre en España.
En otro orden de cosas, la predisposición del PCP y del Bloco a alcanzar un acuerdo de mínimos, es toda una lección del empleo de la táctica, de la política, tan denostada y criticada por las izquierdas más sectarias empeñadas en la teoría del "todo o nada", que conduce siempre, inexorablemente, a la melancolía y a la derrota.
El acuerdo portugués pone en evidencia que para alcanzar los objetivos a los que queremos llegar los y las comunistas, es necesario una "larga marcha" "una guerra de asedio", la utilización de la táctica y la política para acumular fuerza popular en la disputa de la hegemonía.
O povo é quem mais ordena.
NOTA:
El artículo fue redactado con anterioridad a la moción de censura que el día 10 de noviembre derribó al gobierno conservador formado por la coalición PSD/CDS
Con un 10% y 8%, 19 y 17 escaños para el Bloco y el PCP respectivamente, y la pérdida de la mayoría absoluta de la coalición de centro-derecha del PSD-CDS que apoyaba al primer ministro Pedro Passos Coelho, se daban las condiciones para obligar al Partido Socialista Portugués a optar por la continuidad en las políticas antisociales impuestas por la Troika o impedir un gobierno en minoría de la derecha pasando página a uno de los periodos más agresivo de la historia de Portugal contra los y las trabajadoras.
Es conocido que la socialdemocracia europea en su gran mayoría, incluida la portuguesa, es corresponsable del diseño neoliberal de los Tratados Europeos que permiten dejar fuera de juego a las Constituciones Nacionales y saquear las rentas del trabajo para conseguir una inmensa acumulación de capital.
No es de extrañar en ese sentido el titular que el periódico "El País" dedicaba al día siguiente de las elecciones: "Portugal avala en las urnas las políticas de austeridad del Gobierno".
Ese titular daba por seguro que el Partido Socialista Portugués, en su conocida trayectoria de apoyo sistemático a la agenda neoliberal, permitiría la continuidad en minoría de Passos Coelho.
Pero lo que esos analistas pasaban por alto es la fuerza de la indignación acumulada de la gente que quiebra las inercias de la colaboración histórica entre la derecha y la socialdemocracia. Dicho de otro modo, el PS portugués cobró conciencia de que dejar gobernar a la derecha en minoría le supondría iniciar su camino a la desaparición.
Y de otra parte, el comportamiento ejemplar del PCP y del BE, rehuyendo de posiciones maximalistas, concentraron sus ofertas al Partido Socialista de Costa en "pasar página a la austeridad" mediante un acuerdo tripartito programático que recoge las reivindicaciones más importantes de las movilizaciones populares contra la asfixia de la austeridad.
El secretario general del PCP, Jerónimo de Sousa, declaró que no renunciaban a una política que responda a los derechos de los trabajadores y del pueblo, a una "alternativa patriótica" desde el mejor resultado obtenido por la coalición comunista, CDU, desde 1999.
Y el acuerdo fue posible.
El Partido Socialista, el Bloque y el Partido Comunista se pusieron de acuerdo en un programa de mínimos y garantizar un gobierno con una mayoría parlamentaria estable.
La subida del salario mínimo a 600 euros en 2016, legislar contra la precariedad laboral, recuperar los derechos laborales (especialmente la negociación colectiva), una política fiscal justa, contrataciones de personal sanitario y educativo, reversión de servicios públicos privatizados, reducción del IVA, revalorización de las pensiones, son sólo algunos de los acuerdos más significativos alcanzados que pretenden "pasar página a la austeridad".
El acuerdo de mínimos, un hecho inédito en Portugal desde hace 40 años, permitió a Jerónimo de Sousa, secretario general del PCP, indicar al Presidente de la República, Anival Cavaco Silva en su entrevista institucional que "designar a Passos Coelho para formar gobierno será una pérdida de tiempo".
A pesar de esa advertencia, el Presidente Cavaco, conocido por su anticomunismo, mandató a Passos Coelho la formación de un gobierno a sabiendas que no prosperará.
El acuerdo alcanzado trasciende las fronteras de Portugal y enciende todas las luces rojas a los muñidores de las grandes coaliciones derecha/socialdemocracia-grandes multinacionales-gran banca-grandes fortunas-establishment, especialmente aquí en España, a pocos meses de las elecciones generales.
El Presidente Rajoy, en el Congreso del Partido Popular Europeo celebrado en Madrid, alertaba, delante de los líderes de la derecha europea, del posible contagio del acuerdo portugués y sus efectos en España para impedir, al igual que en Portugal, que gobierne la lista más votada.
Sin lugar a dudas, el acuerdo tripartito no es una buena noticia para los amigos de la concertación neoliberal, los Felipe González, García Margallo, Casa Real, Ibex35, las empresas de comunicación, las grandes fortunas, pero es una magnífica noticia para las y los trabajadores portugueses y un buen anticipo del posible y deseable escenario tras las elecciones del 20 de diciembre en España.
En otro orden de cosas, la predisposición del PCP y del Bloco a alcanzar un acuerdo de mínimos, es toda una lección del empleo de la táctica, de la política, tan denostada y criticada por las izquierdas más sectarias empeñadas en la teoría del "todo o nada", que conduce siempre, inexorablemente, a la melancolía y a la derrota.
El acuerdo portugués pone en evidencia que para alcanzar los objetivos a los que queremos llegar los y las comunistas, es necesario una "larga marcha" "una guerra de asedio", la utilización de la táctica y la política para acumular fuerza popular en la disputa de la hegemonía.
O povo é quem mais ordena.
NOTA:
El artículo fue redactado con anterioridad a la moción de censura que el día 10 de noviembre derribó al gobierno conservador formado por la coalición PSD/CDS
Publicado en el Nº 290 de la edición impresa de Mundo Obrero noviembre 2015
Comentarios
Publicar un comentario