Contra el talón de hierro
mundo obreroFormato del discurso intelectual y político dominante: contarnos cosas sin intentar buscar las razones o los orígenes.
A mucha gente se le escapa que el mecanismo principal de desinformación de nuestros medios se fundamenta en obviar el contexto adecuado para comprender una noticia. Recurrir a un dato u otro, un hecho u otro, para acompañar una noticia permite conseguir que el lector saque una conclusión u otra totalmente opuesta.
Dos ejemplos de las últimas semanas nos ayudan a comprenderlo. El País difundía el 23 de octubre un tuit de su hemeroteca con el contenido “Amancio Ortega almuerza en el comedor de empleados. Así es el hombre más rico del mundo”. De allí nos llevaban a un panegírico del dueño de Zara, publicado en agosto de 2012, donde se ensalzaba la trayectoria de su empresa y su labor social. Pues bien, un ejemplo de contexto hubiera sido contarnos que, unos meses después, en Bangladesh, una empresa textil de las que suministraba a Zara se incendiaba con el saldo de varios empleados muertos que trabajaban en condiciones de miseria, algunos de ellos menores de edad (El Mundo, 25-4-2013), pero entonces Zara apenas era citada. Igualmente El País, en una muestra de sensibilidad social, publica el pasado 2 de septiembre una fotonoticia bajo el título “El rostro de la injusticia”, dedicado a un niño de 13 años que trabaja en condiciones de explotación en Bangladesh. Por supuesto, ni Zara ni Inditex ni Amacio Ortega aparecen, a pesar de que bien podía ser un niño de los que trabajan en sus fábricas.
Algo similar sucede con unas recientes noticias sobre las eléctricas. El 23 de noviembre en un aparente publirreportaje que probablemente iba destinado a que la gente comprara acciones de la empresa, Público difunde la noticia “Endesa eleva su previsión de beneficios para 2015 y 2016”, destacando que repartirá beneficios entre los accionistas. Sin embargo, no se les ocurre relacionarlo, a modo de contexto para comprender esos beneficios, con un dato de un mes antes en el mismo periódico: que “el recibo de la luz se ha triplicado en los últimos treinta años” (Público, 22-10-2015). Es evidente que presentar unidas las dos informaciones hubiera servido para que los lectores comprendieron a qué se deben esos beneficios, de dónde los han sacado y qué bolsillos los han pagado.
En realidad es el mismo formato del discurso intelectual y político dominante: contarnos cosas sin intentar buscar las razones o los orígenes. En el programa de televisión Salvados del 15 de noviembre, el periodista Jordi Évole está entrevistando a un sirio que le cuenta que cayó un misil en su casa y mató a los niños. El periodista español pone cara de consternado y calla, pero ni le pregunta quién disparó el misil. Así nunca entenderemos nada. Eso sucede porque el objetivo del programa es ver el drama y la desesperación de ese pobre hombre, no indagar en las razones ni responsabilidades del conflicto. Basta con ver a un hombre desgarrado por la muerte de sus hijos, no nos interesa quién los mató ni por qué. De ese modo se llega a una sociedad en la que un presidente del gobierno quizás logre cosechar más votos yendo a comentar un partido de fútbol a la radio que a un debate político a explicar su programa.
Dos ejemplos de las últimas semanas nos ayudan a comprenderlo. El País difundía el 23 de octubre un tuit de su hemeroteca con el contenido “Amancio Ortega almuerza en el comedor de empleados. Así es el hombre más rico del mundo”. De allí nos llevaban a un panegírico del dueño de Zara, publicado en agosto de 2012, donde se ensalzaba la trayectoria de su empresa y su labor social. Pues bien, un ejemplo de contexto hubiera sido contarnos que, unos meses después, en Bangladesh, una empresa textil de las que suministraba a Zara se incendiaba con el saldo de varios empleados muertos que trabajaban en condiciones de miseria, algunos de ellos menores de edad (El Mundo, 25-4-2013), pero entonces Zara apenas era citada. Igualmente El País, en una muestra de sensibilidad social, publica el pasado 2 de septiembre una fotonoticia bajo el título “El rostro de la injusticia”, dedicado a un niño de 13 años que trabaja en condiciones de explotación en Bangladesh. Por supuesto, ni Zara ni Inditex ni Amacio Ortega aparecen, a pesar de que bien podía ser un niño de los que trabajan en sus fábricas.
Algo similar sucede con unas recientes noticias sobre las eléctricas. El 23 de noviembre en un aparente publirreportaje que probablemente iba destinado a que la gente comprara acciones de la empresa, Público difunde la noticia “Endesa eleva su previsión de beneficios para 2015 y 2016”, destacando que repartirá beneficios entre los accionistas. Sin embargo, no se les ocurre relacionarlo, a modo de contexto para comprender esos beneficios, con un dato de un mes antes en el mismo periódico: que “el recibo de la luz se ha triplicado en los últimos treinta años” (Público, 22-10-2015). Es evidente que presentar unidas las dos informaciones hubiera servido para que los lectores comprendieron a qué se deben esos beneficios, de dónde los han sacado y qué bolsillos los han pagado.
En realidad es el mismo formato del discurso intelectual y político dominante: contarnos cosas sin intentar buscar las razones o los orígenes. En el programa de televisión Salvados del 15 de noviembre, el periodista Jordi Évole está entrevistando a un sirio que le cuenta que cayó un misil en su casa y mató a los niños. El periodista español pone cara de consternado y calla, pero ni le pregunta quién disparó el misil. Así nunca entenderemos nada. Eso sucede porque el objetivo del programa es ver el drama y la desesperación de ese pobre hombre, no indagar en las razones ni responsabilidades del conflicto. Basta con ver a un hombre desgarrado por la muerte de sus hijos, no nos interesa quién los mató ni por qué. De ese modo se llega a una sociedad en la que un presidente del gobierno quizás logre cosechar más votos yendo a comentar un partido de fútbol a la radio que a un debate político a explicar su programa.
Publicado en el Nº 291 de la edición impresa de Mundo Obrero diciembre 2015
Comentarios
Publicar un comentario