Por Santiago Pérez.-
Licenciado en Relaciones Internacionales
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Desde las heladas aguas del canal de Beagle al cálido mar Caribe. De Ushuaia al Cabo San Román, pasando por Buenos Aires, Brasilia y Caracas. Más de 7000 kilómetros a vuelo de pájaro que se sacuden por una fuerza profunda que marca el fin de un ciclo. El péndulo político se desplaza de izquierda a derecha y en efecto dominó se suceden una serie de hechos que dan sustento empírico a esta reflexión. Mauricio Macri, Impeachment, Juicio Político, Mesa de Unidad Democrática, MUD. Nombres, títulos y definiciones que inundan los medios de comunicación del mundo de habla hispana y que configuran el tímido nacimiento de un nuevo orden regional.
El Kirchnerismo y el Chavismo, dos de las fuerzas políticas más potentes de Sudamérica, fueron derrotadas. No por el capital internacional, la CIA o algún otro poder oscuro del imperio como desde hace años sus líderes denuncian. Nada de eso. Fueron derrotados en la urnas. El voto, sin dudas la más sublime e incuestionable expresión de la voluntad popular, les dio la espalda.
La nueva y opositora Asamblea Nacional de Venezuela utilizará sus amplias mayorías para cerrar el grifo de petróleo subsidiado a aliados bolivarianos. El Caribe se prepara para recibir el impacto del final de Petrocaribe y la región observa atentamente como la capacidad venezolana de exportar "Revolución" se desintegra.
El cambio de gobierno en la Argentina pinta una importante porción del mapa sudamericano de un nuevo color político. Por lo visto durante su ceremonia de asunción, Mauricio Macri comienza a acercar posiciones con los presidentes de la región. La totalidad de los líderes sudamericanos, menos el Presidente Maduro y la saliente Presidente Cristina Kirchner, felicitaron al flamante mandatario argentino. Michelle Bachelet, Juan Manuel Santos, Rafael Correa, Evo Morales, Horacio Cartes, Tabaré Vázquez y Dilma Rousseff viajaron a Buenos Aires y se mostraron interesados en comenzar a trabajar de inmediato con el nuevo inquilino de la Casa Rosada.
En Brasil la situación es por el momento algo diferente. Rousseff mantiene su legitimidad de origen pero la hiper recesión económica y la fractura de la coalición de partidos que la llevó al poder la colocan al borde del Juicio Político. Los gigantescos sistemas de corrupción que alcanzan a sus más cercanos colaboradores son la última pieza que transforma en casi irresoluble el rompecabezas. La popularidad de Dilma se encuentra por el suelo en las encuestas pero las urnas aun no le han aplicado ningún revés. El cronograma electoral por el momento juega a su favor. El curso que siga el pedido de Impeachment será definitorio para el futuro político del país.
Mientras tanto en Cuba, histórica última línea de resistencia anti imperialista, pareciera que miran con mayor interés a Washington que a América Latina. ¿El mundo se ha dado vuelta?. La Habana trabaja a contrarreloj para destrabar uno a uno el infinito listado de conflictos pendientes con su antiguo archienemigo. Un cuarto de siglo después de la disolución de la Unión Soviética las cosas cambian en la isla y la cooperación con Estados Unidos supera récords inimaginables.
En definitiva. La historia es una película y no una foto. Los ciclos políticos son justamente eso, ciclos. Y uno de ellos está terminando.
Por Santiago Pérez.-
Licenciado en Relaciones Internacionales
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