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La revancha del Capital:40 años de la RDA, 15 años después

Vladimiro Giacché (1)
Publicado en Sinistra in rete
Traduce konkreto para la asamblea local del Frente Cívico “Somos Mayoría” (FCSM) de Jaén.

La leyenda de una economía alemana-oriental en el desastre en 1989 -o incluso, siempre desastrosa- se ha hecho ya sentido común, no sólo en Alemania. Pero es falsa. Ni siquiera las dificultades económicas de la República Democrática Alemana hacían de ella una “economía renqueante” (“marode Wirtschaft”) y tampoco los resultados alcanzados en 40 años de historia pueden ser considerados como insignificantes, teniendo en cuenta las condiciones de partida y de contexto extremadamente desfavorables.
La historia de la RDA comienza el 7 de octubre de 1949 con un país casi destruido por la guerra. A diferencia de la Alemania del Oeste, no tiene materias primas y además debe soportar casi por entero el peso de las reparaciones de guerra decididas por los vencedores y debidas a la Unión Soviética. Mientras que la RFA se liberó muy rápidamente de cumplir con sus obligaciones, las reparaciones pagadas como adeudadas por la RDA supusieron 99,1 mil millones de marcos alemanes (de 1953) contra los 2,1 mil millones abonados por la RFA. Una relación de 98 a 2. Calculada por habitante, la desproporción es aún mayor: 130 a 1. En 1989 el profesor Arno Peters calculó cuanto debería haber pagado la RFA a la RDA para equilibrar las cuentas, computando los intereses: 727,1 mil millones de marcos de 1989.
Este enorme peso agravó la escasez de capital de la RDA y condicionó el futuro, ralentizando así la tasa de acumulación. Otro elemento desfavorable para la RDA estuvo representado, hasta 1961, por la emigración al Oeste de 2 millones de personas (cerca del 20% de toda la fuerza de trabajo).

En conjunto fue también desfavorable la integración en el COMECON (2), compuesto por economías (con la salvedad de Checoslovaquia y la RDA) más atrasadas que las occidentales y, más importante, fuera del mercado mundial. A la segregación del mercado mundial de la RDA contribuyó mucho la RFA, con la denominada “doctrina Hallstein”, que preveía la interrupción de las relaciones diplomáticas con los países que reconocieran a la RDA. Por último, hasta el final estuvo en vigor el embargo occidental a la alta tecnología, que obligó a la RDA a construir por sí misma muchos productos que en teoría habrían costado menos comprándolos. Los factores positivos de la integración de la RDA en el COMECON, representados por el acceso al mercado soviético, que permitía economías de escala ideales para la producción en serie de maquinaria y la adquisición de petróleo durante años por debajo de los precios internacionales, no eran suficientes para compensar los aspectos negativos.
Las vicisitudes de la economía de la RDA
Inicialmente el sistema económico de la RDA fue rígidamente centralizado, conforme al modelo soviético. Este sistema dio frutos positivos en los primeros años de la reconstrucción, pero con el paso de los años se adaptó cada vez menos a un país industrialmente avanzado como la RDA. En particular, se planteó el problema de dejar más autonomía a las empresas, también en el marco de la economía planificada.
Nació así el más importante intento de reforma del sistema económico de la RDA, que tuvo el decidido apoyo de Walter Ulbricht (3), secretario del SED (4), y se llevó a cabo en los primeros años sesenta. El “Nuevo sistema económico de planificación y dirección” preveía la introducción de mecanismos de mercado y sistemas de incentivos materiales para empresas y trabajadores: el objetivo era hacer coincidir el interés de los actores económicos individuales con los del sistema.
La reforma produjo importantes resultados económicos: entre 1964 a 1970 la renta nacional creció una media del 5% anual y la tasa de acumulación desde 1965 superó el 20%. Pero se encontró dos problemas. El primero fue que el sistema debería de haberse basado en medidas objetivas de fijación de precios (para poder determinar los valores, los beneficios y las pérdidas); pero los precios se fijaban administrativamente y no en base a la relación entre la demanda y la oferta, por lo que no constituían un metro de medida fiable. El segundo y más grave problema consistía en el riesgo que se corría admitiendo la toma de decisiones independientes por las entidades económicas, que limitaba la capacidad de la administración económica central y podía vulnerar la arquitectura del sistema, incluso el papel dirigente del partido en la actividad económica. Este fue el escollo en el que quebró el intento de reforma y que acabó con el liderazgo de Ulbricht.
La política de Honecker representó un cambio de orientación respecto de las reformas económicas. Esta política se basaba en tres principios. El primero: la “unidad de la política económica y social”, que preveía una correspondencia entre crecimiento económico (previsto en un 4% anual) y el aumento de los ingresos. El segundo: resaltar el papel de la clase obrera como “fuerza dirigente de la sociedad”, por el cual se liquidaron las empresas privadas que aún existían. El tercero: un gran plan de construcción de viviendas populares.
El segundo punto fue un grave error que privó a la RDA de cerca de 11.000 empresas vitales que desempeñaban un papel importante y que dificultó las tareas de la planificación central. El primer y el tercer punto representaban un ambicioso plan de distribución de la riqueza, que se realizó parcialmente y que tuvo efectos nada despreciables en el bienestar de la población. Pero el precio pagado fue muy elevado.
Se generaron tres fenómenos negativos.
En primer lugar, el consumo y las inversiones en la construcción se hicieron a costa de las inversiones productivas en el sector manufacturero. La cuota de acumulación de la renta nacional disminuyó del 29% en 1970 al 21% en 1988 y la tasa de acumulación productiva del 16% al 9%. Esto se tradujo en un envejecimiento de la maquinaria y en una insuficiente inversión en infraestructuras. Y como la tasa de acumulación es esencial para el crecimiento futuro, se vieron afectadas las tasas de crecimiento necesario para sostener la “unidad de la política económica y la social”.
En segundo lugar creció de forma ininterrumpida el peso de los precios subvencionados en el Presupuesto General del Estado (que se mantuvieron fijos, también para muchos productos no esenciales, al nivel de 1944 y en cualquier caso al de 1936), que alcanzó al 30% del mismo en 1988. Estas subvenciones no se pudieron financiar ya con los beneficios de las empresas estatales y obligaron al Estado a un creciente endeudamiento.

Creció así, en tercer lugar, la deuda en divisas, con un gasto cada vez más oneroso en intereses, también a causa del drástico aumento de las tasas de interés causado por la reducción monetaria impulsada por Volcker (6) en los EE.UU a partir de 1979.
Los años 80 se caracterizan por el incumplimiento de los planes, un creciente desgaste de las instalaciones y las insuficientes inversiones en infraestructuras, en sanidad y en protección medioambiental. La economía del RDA siguió creciendo, aunque a tasas inferiores. La renta per cápita a finales de los años 80 era levemente inferior al de Gran Bretaña y muy superior al de España. En cuanto al volumen de las exportaciones (más de 90% en bienes industriales), la RDA estaba en el 16º puesto a nivel mundial y el 10º en Europa. De ellas conseguía más del 50% de la propia renta nacional.
En los años 80 la producción industrial por habitante era superior a la de todos los otros países del Este (casi el doble del de Hungría y más del doble de la polaca). Las prestaciones y los servicios sociales, por otro lado, eran mucho más amplios que en el Oeste. Los hogares infantiles acogían a más de 9 niños en edad preescolar sobre 10. Había pleno empleo, también femenino: trabajaba el 92% de las mujeres en edad de hacerlo. La educación era gratuita y universal.
El 7 de octubre de 1989 la RDA era el país económicamente más avanzado entre los países de Europa Oriental. Tenía una deuda externa de 20 mil millones de marcos, y no estaba realmente en “bancarrota” (“en quiebra”), como por el contrario se sigue sosteniendo (20 mil millones de marcos es una cifra ridícula si se compara con la deuda pública actual de los países europeos, Alemania incluida).
900 mil millones de marcos volatilizados
Lo que ocurrió después de aquel 7 de octubre es conocido. La destitución de Honecker, la apertura del Muro, las elecciones de marzo de 1990 que dan una victoria abrumadora a la CDU del Este (7) y sus aliados, la unión monetaria con el Oeste en julio de 1990 y la política en octubre del mismo año.
Para comprender la trayectoria de la economía del Este de Alemania en estos últimos 25 años hay que partir de la unión monetaria, que se llevó a cabo no solamente sin periodo transitorio alguno, sino a una tasa de conversión de 1 a 1 para los precios corrientes (mientras la tasa de intercambio comercial entre las dos Alemanias era de 1 a 4,44). El entonces presidente del Bundesbank, Karl Otto Pöhl, dijo años después que de este modo la RDA fue sometida a “una cura de caballo que ninguna economía habría estado en condiciones de soportar”. En efecto, las empresas de la RDA perdieron con la unión monetaria, de un solo golpe, el mercado de la RFA y de los países occidentales (a los cuales no les convenía los precios hasta ese momento vigentes), los mercados del Este, respecto a los cuales las transacciones se hacían entonces mediante una moneda fuerte (y, por tanto, también en este caso, con un incremento sustancial de precios) y gran parte del mercado interno, que es literalmente invadido por los productos más adecuados de la Alemania del Oeste.
Pero no basta. En julio de 1990 las fábricas y las empresas de la RDA son transferidas a la Treuhandanstalt. La privatización es considerada una prioridad absoluta, también con relación al saneamiento. Se cierran muchas empresas y el 87% de las privatizadas acaban en manos de empresas alemanas-occidentales. En la mejor de las situaciones, las empresas del Este acabaron como filiales de las del Oeste.
En la peor, fueron adquiridas y cerradas para eliminar competidores y para especular sobre los terrenos y los inmuebles más adecuados. El resultado fue una destrucción de riqueza social de proporciones enormes. Si el 19 de octubre de 1990 el entonces presidente de la Treuhand, Rohwedder, pudo cuantificar en 600 mil millones de marcos el valor de “toda la ensalada” a privatizar, cuando a fines de 1994 la Treuhand cierra sus puertas en vez de aquella cifra había aparecido un agujero de 256 mil millones: se destruyó un valor de cerca de 900 mil millones de marcos.
Aún mayores fueron los costes sociales. Según estimaciones públicas, entre finales de 1989 y los inicios de 1990 las empresas que después pasaron a ser controladas por la Treuhand empleaban a 4 millones y 100 mil trabajadores. A finales de 1994 quedaban apenas 104.000. La Treuhand contaba como un gran éxito el millón y medio de puestos de trabajo prometidos por los adquirentes de las empresas privatizadas. Aún dando por bueno este dato, en 4 años de actividad de la Treunhand destruyeron 2 millones y medio de puestos de trabajo.

Otros daños posteriores sufrieron las empresas del Este derivados de la decisión de considerar como verdaderos y propios créditos los giros bancarios entre el Estado, la banca pública y las empresas estatales de la RDA: las denominadas “antiguas deudas” (“Altschulden”) constituyeron posteriormente una pesada carga para las empresas afectadas y un fantástico regalo a los bancos del Oeste que habían adquirido los bancos del Este a un precio risible (824 millones de marcos en total). Las “antiguas deudas” no estaban referidas solamente a las empresas industriales. Hay que recordar también los créditos a la construcción, superiores a los 20 mil millones de marcos y los concedidos a las cooperativas agrícolas, de cerca de 8 mil millones de marcos. Es digno de señalar que, no obstante la descapitalización de partida y las cargas posteriores, muchas cooperativas consiguieron sobrevivir y hoy evidencian resultados económicos mejores que la media de las empresas agrícolas del Oeste.
Una ulterior decisión preñada de consecuencias negativas estuvo referida al “principio de restitución” (“Rückgabe vor Entschädigung”), en base al cual todos los propietarios (de tierras, casas o empresas) expropiados por el Estado durante los 40 años de existencia de la RDA tendrían derecho a ser restituidos por el bien nacionalizado. Hubo 2,17 millones de casos de restitución. La proporción de una medida con consecuencias tan graves que queda como un caso único en la historia contemporánea es muy simple: la cancelación de 40 años de historia. Comenzando, obviamente, con las relaciones de propiedad.
Colapso económico y estancamiento
El impacto de la unificación económica en la Alemania del Este se puede resumir en pocas cifras. En dos años, de 1989 a 1991, el PIB es de un -44%, la producción industrial añadida -65%; el desempleo oficial (registrado en las oficinas de empleo) es de 830.000; pero, sobre todo, el número de los empleados baja en más de 2 millones de unidades (2.095.000), de los 8,9 millones de 1989 a los 6,8 millones de 1991.
La caída del PIB entre 1990 y 1991, en particular, es impresionante. Ningún país del Este lo empeoró. Si ampliamos la comparación a los años posteriores, el resultado no cambia. El crecimiento medio anual de la ex-RDA desde 1990 a 2004 fue inferior al menos en un punto porcentual. En los otros países ex-socialistas fue muy superior. Lo mismo vale para el periodo sucesivo, con la única excepción de Hungria.
Muy elocuente es la comparación entre el PIB per cápita de la ex-Alemania del Este y el del Oeste. Si en 1989 el PIB por habitante de la RDA era del 55% de la RFA, en 1991 cae al 33%; en los años posteriores las distancias se acortan y se llega al 60% en 1995; desde entonces, sin embargo, el diferencial no se reduce sensiblemente: aún en 2009, a 20 años de la unificación, el PIB per cápita del Este no superaba las dos terceras partes del de la RFA. Si se consideran las cosas desde el punto de vista de la aportación de la Alemania del Este al PIB alemán del conjunto, es aún hoy inferior al de 1989 y está cayendo: si entonces era equivalente al 11,6%, en 2007, 18 años después, era del 11,5%; y en 2011 fue del 11%.
Entre los cambios más espectaculares ocurridos en la economía de la Alemania del Este después de la unión monetaria, una posición destacada la ocupa, por la amplitud y la rapidez del proceso, la dinámica de las exportaciones. Estas se redujeron en solo dos años en un 56%: de los 41,1 mil millones de marcos (oeste) de 1989 a apenas 17,9 mil millones en 1991. También bajaron a la mitad las exportaciones hacia los países de Europa centro-oriental, que junto a Rusia representaban los dos tercios de las exportaciones de la RDA: en este caso se pasa de los 28,9 mil millones de 1989 a los 11,9 de 1991. Pero en 1994 descenderán además al 16% del nivel de 1989. La caída es de tal calibre que repercute en el valor global de las exportaciones alemanas a los países del Este. Solamente en 1995 la exportación alemana hacia Europa del este vuelve prácticamente al nivel de 1989: 61 mil millones contra los 61,4 mil millones de 1989. Pero mientras tanto las exportaciones de la RDA caen a apenas a 5 mil millones, o sea al 17% del valor inicial, y la cuota la conquistó el Oeste, que en el mismo periodo pasa de 31,8 mil millones de exportaciones a 56 mil millones (+176%).
El proceso de desindustrialización fue también extremadamente rápido. A finales de 1991 la producción industrial era ya un tercio de la precedente al “cambio” del 89.
Desde finales de 1989 a la primavera de 1992 fueron destruidos 3,7 millones de puestos de trabajo fijos. Y entre 1992 y 2009 se perdió otro millón y medio de puestos de trabajo fijos, el 27% del total. Una parte de ellos se convirtió en puestos de trabajo a tiempo parcial y mal pagados. Otra parte fue a engrosar las colas del paro. Hoy, en la ex- Alemania del Este vive una sexta parte de la población de Alemania, pero la mitad de los parados. En las familias del Este hay un porcentaje de desempleados doble respecto al Oeste. Y según un estudio de la Consultora PricewaterhouseCoopers hecho público el 27 de agosto de este año por la “Thüringer Allgemeine” el número de empleados en el Este disminuirá otro 10% hasta 2030.
Respecto a la emigración, los flujos de población de salida entre 1989 y 2006 llegaron a 4,1 millones de personas, el doble de aquellos que emigraron en los 10 años antes de la construcción del Muro en 1961. El saldo total (teniendo en cuenta también las personas que se trasladaron del Oeste al Este) resulta inferior pero es impresionante: 1 millón y 740 mil personas. Se trata del 10,5% de la población de partida. El ritmo no se ha invertido en los años sucesivos.
La tasa de natalidad negativa, junto a la emigración, ha contribuido a determinar un descenso de la población que en el corazón de Europa no se conocía desde los tiempos de la Guerra de los Treinta años: lo denunció ya en 2003 el entonces ministro de cultura de Brandenburgo, Steffen Reiche, del SPD.
Pero hay otro fenómeno que salta a la vista inmediatamente a quien visite los territorios que fueron la Alemania del Este: la despoblación de las ciudades y de gran parte de los que fueron centros industriales. Esto provoca, como consecuencia, una gran cantidad de inmuebles vacíos, estimados en 2003 por Manfred Stolpe -con anterioridad ministro de Transportes y de Vivienda- en 1,3 millones. ¿La solución? Echar abajo los edificios que sobran. En Alemania han acuñado un término para esto: “Rückbau” (“deconstruir”). De este modo la “reconstrucción del Este” (“Aufbau Ost”), pasando por la destrucción (“Abbau”) de las industrias del Este, se convierte en “deconstrucción” (“Rückbau”) del Este.
¿Y las famosas transferencias al Este de Alemania de las que tanto se habla? A cerca de ello el publicista francés Guillaume Duval ha observado: “las transferencias públicas hacia el Este de las que los alemanes del Oeste se quejan” en realidad fueron “en gran medida reciclados al Oeste en la forma de adquisición de bienes y servicios”. La Alemania del Este se ha convertido en una economía asistida, cuyos consumos -pagados con las transferencias del gobierno federal- enriquecen a las empresas del Oeste.
Los trucos para esconder el desastre
En el año 2000 Hans-Werner Sinn declaraba que “la unificación desde el punto de vista económico ha fracasado”. Quien quiera demostrar hoy lo contrario está obligado a recurrir a los trucos estadísticos. Como el de utilizar el año 1991, el punto más bajo de la economía de la Alemania del Este, como el año de referencia para el cálculo de los diversos indicadores económicos: de este modo -observa- “todo nivel que se encuentra por debajo de la situación de la RDA en 1989 parece una mejora”. (U. Busch). Aún más, el 30 de septiembre el economista-jefe del KfW, Jörg Zeuner, ha usado este truco para argumentar su surrealista afirmación de que “hoy podemos hablar del segundo milagro económico alemán”.
Pero cuando se juega con los números y con las palabras es difícil esconder una realidad de sustancial estancamiento y el fracaso en alcanzar los estándares económicos del Oeste. Algunos economistas estiman que el proceso de convergencia durará al menos otros 30 años, otro 100. Mientras tanto, los objetivos fijados por el gobierno son cada vez más modestos: la adecuación de las condiciones de vida a conseguir no se refiere ya a la media de los Länder del Oeste, sino a aquellos más retrasados (“struckturschwach”); y en el cómputo de los Länder del Este se incluye a toda la ciudad de Berlin para alcanzar la media.
La verdad la ha dicho Joachim Ragnitz, del Ifo-Institut de Dresde, el 4 de mayo pasado, en un lugar no sospechoso como el diario “Welt am Sontang”: “El Este no conseguirá alcanzar en un tiempo previsible al Oeste”. En alemán la frase “faltar el enganche” es “den Anschluss nicht schaffen” (no lograr la conexión, ntd). Pero “Anschluss” es también el término que indica la “anexión”. El fracasado “Anschluss” económico es el precio pagado por los ciudadanos del Este por el rápido “Anschluss” político de la RDA a la RFA.
Notas del traductor
(1) Vladimiro Giacché, economista y filósofo italiano, de orientación comunista que nació La Spezia en 1963. Estudió en la Universidad de Pisa y de Bochum (Alemania) y fue alumno de la Escuela Normal de Pisa, donde se licenció en Filosofía. Es autor de diversos libros y numerosos ensayos de carácter filosófico y económico. En 2010 se publicó “K. Marx, El capitalismo y la crisis. Textos seleccionados.”. En 2011 se publicó “La fábrica de la falsedad. Estrategias de la mentira en la política contemporánea”. En 2012 aparece •Titanic Europa. La crisis que no nos han contado”, también editada en lengua alemana. En 2013 se edita “Anschluss. La anexión. La unificación de Alemania y el futuro de Europa”, reeditado en 2014. El artículo que el FCSM de Jaén traduce y pone a disposición de los lectores es un útil resumen del mismo. Sus artículos aparecen en “Il Fatto Quotidiano”, “Linus” y “Micromega”. En italiano se puede escuchar una entrevista reciente a Vladimiro Giacché con motivo de la conmemoración del 25º aniversario de la caída del Muro de Berlin en : http://www.marx21.it/storia-teoria-e-scienza/storia/24734-la-caduta-del-muro-di-berlino-intervista-a-vladimiro-giacche–mizar-09-11-2014.html# Vladimiro Giacché es miembro de la Asociación para la reconstrucción del Partido Comunista en el marco amplio de la izquierda de clase y Presidente del Centro Europa de Investigación.
(2) COMECON (en español CAME, Consejo de Ayuda Mutua Económica) fue una organización de cooperación económica formada en torno a la URSS por diversos países socialistas cuyos objetivos eran el fomento de las relaciones comerciales entre los estados miembros, en un intento de contrarrestar a los organismos económicos internacionales de economía capitalista, así como presentar una alternativa al denominado Plan Marshall desarrollado por los EE.UU para la reorganización de la economía europea tras la IIª Guerra Mundial y equivalente también a la Comunidad Económica Europea (CEE), aunque en un ámbito geográfico mayor.
(3) Walter Ernst Paul Ulbricht (Leipzig, 30 de junio de 1893 – Brandeburgo, 1 de agosto de de 1973) fue un destacado dirigente comunista durante la República de Weimar. En 1933 huyó del país y se refugió en la URSS, pasando a trabajar en el aparato de la Internacional Comunista. Entre 1950 y 1971 se convirtió en el principal dirigente del SED. A partir de 1960 fue elegido Jefe de Estado de la RDA hasta su muerte en 1973. La denominada ‘doctrina Ulbricht’ establecía que las relaciones diplomáticas normales entre la RDA y la RFA solo se darían si ambos estados reconocían la soberanía mutua.
(4) El SED (Sozialistische Einheitspartei Deutschlands, Partido Socialista Unificado de Alemania) fue el principal partido de la RDA, desde la fundación del estado el 7 de octubre de 1949 hasta las elecciones en la RDA del 18 de marzo de 1990. El SED fue fundado en abril de 1946 mediante la unificación del Partido Comunista de Alemania (KPD) y el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) en la zona ocupada por los soviéticos tras la guerra.
(5) Erich Honecker (Neunkirchen, 25 de agosto de 1912 – Santiago de Chile, 29 de mayo de 1994) fue un dirigente importante de la RDA. Durante el nazismo estuvo encarcelado por las autoridades debido a su militancia comunista, siendo liberado en 1945 tras el final de la Segunda Guerra Mundial. En 1971 se convirtió en Secretario General del SED y entre 1976 y 1981 alcanzó la Jefatura del Estado de la RDA. Tras la caída del muro de Berlín fue encarcelado por un corto período antes de exiliarse en Chile, donde murió en 1994.
(6) Paul Adolph Volcker, economista estadounidense que entre 1969 y 1974 fue subsecretario del Ministerio del Tesoro para los asuntos monetarios internacionales, influyendo en la decisión de los EE.UU de suspender la convertibilidad en oro del dólar en 1971, con Nixon, que supuso la caída del sistema de Bretton Woods. Después fue Presidente de la Reserva Federal con las presidencias de Jimmy Carter y Ronald Reagan (desde agosto de 1979 a agosto de 1987). Destacó en la lucha contra el estancamiento y la inflación de la economía norteamericana en los años 70 : del 13.5% en 1981 al 3.2% en 1983. Llegó a desempeñar la presidencia del grupo norteamericano de la Comisión Trilateral entre 1991 y 2001.
(7) La Unión Demócrata Cristiana de Alemania (Christlich-Demokratische Union Deutschlands, abreviado CDU) es un partido político alemán de orientación de derecha cristiano-social, fundado en 1945, después de la Segunda Guerra Mundial. Después de la partición de Alemania, en la parte oriental siguió existiendo la CDU de la RDA, integrada en el Frente Nacional de Alemania Democrática hegemonizado por el SED. Con la caída del Muro de Berlín, la CDU de la RDA se volvió a integrar en la CDU occidental. La CDU se presenta en todos los estados federados de Alemania a excepción de Baviera, donde existe la CSU (Unión Social Cristiana), un partido independiente de tendencia similar, aunque con un matiz regionalista. En el Parlamento alemán, la CDU y la CSU forman un grupo parlamentario conjunto.
(8) La Treuhandanstalt (del alemán Agencia fiduciaria, abreviado usualmente como Treuhand o por sus iniciales THA) fue una institución fundada por mandato de la Volkskammer el 17 de junio de 1990 con el propósito de administrar y privatizar las empresas de propiedad popular de la RDA para la transición hacia una economía de mercado.

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