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Tsipras y Syriza. ¿reformismo revolucionario o traición socialdemócrata?

Pedro Marset* | 26-10-2015 |
La victoria de Syriza el día 20 de septiembre es el mayor acontecimiento político europeo de este año y abre puertas para el futuro de la Izquierda Transformadora en Europa. Tras haber ganado Syriza en enero con un programa lleno de ilusiones y esperanzas la negociación con la Troika ha mostrado los límites y posibilidades para hacer política en la Unión Europea. Ha evidenciado que el Tratado de Lisboa es un lecho de Procusto pero que mientras está vigente se aplica y de lo que se trata es de cambiarlo. Se ha aprendido la lección y la oferta hecha por Tsipras al pueblo griego el 20 de septiembre ¿es Reformismo Revolucionario en condiciones adversas o mera claudicación socialdemócrata?
La cuestión planteada por Tsipras el 1 de septiembre en la inauguración de la Conferencia de Syriza era más o menos la siguiente:¿Dejamos que aplique el rescate la derecha corrompida causante de la situación actual o lo hacemos nosotros, Syriza, introduciendo en su aplicación los ingredientes de defensa de las capas humildes y de los trabajadores?. Se parece a lo que se llama “análisis concreto de la realidad concreta”. No vale plantear cosas hermosas pero imposibles o incluso azarosas como salirse del Euro o de la Unión Europea sino avanzar pasos medidos aumentando las fuerzas y dar la posibilidad de que otros países se sumen al proceso. Sin embargo para otros supone asumir y repetir lo que han hecho otros partidos socialdemócratas que al final caen en el social liberalismo
.
La sociedad griega pasó en menos de una semana, la que va del domingo 5 de julio, día del espléndido Referéndum contra la austeridad, al 11 del mismo mes, sábado, día de la aciaga firma del rescate. Un golpe de Estado merkeliano. Se pasó de afirmar los deseos y valores de la alternativa global a la decepción de tener que asumir lo exigido por la Troika, a la frustración por aceptar esas condiciones para librar de un desastre mayor al pueblo griego. Uno se puede y se debe preguntar cuál era el objetivo de convocar el referéndum y también si, a la vista del bloqueo posterior de toda la UE encabezada por Merkel el día 11 de julio, habría que convocar elecciones.
La respuesta que el electorado griego ha dado este 20 de septiembre no puede ser más ilustrativa. Le ofrece la confianza a Syriza, con un 35,4% y 145 diputados (4 menos), sitúa a la derecha, Nueva Democracia, en el 28,1% y 75 diputados (1 menos), y a la extrema derecha, Amanecer Dorado, con un 6,9% y 18 diputados (sube 1). El socio de Syriza en el gobierno anterior, los Griegos Independientes (ANEL), con un 3.6% y 10 diputados (baja 3), siguen apoyando a Syriza. Los comunistas del KKE, con un 5.5% y 15 diputados (quedan como estaban) y el PASOK con un 6.3% y 17 diputados (sube 4). To Potami con un 4.1% y 11 diputados (baja 6), y aparece un nuevo partido, Unión Centrista, con un 3.4% y 9 diputados. Lo llamativo ha sido que la escisión de Syriza, Unidad Popular, apoyada por Varoufakis y que propugnaba salir del Euro, volver al dracma, y rechazar el rescate ni siquiera ha obtenido el mínimo, quedándose fuera del Parlamento con un 2,8%.
Hay que señalar que el núcleo del programa de Syriza sigue siendo la apuesta del Partido de la Izquierda Europea (PIE), por Cambiar Europa (Change Europe) que se aprobó en el Congreso que dicha formación celebró en Madrid en diciembre de 2013. Congreso en el que también se eligió como Vicepresidente del PIE a Alexis Tsipras, junto a Maite Mola. Precisamente en la campaña electoral reciente estuvieron apoyando a Tsipras el Presidente del PIE y Secretario General del PCF, Pierre Laurent, el líder de Die Linke, Gregor Gysi, el de Podemos, Pablo Iglesias y la líder de los Verdes alemanes, Ska Keller.
La cuestión que se plantea a nivel europeo ahora es si quedará Syriza como una excepción aislada en el panorama europeo o por el contrario algún que otro país (España, Portugal, Irlanda, Italia, Francia, etc.) podrá sumarse a la empresa de cambiar Europa, exigiendo una estructura y un funcionamiento de la UE con más democracia, con más solidaridad, y que a la vez sea más respetuosa con la defensa de los derechos humanos. Esa debería ser la cuestión crucial en las elecciones generales españolas de diciembre. Y hay que admitirlo para esa empresa ambiciosa, valiente, no puede ir cada formación de izquierdas por su cuenta sino en un proceso de confluencia de gran envergadura para alcanzar el gobierno. No para medirnos cada uno por nuestra cuenta sino para aspirar a cambiar Europa justo cuando también la Confederación Europea de Sindicatos está por la labor.

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