El pasado martes por la tarde recibí una de las llamadas más importantes de mi vida. Era el abogado José Manuel Marraco, uno de los mayores expertos en derecho ambiental de España. Siempre recordaré esa llamada, siempre recordaré la tarde del 16 de diciembre, siempre recordaré sus palabras: “Los 16 activistas han sido absueltos de los delitos de lesiones y de desórdenes públicos, nadie irá a la cárcel, el fotógrafo queda absuelto de todo”. Las palabras de José Manuel tuvieron un efecto inmediato: deshicieron un nudo con el que llevaba casi cuatro años viviendo. Un nudo que se había formado cuando se hicieron públicos los cargos a los que se enfrentaban 16 activistas que llevaron a cabo una acción pacífica de protesta en la central nuclear de Cofrentes (Valencia) junto con el fotoperiodista independiente que cubrió la acción.
Ha sido el juicio más duro de toda la historia de Greenpeace España. Nos enfrentábamos a una multa de casi 360.000 euros y, lo peor, 17 personas se enfrentaban a cerca de tres años de cárcel. Finalmente, la sentencia ha reconocido lo que llevábamos años diciendo: la acción fue totalmente pacífica, no se lesionó a nadie, no se generó ningún desorden público. El único delito que recoge la sentencia para los 16 activistas es el de la rotura de la valla y otros daños menores. Esto significa que la multa inicial solicitada por Iberdrola y las acusaciones de 357.371 euros se rebaja hasta 19.512 euros. El fotoperiodista independiente, cuyo único “delito” fue hacer su trabajo, documentar un acto de protesta y ofrecer sus imágenes a los medios de comunicación, ha sido absuelto de todos los cargos.
Ahora hay que esperar a que sea sentencia firme pero de momento hemos logrado la primera victoria ante quienes intentaban criminalizar el activismo ecologista. Han fracasado en su intento, aunque sabemos que lo volverán a intentar, y estamos convencidos de que volverán a fracasar porque no nos van a callar, porque Greenpeace es la voz de los millones de personas que lo forman. Y no se puede callar a millones de personas. Ni con amenazas de multas millonarias, ni con amenazas de penas de cárcel.
El final de esta carta está dedicado a esas 17 personas que han pasado cerca de cuatro añosfirmes en sus ideales, firmes en su lucha por la defensa del medio ambiente y la libertad de expresión, a pesar de saber que un día podrían ir a la cárcel por ello. Son 17 personas corrientes, maravillosas y valientes que puedes conocer aquí.
Y por último, quiero dar las gracias a todos los socios y socias, los que siempre están ahí, porque son los que hacen posible que nunca vayan a poder callarnos, por la independencia que nos otorgan. Y gracias a las miles de personas y organizaciones que habéis apoyado a los “17 de Cofrentes”. Ha sido enorme el calor que hemos recibido a través de las redes sociales, el teléfono, las cartas. Y este apoyo nos ha dado fuerzas para no rendirnos. Porque nunca nos vamos a rendir. Siempre seguiremos luchando por el mundo verde y en paz en el que creemos.
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