EDUARDO LABARCA
El viejo Muro de Berlín ha vuelto a irrumpir en la política chilena. Como nuestra Presidenta y otros compatriotas encontraron refugio en la República Democrática Alemana, la RDA, detrás del Muro, y como el Partido Comunista forma parte de su gobierno, algunos lanzan a Michelle Bachelet la palabra “Muro” como arma arrojadiza. Roberto Ampuero, Carlos Peña, Alfredo Joignant, Ernesto Ottone, José Rodríguez Elizondo y otros espadachines han saltado al ruedo con argumentos varios, algunos tan pintorescos como el de José Ramón Valente, que sostiene que con medidas como “la nueva ley que regula el trabajo de las nanas… todos los chilenos terminaremos viviendo detrás del muro”.
Las caricaturas abundan. Los chilenos que vivieron tras el Muro y mantienen silencio son tildados de “cómplices” de un régimen “criminal”. Quienes habiendo estado en la RDA despotrican contra el “muro de la vergüenza” son tratados de “tránsfugas” y “traidores”. A todos les cae el remoquete de “oportunistas”: unos por “haberse vendido al capitalismo”… otros por “haberse vendido a una dictadura comunista”
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