> by J.M.Morales
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> La concentración del poder
> económico y financiero y su desregulación socavan los
> principios y los valores de las sociedades democráticas,
> donde el interés general está siendo supeditado a los
> intereses de las grandes corporaciones transnacionales y del
> sector financiero. Hoy en día, estos poderes
> económicos financieros están inhabilitando a los
> parlamentos y a los gobiernos soberanos elegidos por los
> ciudadanos lo que conlleva la destrucción del orden social:
> Conduciendo a que la sociedad civil pierda sus valores; a
> que se agudice la injusta por desigual distribución de la
> riqueza; a que a generaciones de jóvenes se les prive de su
> futuro; a que se reduzca la productividad económica; a que
> muchos europeos se les prive de su libertad al ser socavadas
> las democracias parlamentarias.
> De todos estos problemas hablaba
> sin ambages el líder de Die Linke, Oskar Lafontaine, en la
> conferencia que impartió el 25 de septiembre de 2013, ante
> un congreso de inversores del Banco DAB, en Múnich, y cuyos
> análisis y propuestas siguen hoy siendo válidas.
> Reproduzco a continuación el texto integro de esta
> interesante conferencia, merece la pena leerla por su
> contenido e importancia.
> Conferencia: Los
> mercados financieros desregulados. Un análisis del
> capitalismo moderno: Oskar Lafontaine
> Ante todo quisiera darles las
> gracias por haberme invitado, si bien no oculto mi sorpresa
> de que se me haya invitado a este congreso de inversión del
> banco DAB en Múnich. Y me puedo imaginar las serias
> reservas que se pueden haber encontrado quienes propusieron
> invitar a un político de izquierdas para que se pronuncie
> sobre este tema. Pero también puede que existan argumentos
> capaces de justificar esa invitación, veamos.
> Cuando en 1990, siendo candidato
> del SPD para la cancillería, advertía de los peligros que
> supondría la unión monetaria panalemana al cambio de 1:1,
> por conllevar de golpe la pérdida de millones de puestos de
> trabajo y una transferencia, desde el oeste al este, de unos
> 30 mil millones de DM, tan sólo me veía apoyado por una
> minoría de profesionales.
> Cuando advertía en 1998 del
> peligro que suponía la introducción del euro sin contar
> con un gobierno económico europeo y, sobre todo, sin una
> política salarial coordinada, fui poco escuchado. Predecía
> entonces que la zona euro, sin estas dos medidas
> complementarias, se volvería a desintegrar.
> Cuando en 1998, siendo Ministro
> federal de Hacienda [Bundesfinanzminister], reclamaba que se
> regularan los mercados financieros internacionales y se
> pusiera fin a la especulación monetaria, proponiendo unas
> zonas de tipos de cambio límites y el control de los flujos
> de capital, se reían de mí. Hoy, quince años más tarde,
> hasta el FMI ha de reconocer que estos controles son o
> serían mano de santo. Para que los mercados financieros
> vuelvan a cauces ordenados, su control será
> imprescindible.
> Entenderán que el tema de “Los
> mercados desregulados. Un análisis del capitalismo
> moderno”, me incita a exponerles unas ideas
> básicas.
> ¿Qué es el capitalismo? Para
> mí es un orden económico que se caracteriza por una alta
> productividad y una distribución desigual. Las grandes
> fortunas o patrimonios se acumulan a costa de que unos
> trabajen a las órdenes de otros. El dinero que de este modo
> se va creando tiende a aumentarse buscando nuevas
> oportunidades de inversión; y se multiplica, busca otros
> nuevos modos de inversión, y de no llegar a derrocharse
> sobre la marcha, se sigue multiplicando infinitamente.
> Con independencia de cómo lo
> podamos valorar, ese orden económico requiere un orden
> monetario estable. Eso ya lo sabía Lenin, cuando dijo que
> “para destruir la sociedad civil hay que devastar su
> sistema monetario”.
> Entender que devastar el sistema
> monetario conduce a la destrucción de un orden social dado,
> no es nada nuevo. Cuando en el siglo XIV, los emperadores de
> la dinastía Ming introdujeron el papel moneda en China, ya
> temían que su sistema monetario pudiera ser devastado por
> falsificadores; por lo que los billetes chinos
> advertían:
> “Quien falsificara billetes o
> los pusiera en circulación, será decapitado. Quien
> denunciara o detuviera a un falsificador, será recompensado
> con 250 taeles de plata y con el patrimonio total del
> delincuente”.
> Al leer esto por primera vez, me
> pasaron ideas raras por la cabeza, teniendo en cuenta los
> muchos falsificadores que hay en los mercados financieros
> desatados. Imagínense que cada nuevo producto financiero
> llevase inscrito: “Quien desarrollara productos
> financieros no fiables, será encarcelado. Quien denunciara
> o detuviera a uno de esos falsificadores, será recompensado
> con el total patrimonio del delincuente”.
> Estemos o no de acuerdo con
> semejante visión, lo que nos hace falta es una ITV
> financiera, cuya competencia sería comprobar los productos
> financieros nuevos y perseguir las prácticas criminales y
> que, al igual que durante la dinastía Ming, debería ser un
> ente estatal y público. Quien, por ejemplo, encomienda esa
> calificación a una agencia privada, no ve que la
> calificación de productos financieros quedaría vinculada a
> determinados intereses privados. Les recuerdo los valores
> hipotecarios de EEUU y las favorables calificaciones que
> recibieron por parte de las agencias de rating. Esa
> calificación falsa ayudó a que la crisis se agudizase. Y
> la persecución de los delincuentes en un mundo de mercados
> desenfrenados -pensemos un momento en los evasores
> fiscales- resulta tanto más difícil cuantos más
> millones estén en juego.
> En una sociedad civil, el
> principio que reclama “una justicia equitativa, la
> igualdad para todos” no debería cuestionarse poniéndolo
> en peligro. Pero en el mundo financiero, la práctica será
> más bien ésta: A los peces pequeños se les persigue, los
> grandes salen impunes. Si bien se logró capturar y procesar
> a algunos, a muchos otros se les sigue jubilando mediante
> “paracaídas dorados”
> Pero volvamos a la tesis de
> Lenin. La devastación del sistema monetario destruye el
> orden social. Y eso es precisamente lo que hacen los
> mercados financieros desregulados:
>
> Conducen
> a que la sociedad civil pierda sus valores.
> Agudizan
> la distribución injusta por desigual.
> Socavan
> la democracia parlamentaria.
> A
> las generaciones jóvenes les privan de su futuro, y a
> muchos otros europeos de su libertad.
> Reducen
> la productividad económica.
>
> Si pretendemos que el capitalismo
> funcione, entonces, como bien sabían los representantes
> ordo liberales de la Escuela de Friburgo, debe valer el
> principio que reclama: Quien obtiene el beneficio, también
> debe asumir el perjuicio [wer den Nutzen hat, muss auch den
> Schaden tragen].
> Como nunca antes en la historia
> económica, los mercados financieros y sus beneficiados
> vienen desvirtuando esta máxima, porque quien hoy obtiene
> el beneficio NO asume ningún perjuicio. Lo cual se
> confirmó drásticamente en la llamada crisis del euro. Les
> cito a Harald Hau y Hans Werner Sinn a partir de un
> artículo publicado en el FAZ [Frankfurter Allgemeine] de
> enero de este año:
> “El hecho de que se protejan y
> se salven los acreedores bancarios repercutirá de modo muy
> dramático en la redistribución patrimonial. Resulta
> típico que las acciones bancarias y las deudas bancarias
> estén en manos del cinco por cien más rico de los
> hogares… No hacerles participar en las pérdidas viene a
> equivaler a un enorme impuesto NEGATIVO sobre sus
> patrimonios. Su riqueza es avalada con cargo a los
> contribuyentes, pensionistas y perceptores de prestaciones
> sociales”.
> De esta injusta distribución que
> viene a agravar dramáticamente los efectos de las
> prácticas de los mercados financieros desregulados,
> también es responsable la política de la canciller Merkel.
> En la primera cadena alemana ARD, se refería en varias
> ocasiones al principio de prestación y contraprestación
> que determinaba la política europea. En ello, sigue sin ver
> hasta el día de hoy, que los que perciben las prestaciones
> son los ricos, y tal y como afirman acertadamente Hau y
> Sinn, son los contribuyentes, los pensionistas y perceptores
> de prestaciones sociales quienes deben cumplir con las
> contraprestaciones. De esta forma quienes obtienen el
> beneficio, dejan de asumir el perjuicio; estamos ante la
> pérdida de valores de la sociedad burguesa, léase, la
> sociedad capitalista. Lo correcto, lo justo sería que esta
> contraprestación no recayese
> sobre los más pobres, sino sobre los más ricos en forma
> de un impuesto millonario a nivel europeo.
> La mayoría de los ciudadanos no
> alcanza a percibir que la política más prominente del lado
> burgués alemán (Merkel) hace un considerable aporte para
> que los valores de la sociedad civil se desintegren más y
> más: los ingresos de una gran mayoría se van encogiendo,
> al igual que sus ahorros, mientras que los patrimonios
> monetarios de los ricos van aumentando sólidamente.
> Tampoco se me puede negar la
> inhabilitación de los parlamentos y gobiernos elegidos,
> otro problema que resulta consustancial del orden económico
> capitalista. El entonces presidente de los Estados Unidos,
> Theodore Roosevelt, ya advertía en 1906:
> “Detrás del gobierno aparente
> se asienta entronizado un gobierno invisible que no debe
> lealtad ni reconoce responsabilidad alguna a la gente. La
> primera tarea del arte de gobernar es destruir este gobierno
> invisible, contaminar esta alianza terrible entre los
> negocios corruptos y los políticos corruptos”.
> La Escuela de Friburgo, a su vez,
> temía que el poder económico fuera a concentrarse más,
> una vez terminada la segunda Guerra mundial. Y para
> facilitar una sociedad democrática, en la que se impusieran
> los intereses de la mayoría de los ciudadanos, reclamaba
> unas leyes capaces de impedir el poder económico.
> Los mercados financieros
> desregulados no sólo no han acabado con el problema de la
> corrupción en la política, sino que la han venido
> agudizando.
> Cuando a finales de los noventa,
> siendo Ministro federal de Hacienda, a la Administración
> norteamericana le presenté propuestas de cómo regular los
> mercados financieros, me contestó el entonces Secretario
> del Tesoro, Larry Summers:
> “No pensará en serio que la
> administración estadounidense se fuera a acercar a estos
> planes. A fin y al cabo, la campaña electoral de Clinton la
> financió Wall Street”.
> Y en esa franca valoración de la
> real estructura de los poderes sociales nada ha cambiado
> hasta el día de hoy. Unos años más tarde, el Süddeutsche
> Zeitung publicó un comentario titulado Der gekaufte
> Präsident [El Presidente comprado], que defendía que un
> presidente de EEUU, cuya campaña electoral hubiera sido
> financiada por Wall Street o los grandes grupos
> empresariales, jamás podría decidir libremente, quedando
> condenado a hacer una política “comprada”.
> He aquí la explicación de por
> qué el ex Ministro de Tesoro de los EEUU, Hank Paulson, ya
> viene avisando del peligro de otra crisis financiera
> próxima. Paulson remite a los muchos bancos grandes, con un
> poder tan enorme, que su fracaso sacudiría el sistema
> financiero mundial. Los cinco más grandes, por ejemplo,
> alcanzan hoy juntos un volumen de balance en Euros de 6,3
> billones, unos 1,9 billones más que a mediados de 2007. A
> Hank Paulson se le “olvidó” añadir que los bancos de
> Wall Street también reúnen el suficiente poder para dictar
> el proceder del presidente americano de turno.
> También el mercado de los
> derivados, considerado uno de los principales causantes de
> la crisis financiera, se hinchó de 586 billones de US$ a
> finales del 2007 a los 633 billones actuales.
> Y sin prestarles atención a las
> loables declaraciones de sus respectivos jefes de Estado y
> de Gobierno, los apenas regulados bancos informales
> [operando a la sombra] continúan creciendo más y más. Con
> un volumen de balance de 67 billones de US$, alcanzan hoy
> casi la mitad del sector bancario regular. A diferencia de
> los grandes institutos de crédito, a los bancos informales,
> que operan con fondos altamente especulativos [Hedge Fonds,
> Private Equity Fonds y fondos de mercado monetario], no se
> les exige ningún capital mínimo, ni tampoco deben observar
> principio de liquidez alguno. De ello se derivan enormes
> riesgos, y tal y como nos lo documentan las cifras, hay cada
> vez más partícipes que se trasladan del mercado financiero
> regulado al desregulado, informal, él de la sombra. En la
> última cumbre del G20 en San Petersburgo, los jefes de
> gobierno que participaron tan sólo han llegado a acordar
> un calendario: hasta 2015 quieren averiguar el modo en que
> cabría controlar a esos bancos informales. Un auténtico
> avance, ¿no les parece?
> Escribe Hank Paulson:
> “Cada crisis financiera nace a
> partir de medidas políticas equivocadas que conducen a
> excesos económicos. Para impedir que la ciudadanía venga a
> sufrir daños, hemos de identificar esos desaciertos
> políticos, frenar sus impactos, antes de que provoquen una
> burbuja; debemos meternos con aquellos puntos débiles de
> los sistemas financieros que pudieran agravar el problema; y
> actuar con firmeza durante la crisis para
> encauzarla”.
> Dan ganas de decir: “¡Así se
> ruge, León!”
> Cuando los EEUU revocaron la
> separación entre la banca de depósito y de inversión
> [LeyGramm-Leach-Billey], según las palabras del ex
> presidente federal Köhler, “el monstruo definitivamente
> quedó suelto y desatado”. Ningún banco, decía el ex
> "wallstreeter" Paulson, debería llegar a ser tan
> grande y complejo que no pudiera hundirse. Pero ¿cómo se
> podría volver a reinstituir la separación de los sectores
> de inversión y de depósito para reducir el tamaño
> excesivo de los institutos -lo que personalmente considero
> de suma urgencia-, si precisamente son esos los bancos que
> vienen a dictarle el enfoque a la política? Debatir este
> dilema nos seguirá ocupando mucho en el futuro.
> Que la crisis no está superada,
> el FED, el sistema de Reserva Federal de EEUU, lo demuestra
> con su última decisión: Si bien algunos de los políticos
> norteamericanos, entre ellos el presidente Obama, nos dieron
> a entender que lo más grave ya estaría superado; y que ya
> se esperaba que el Banco Central iba a empezar a reducir sus
> medidas de apoyo al Estado y al sector financiero,
> consistente en la creación de 85 mil millones de US$
> mensuales, Bernanke declaraba hace una semana que aún no
> cabía pensar en reducir esas acciones de apoyo. El tipo de
> referencia próximo al cero por cien desde 2008, junto a la
> masiva creación de crédito mediante la compra de títulos
> del Tesoro, documentan que la economía y el sistema
> financiero estadounidenses aún no han salido de la
> crisis.
> Por otra parte, las intromisión
> del sector bancario en la política no es problema único y
> exclusivo de los EEUU. Cuando el relativamente pequeño
> banco IKB se encontraba al borde de la quiebra, era ante
> todos el Sr. Ackermann quien logró convencer a los
> ministros responsables, Steinbrück y Klos, de que este
> banco no debería llegar a quebrar. De modo similar se
> procedía con los bancos HRE y Commerzbank. En caso del HRE,
> era Otto Graf Lambsdorff entonces el único que abogaba por
> no rescatarlo con fondos públicos. A la vista de su
> magnitud, yo no me había atrevido a exigir semejante cosa.
> Pero incluso en el caso del IKB había sido yo el único
> miembro del consejo de administración del KfW
> [Kreditanstalt für Wiederaufbau/Instituto de crédito para
> la Reconstrucción] que abogaba por una solución digna de
> una economía de mercado; a saber,
> abandonar este banco a su suerte. Según informa el
> periódico Handelsblatt, hasta el día de hoy, el Deutsche
> Bank cuenta entre los institutos cuya quiebra sería
> explosiva para el sistema financiero mundial. Las leyes
> nacionales, que en Alemania existen de modo rudimentario, no
> alcanzan a surtir sus efectos sobre entidades
> internacionales. No se encuentran regulados a nivel
> internacional, y en la Unión Europea, a los cinco años
> desde la quiebra de Lehman, no se ha avanzado más allá de
> lo que se llama un “proyecto de directiva”.
> Para salir de este círculo
> vicioso, debemos, tal y como ya lo postulara Roosevelt,
> romper la insana alianza entre una corrupta economía y una
> corrupta política. Llevo ya mucho tiempo proponiendo las
> medidas siguientes:
>
> Deben
> quedar prohibidas las donaciones de la banca, las
> aseguradoras y grupos empresariales a los partidos
> políticos.
> Al
> igual que las subvenciones de éstos a los diputados y
> delegados individuales.
> En
> lo referente a la tipicidad del soborno de diputados, la
> República Federal Alemana se encuentra al nivel de
> cualquier república bananera.
> Ningún
> diputado, mientras dure su mandato, debería figurar en
> nómina de ninguna de esas empresas.
>
> El hecho de que los mercados
> financieros desregulados, mediante la euro crisis, entren a
> robarles el futuro a cada vez más jóvenes, resulta ser un
> escándalo de primera magnitud. La tasa de desempleo juvenil
> ya alcanza el 63 % en Grecia, y el 56 % en España. En
> Italia, Portugal, Chipre y Eslovaquia, el 35 %; mientras que
> en Irlanda y hasta en Francia es uno de cada cuatro el que
> se encuentra desempleado.
> Ese pésimo inicio de su vida
> profesional puede llegar a perseguirles a los/as jóvenes
> hasta su jubilación. Con frecuencia vemos que unos/as
> jóvenes bien formados/as deben buscarse la vida en trabajos
> que no les van ni les vienen, lo cual les supone un paso
> atrás y les impide progresar en sus respectivas carreras.
> Con mayor frecuencia deben cambiar de trabajo, y la
> satisfacción con sus puestos de trabajo suele ser escasa.
> Semejante situación, fácilmente, puede degenerar en la
> clásica carrera de desempleo.
> Que el creciente desempleo y la
> depauperización, ante todo en los países del sur de
> Europa, cursa con una notable pérdida de libertad, casi no
> es tematizado o debatido. La libertad es el derecho de cada
> persona de disponer, dentro de unos límites, de su vida con
> total autonomía. El límite se encuentra en ese mismo
> derecho que ostentan los demás. Quien al final de mes no
> sabe sí alcanza a pagar su alquiler o su factura de luz,
> quien teme no poder alimentar a su familia, desde luego no
> goza de esa libertad. Para Pierre Bourdieu, la libertad
> consiste en conseguir dominar y planificar la vida, las
> circunstancias vitales, lo cual ya no cabe sostenerlo en el
> caso de muchos europeos del sur. Tal y como nos documentan
> las elevadas tasas de suicidio, cunden el miedo y la
> desesperación.
> En su famoso libro “En
> deuda”, David Graeber elabora de manera brillante la
> interrelación entre deuda(s) y libertad. Hace varios miles
> de años, al perder sus cosechas, los campesinos
> horticultores rápidamente cayeron víctima de la
> servidumbre por deudas; sus familias quedaron desgarradas y
> al poco tiempo sus tierras se convirtieron en campo de
> barbecho, ya que, endeudados y por miedo de ser expropiados,
> optaron por abandonar sus explotaciones juntándose con
> pueblos semi nómadas. Ante el subsiguiente peligro de
> desintegración social, los reyes sumerios y luego los
> babilónicos, solían conceder cada cierto tiempo una
> amnistía general. Con sus decretos declaraban nulas y sin
> efecto las deudas pendientes de los consumidores,
> devolviendo todas las tierras a sus propietarios originales
> y permitiendo que los servidores endeudados volvieran con
> sus familias. Llama la atención que la palabra sumeria
> "ama-gi", la primera expresión que encontramos
> escrita del concepto de libertad, signifique "retorno a
> la madre"; y eso mismo fue lo que se les permitió a
> los endeudados.
> Obsérvese esa fina diferencia:
> En las sociedades de hace milenios de años, a los pobres se
> les condonaban las deudas contraídas con el fin de parar la
> desintegración de la sociedad. En nuestra era de los
> mercados financieros desatados, se condonan las deudas de
> los ricos, imponiéndoles a los pobres que las amorticen. De
> esta manera, estoy seguro que no cabe frenar la disolución
> de la sociedad. La política europea de Merkel conlleva a
> que perdamos la libertad. La libertad, empero, tal y como
> ella la entiende, es la base fundamental del orden civil
> burgués.
> Para documentar el hecho de que
> el capitalismo merma la productividad de una economía,
> vuelvo a citar a los referidos Hau y Sinn:
> “Las garantías estatales
> reducen el coste de financiación de los bancos. Lo cual no
> solamente lleva a la circunstancia de que el sector bancario
> se encuentre inflado y excesivamente apalancado, sino que se
> perpetúen sus inversiones de altísimo riesgo. Y es esta
> mala asignación de los recursos disponibles la que impide
> que la economía europea se recupere y vuelva a crecer a
> largo plazo.”
> Si se destina demasiado dinero al
> “casino de juego”, se resienten las inversiones
> necesarias para el desarrollo de productos nuevos, la mejora
> del aparato productivo y el aumento de la productividad.
> Ejemplos se encuentran muchos, y cada uno de nosotros los
> conoce. Hace años, viajando en el coche de un innovador
> empresario medio, con éxito y buenos ingresos, fui testigo
> involuntario de varias conversaciones telefónicos. Lo que
> quería el buen hombre era ganar dinero rápido mediante
> especulaciones monetarias. Si bien había dirigido su
> empresa hasta ese momento con mucho éxito, expandiéndola,
> ahora se embarcaba en pérdidas cada vez más cuantiosas
> jugándose sus beneficios en especulaciones monetarias. Y ya
> saben, una vez que se caiga en la compulsión de las
> apuestas -basta que recordemos la ludopatía de “El
> jugador” de Dostoievski o
> la obra de Stefan Zweig "Veinticuatro horas en la vida
> de una mujer”- ya no hay marcha atrás.
> En 2009 la suerte del empresario
> farmacéutico y multimillonario Adolf Merckle conmovió la
> Alemania entera. Este multimillonario, con graves problemas
> financieros, se había tirado a las vías del tren cerca de
> Ulm. Merckle, según la revista Forbes, el quinto empresario
> más rico de Alemania, se había visto afectado porque una
> de sus empresas, altamente endeudada, había sufrido una
> drástica pérdida durante la crisis financiera. Además
> había perdido especulando con acciones de Volkswagen.
> Ya en los años 90 se
> ridiculizaban aquellas empresas productoras que en tiempos
> de los mercados financieros ya desregulados, habían mutado
> en institutos financieros con unas naves de producción
> añadidas. Me acuerdo muy bien de un comentario irónico
> mío en este sentido que, obviamente, fue muy mal recibido
> por el entonces jefe de Siemens, von Pierer.
> La economía financiera debe
> estar al servicio de la economía real. Los mercados
> financieros, desregulados tal como se encuentran, nos han
> causado considerables daños a la economía real que no se
> pueden pasar por alto. Hasta cuando a uno le dejaran frío
> la decadencia de los valores de la sociedad civil; el
> creciente desorden o desequilibrio distributivo; el
> progresivo desmantelamiento del sistema democrático o la
> pérdida de perspectiva de futuro y de libertad para muchas
> personas, deberían ser las reflexiones puramente
> económicas por sí solas las que demandaran una nueva
> arquitectura financiera mundial con un sector bancario
> estrictamente regulado.
> Al fin y al cabo se trata del
> lazo o vínculo que debe mantener unida nuestra sociedad.
> Hace años que escribiera el entonces presidente de la junta
> directiva del Deutsche Bank, Rolf E. Breuer, en el semanario
> Die Zeit: “La actual estructura de los mercados
> financieros globales, refleja el canon de valores de la
> sociedad industrial occidental”. ¡Dios no lo
> quiera!
> Sería muy triste que la
> irresponsabilidad, desmesura, prevaricación, el fraude y el
> egoísmo, una vez liberados por los mercados financieros,
> fueran a impregnar nuestra sociedad. Pero no olvidemos: las
> instituciones, creadas por el hombre, acaban por formar,
> moldear a sus creadores. En su novela publicada en 1939
> “Las uvas de la ira”, John Steinbeck nos relata la
> suerte de unos agricultores que, endeudados, y por orden de
> los bancos, deben abandonar sus tierras. Sobre el papel de
> los institutos financieros leemos allí:
> “El banco es algo más que
> hombres. Fíjate que todos los hombres del banco detestan lo
> que el banco hace, pero aún así el banco lo hace. El banco
> es algo más que hombres, créeme. Es el monstruo. Los
> hombres lo crearon, pero no lo pueden controlar”.
> Volver a regular los mercados
> financieros desregulados y renovar nuestro canon de valores
> para que sea más solidario y responsable, son las dos caras
> de una misma moneda que debemos acuñar ahora, para frenar
> la destrucción de la sociedad civil en curso.
> Que la sociedad civil, tal y como
> nos es familiar, no será el final de la historia, eso es
> trigo de otro costal.
>
> La versión original en alemán
> está publicada por el propio autor en su página web. URL:
> http://www.oskar-lafontaine.de/links-wirkt/details/p/1/b/79/f/1/t/oskar-lafontaine-referierte-beim-investmentkongress-der-unicredit-bank-in-muenchen/
> Traducción del alemán:
> tucholskyfan Gabi. URL de esta traducción:
> blogdelviejotopo.blogspot.com.es/2013/10/los-mercado-financieros-desatados-un.html
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