@lecorbusier2
Dos temas me ocupan, en lo que respecta a la actualidad, en este post de hoy. Por un lado el tema del profesorado y premiar o no premiar sus resultados como profesionales, y por otro la propuesta de Garzón, candidato de Unidad Popular, de limitar el salario máximo a diez veces el salario mínimo interprofesional.
Vamos a empezar:
El que habla de los profesionales de la educación con tanta alegría de, “hay que pagar más al buen profesor y al malo menos para que estos se impliquen en los centros donde enseñan” es que no han pisado un centro educativo de enseñanza infantil y primaria, ni tampoco un centro de enseñanza secundaria en su vida o desde hace tiempo. Me da igual que lo diga el experto en educación el señor Marina o que lo diga el Papa. Hasta donde yo conozco si los centros actuales públicos funcionan después de los furibundos ataques de la derechona y de su ariete Esperanza Aguirre a la enseñanza pública y a sus profesionales es gracias a los profesores que han puesto más de su parte que para el trabajo que están contratados. A pesar de los recortes, los insultos, la falta de financiación y todas las zancadillas puestas por parte de las distintas administraciones el profesorado ha sabido mantener su mejor cara y su predisposición para que nuestros chavales no se vieran afectados por este ataque terrorista a la educación lo menos posible. Por lo tanto queridos lectores no se trata de premiar a los buenos y machacar a los malos, esto de lo que se trata de una concepción de la educación elitista donde lo público sea la beneficencia y lo privado la excelencia. Atrás o muy lejos queda aquello de lo que se han olvidados los que aplauden esta nueva ocurrencia, que el problema de la educación es de financiación, de masificación y de olvido premeditado con nocturnidad y alevosía de los que nos mandan.
A otra cosa mariposa.
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