El pasado 20 de octubre Netanyahu levantó un inmenso revuelo internacional al declarar en el Congreso Sionista celebrado en Jerusalén:
Hitler no quería exterminar a los judíos en ese momento. Él quería expulsarlos…Y Amin al Huseini [líder nacionalista palestino, gran muftí de Jerusalén] fue a Hitler y le dijo: “Si les expulsas, van a venir aquí todos”. Entonces, ¿qué debo hacer con ellos? preguntó [Hitler]. Él [Huseini] contestó: “Quémalos”.
Tras estas declaraciones, ríos de tinta han emergido para explicar la relación entre Huseini y Hitler; y, sobre todo, para dejar claro que Netanyahu distorsionó la historia al decir que Hitler no tenía en aquel momento intención de exterminar a los judíos y al detallar un diálogo del que no se tiene constancia documental. Un error imperdonable, y más para el primer ministro de Israel. Sin embargo, esta polémica ha sacado a relucir un asunto poco conocido y muy escabroso: el primer gran líder del nacionalismo palestino era un nazi activo.
Hay cientos de artículos a estas alturas; el historiador Jeffrey Herf ha explicado muy bien toda la polémica. Netanyahu erró al mencionar un diálogo que no está documentado, y además la decisión de exterminar a los judíos, según el consenso académico, se produjo antes de la audiencia entre Hitler y Huseini; pero ello no quita el historial del muftí, que fue colaborador nazi en nómina, perseguido por crímenes de guerra al terminar la Segunda Guerra Mundial y líder en la incitación y planificación del asesinato de judíos durante el Mandato Británico. Ante el estancamiento de un conflicto que dura más de 60 años, es interesante, y muy importante, analizar la influencia del nazismo en las raíces del nacionalismo palestino.
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