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HACIA LA ADOPCION DEL MODELO CHINO DE CUBA

Triunfante la Revolución Cubana, se orientó con rapidez hacia la instauración del comunismo de cuño soviético, en parte por causa de la torpeza política de los Estados Unidos, la misma torpeza que mantiene desde hace cuatro décadas un embargo que sólo sirve para justificar los errores, despilfarros y estancamientos de la economía centralmente planificada. Países europeos comunistas, tecnológicamente mucho más avanzados e integrados al mercado mundial que Cuba, como la República Democrática Alemana, Checoslovaquia y Hungría, se hundieron rápidamente luego del colapso de la Unión Soviética. Uno de los primeros disensos que se plantearon entre Fidel Castro y Ernesto "Che" Guevara fue a propósito de los estímulos para el trabajador. Castro, con mayor realismo político y espíritu pragmático que Guevara, sostenía la tesis del estímulo material, es decir, un mejor ingreso en metálico y bienes de consumo para quienes trabajasen con mayor eficiencia. "El Che", menos político y más idealista, se decantaba por los estímulos morales, lo que equivalía a otorgar únicamente reconocimientos ideológicos y éticos por la tarea bien cumplida. Triunfó la tesis de Fidel. Pero muy pocos pudieron disfrutarla. Raúl Castro, su hermano y sucesor en el poder, ha redoblado en estos días la apuesta por los estímulos materiales, al sepultar el igualitarismo salarial. Es un paso más en el avance hacia una economía menos centralizada y, sobre todo, más afín con la praxis socialdemócrata, hoy identificada con firmeza con el sistema capitalista. De hecho, el modelo que está inspirando sus nuevas medidas es el chino: un régimen de partido único, monolítico, que conduce la política económica reservándose la acción de oro para todos y cada uno de los emprendimientos occidentales cuyas radicaciones apruebe. El fin de la igualdad salarial viene a sumarse a otras disposiciones que tienden a abrir, de manera lenta y prudente, una sociedad en extremo cerrada. En ese contexto se inscriben, por caso, la venta libre de electrodomésticos y teléfonos celulares y la autorización a cubanos para ingresar en hoteles internacionales, que les estaban expresamente vedados. Es posible que en un plazo relativamente breve se abran las fronteras para los ciudadanos de la isla y para quienes se exiliaron y anhelan el reencuentro con sus familiares que quedaron en su patria. Al explicar esta sorpresiva decisión, que en cierto modo es una inserción en la realidad cubana del principio "de cada uno según sus capacidades, a cada uno según sus necesidades", que suele atribuirse a Carlos Marx aunque ya lo practicaban los esenios 2.500 años antes del nacimiento del autor de "El Capital", el viceministro de Trabajo y Seguridad Social, Carlos Mateu Pereira, declaró al diario "Granma", órgano oficial del Partido Comunista Cubano, que "por lo general, ha existido una tendencia a que todo el mundo reciba lo mismo y ese igualitarismo no es conveniente". Por su parte, el vicepresidente José Ramón Machado Ventura, instó al PC a "no tenerles miedo a los altos salarios y aplicar la experiencia donde quiera que sea posible, siempre y cuando se traduzca en resultados concretos". Es que la igualdad retributiva sólo sirvió para estimular el menor esfuerzo. En el caso de los servicios, el pago adicional se hará en función del rendimiento y de la calidad. La experiencia de China ha inspirado a otros países que practicaron el comunismo con resultados también desalentadores. Por ejemplo, Vietnam abrió sus puertas al capital occidental y a cambio de inversiones directas admite hasta formas encubiertas de trabajo esclavo. Sólo han conservado del sistema totalitario el principio del partido único en una economía abierta para la producción y en una sociedad semicerrada. Por una cáustica ironía de la historia, ese sistema fue inventado por un enemigo jurado del comunismo chino, el mariscal Chiang Kai-shek, quien, derrotado en la guerra civil por Mao, se refugió en la isla de Formosa (Taiwán) e implantó el capitalismo, que promovió una verdadera revolución económica. Durante más de tres décadas, la actividad política fue privilegio de un solo partido, el suyo.

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