EL UNIVERSAL DE MEXICO
El régimen comunista generó seguridad, cohesión social y sobre todo identidad, aunque reconocen el lado autoritario del gobierno.
“Vivir sin la URSS fue como no tener sol” 2008-01-28
En el Petrovich Club de esta capital, los clientes pagan por comer alimentos insípidos en sillas desvencijadas colocadas alrededor de tambaleantes mesas de madera.
Tomando como base lo que fueran alguna vez las “stolovayas” (cafeterías normales) o cantinas, la decoración nos lleva de regreso a los sombríos y difíciles años de la Unión Soviética.
Pero los parroquianos no podrían estar más felices.
Las paredes están adornadas con fotos de pioneros sonrojados y los estantes contienen botellas vacías de Portveyne, un vino espantosamente dulce hecho alguna vez en Odessa con 17.5% de alcohol y 9.5% de azúcar.
Los objetos soviéticos de valor histórico hacen que los clientes se remonten dolorosamente a sus recuerdos una y otra vez.
Su fundador, Andrei Bilzho, ex psiquiatra convertido en caricaturista político, abrió el club para preservar los vestigios culturales de un régimen que desapareció hace 17 años.
Bilzho señaló que no le interesa glorificar la era soviética: sus abuelos fueron ejecutados durante el régimen estalinista. El club no tiene fotos de Stalin o Lenin ni ningún otro símbolo político de la era comunista.
“Se trata de preservar una estética”, dijo durante un paseo por el lugar, el cual da la impresión de ser un museo. “La cultura y comida de esa época nos muestran que estábamos detrás de una cortina. Teníamos cosas soviéticas y ahora las estamos perdiendo”, dijo Bilzho. “Ahora somos parte del mundo otra vez, así que no hay nada especial”.
El sitio es manifestación de una ola de nostalgia que se está extendiendo por toda Rusia. Restaurantes como Petrovich Club- que sirve los platillos sencillos de la era soviética-se ven cada vez más en Moscú y San Petersburgo.
Este “movimiento nostálgico” no es un llamado a regresar a la era soviética. Sus seguidores no extrañan las interminables filas, los campamentos para prisioneros, la censura o las fronteras cerradas. Pero sí extrañan los momentos dulces porque, a pesar del horror, dicen, la Unión Soviética tenía sus encantos.
Para algunos, los sentimientos son complejos y sus recuerdos una mezcla de añoranza y repulsión.
“Por supuesto no fue un sistema admirable”, dijo Bilzho. “Pero para muchos de nosotros, coincidió con un periodo en el que éramos jóvenes o niños. Es imposible olvidar esa época de tu vida”.
Rusos más jóvenes utilizan blogs y chats para rememorar su infancia en la Unión Soviética e intercambian fotos de objetos soviéticos de valor histórico, incluyendo insignias del Komsomol (organización juvenil del Partido Comunista) y máquinas expendedoras de agua mineral.
“Creo que todo mundo siente una cierta nostalgia por la Unión Soviética”, dijo Zhanna Sribnaya, escritora de 37 años originaria de Moscú. “Nos acordamos de cuando el helado costaba siete kopeks y de los campamentos de los Pioneros (similares a los exploradores), cuando todos podían ir de vacaciones al mar Negro... ahora sólo la gente con dinero puede hacerlo”.
Fue una era de tiranía, miedo y desconfianza, reconocen. Sin embargo, el régimen comunista aportó algo de seguridad y cohesión social, cosa que se perdió al abrirse la sociedad. “Desde el jardín de niños, sabíamos que todo sería gratis: el kinder, la primaria, la universidad”, dijo Sribnaya. “Después de eso, nuestro gobierno nos diría dónde trabajaríamos”.
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