Aporte, hasta ahora inédito, para el homenaje del 65 aniversario de Dieter Frielinghaus el 14 de noviembre de 1993. [In: K. Gossweiler, contra el revisionismo, Verlag der zur Förderung wissenschaftlichen Weltanschauung, Munich. 2ª ed. 2004, p.387-398. (N.T.)]
El 7 de octubre de este año la RDA habría hecho 44 años.
El 3 de octubre de este año (1993), los actuales vencedores de la historia celebraron el 3º aniversario de la exitosa anexión de la RDA, llamada ‘adhesión’.
Por esta razón hubo, en los medios de comunicación, comentarios de los vencedores y de los vencidos sobre la caída de la RDA.
No obstante, los comentarios que más me irritaron no fueron los de los ganadores, sino los de los miembros de mi partido, el SPD, como el siguiente:
Reiner Oschmann: “El socialismo oxidado, apoyado por nosotros, ni era defendible, ni valía la pena defenderlo“. (1)
Para recomponerne de este tipo de declaraciones acordes con la derrota, desenterré un viejo artículo escrito por Clodomiro Almeyda, presidente del Partido Socialista de Chile, que buscó y encontró asilo en la RDA, huyendo del fascismo de Pinochet, sobre el día de la introducción del DM(2), el 2 de julio de 1990, en la entonces todavía existente RDA:
“En la noche del 1 al 2 de julio murió de facto de la República Democrática Alemana. (…) Para nosotros, los chilenos, que vivimos muchos años en la RDA, donde fuimos recibidos con generosa y solidaria hospitalidad, desapareció en esta noche nuestra segunda patria, nos fue arrebatado algo que amábamos y que era parte de nosotros. Desapareció una sociedad que -a pesar de sus deformidades, deficiencias y debilidades, que conocíamos y lamentábamos- en su esencia era una sociedad democrática y que aspiraba a la igualdad“.(3)
Definido el tema -¿Por qué se derrumbó la RDA?-, quiero plantear la cuestión desde el principio: ¿Está el final de la RDA, en verdad, caracterizado correctamente con el término “colapso”?
Hanfried Müller, teólogo marxista cultísimo y editor de la revista Weißenseer Blätter, conocida mucho más allá de Berlín-Brandeburgo y tal vez hasta famosa, publicó aquí hace algún tiempo un artículo titulado: “Colapso, ¿contrarrevolución o ambos?“, el cual también fue publicado en Neues Deutschland, en una versión reducida.(4)
Dice: “La palabra ‘colapso’ despierta, en primer lugar, el pensamiento sobre razones internas: el colapso de algo inválido o la implosión de un edificio cayendo sobre sí mismo. Si alguien fuese asesinado, no se hablaría de un ‘colapso’.
A diferencia de la palabra “colapso”, la palabra “contrarrevolución” contiene la idea de la lucha del enemigo, sí, de la lucha de clases y enemigo de clase(…)
Si alguien es derrotado en una contrarrevolución, no solamente encuentra la culpa en el hecho de haber ejercido el poder, sino en el de haberlo perdido“.
E.H.M. responde así a la pregunta del título: “Se trata manifiestamente de ambos: el socialismo sucumbió en una contrarrevolución“.
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