Queridos camaradas comunistas,
Me dirijo a vosotros en uno de los momentos más dramáticos en la historia de nuestro país. Durante los trágicos acontecimientos de los últimos tres meses, se ha derramado sangre, ha muerto gente. La integridad territorial de Ucrania se ha visto amenazada, su existencia misma como Estado soberano, independiente y unido.
Estos acontecimientos tienen un carácter ambiguo. La participación en ellos de gran cantidad de gente refleja el profundo descontento en la sociedad con la política del régimen de Yanukóvich y de su entorno, que han mostrado su incapacidad a la hora de gobernar el país, engañando al pueblo, incumpliendo todas sus promesas preelectorales y abandonando cobardemente su puesto en el momento más difícil.
La desvergüenza con la que se ha enriquecido el clan formado en torno a Yanukovich, que recibió el nombre de “Familia”, ha alejado de ellos a la mayoría de sus partidarios y electores.
Pero las manifestaciones de protesta de las masas no adquirieron el carácter de confrontación de clases. Esa lucha cruenta se ha producido entre los dos grupos de la misma clase de explotadores, la burguesía oligárquica, de los cuales la mejor preparada ha resultado el grupo que ha unido a las fuerzas proocidentales, nacionalistas de ultraderecha. Estas fuerzas han sabido hábilmente utilizar el descontento de la gente y con su ayuda consumar un golpe de Estado.
Al mismo tiempo, Occidente abiertamente, sin ceremonias, se ha inmiscuido en los asuntos internos de nuestro país, apoyando al actuación de las fuerzas ultraderechistas, por cuanto están encaminados a una profunda transformación de la situación geopolítica en Europa y el mundo, a destruir los lazos de varios siglos, económicos, culturales y espirituales de los pueblos ruso y ucraniano y de los demás pueblos hermanos de la antigua Unión Soviética, entregando a Ucrania como protectorado de los EEUU, la UE y la OTAN, del FMI y de varias multinacionales.
La actuación de los grupos ultraderechistas, encabezados por fuerzas abiertamente neonazis, surgidas al calor del régimen de Yanukovich, y herederas ideológicas de los ocupantes hitlerianos, van acompañados por un nuevo y extremadamente peligroso resurgimiento de la histeria anticomunista, que se manifiesta en la destrucción generalizada de los monumentos a Lenin, a los héroes de la Gran Guerra Patria, por asaltos criminales a las sedes de nuestro partido, en Kiev y en otras ciudades del país, por el terror moral y físico contra los comunistas y en las exigencias de prohibir la actividad del Partido Comunista.
Todo esto deja bien a las claras, que las fuerzas que se han hecho con el poder, pueden recurrir a cualquier acto ilegal, sin detenerse ante posibles represalias, no solo contra los dirigentes del partido, sino contra los comunistas de base. Hay que estar preparados para eso.
En la situación que se ha generado, la más importante de las tareas que tenemos por delante, es mantener la estructura del partido, sus cuadros, estar alerta y no caer en provocaciones.
Es vital utilizar todas las posibilidades para explicar a los trabajadores el sentido del golpe que se ha dado y el peligro de las consecuencias que acarreará para las gentes sencillas: un dramático empeoramiento de la economía, crecimiento del desempleo, impago de salarios y pensiones, subida de precios y tarifas, el desenfreno de la delincuencia y el empobrecimiento de la gente.
La dirección del partido, nuestro grupo parlamentario en la Rada, va a hacer todo lo posible, para en estas dificilísimas condiciones, defender los intereses de los trabajadores, conservar el partido y defender la unidad del país.
Querido camaradas, ante el partido, ante cada uno de nosotros, se presentan nuevos y difíciles desafíos. Unamos nuestras filas, multipliquemos los esfuerzos en la lucha por una causa justa, como es el socialismo.
Piotr Simonenko
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