He de confesarlo, estoy a favor de las concertinas sangrientas apoyadas si es necesario por los cangrejos metálicos y automatizados que escupían balas a toda mecha idénticos a los de la película Robocop para proteger nuestras fronteras antes los ataques de los indeseables que intentas saltárselas por las buenas con la intención de quitarnos todo lo que tenemos.
Es verdad que he de aclararles que a las fronteras que me refiero son a esas que dividen lo que es de todos, o sea lo público, de la rapiña de la iniciativa privada; que a los ataques de los indeseables me refiero son a todos aquellos que nos roban sin cesar o que “reforman” nuestros derechos para dejarlos tan hecho unos zorros, que no sé porque se siguen llamando “derechos” y que todos esos derechos tendría estar con concertinas, con minas antipersonal, con bombas de racimo, y con armamento nuclear para que estuvieran siempre protegidos y no al vaivén de unos payasos que no creen e ellos y que en quince días hacen saltar por los aires todo aquello que se ha tardado años en conquistar. Porque como hemos dicho muchas veces, los derechos, las conquistas sociales deben y tienen que estar en nuestro ADN social sin que puedan ser tocados para empeorarlos y a salvo de los grandes bancos o corporaciones financieras las cuales tendrían una orden de alejamiento judicial de al menos 500 kilómetros de ellos.
¿A que usted también está a favor de esas concertinas ahora?
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