LA REALIDAD ESCONDIDA
El llamado “derecho a una muerte digna”, es un tema bastante controvertido y polémico. Quien ha vivido situaciones cercanas a la muerte (natural, no por causas externas), es más susceptible de comprender el contenido de este artículo. Debemos llegar a entender, que si exigimos dignidad y respeto, no lo exigimos únicamente para la edad adulta, sino de principio a fin de la vida.
La geriatría, desde el punto de vista sanitario, es un campo de actuación donde más que alcanzar objetivos, se busca mantener a lapersona anciana en el mejor estado posible para que tenga la mejorcalidad de vida posible. El efecto de las enfermedades y el “desgaste” por la edad, es lo que pretendemos minimizar, para que toda persona viva dignamente, de principio a fin.
El problema que expongo, es el que se da cuando la persona anciana no es capaz de regirpor sí misma su propia vida. Cuando, voluntaria o involuntariamente, se delega nuestra vida y nuestra dignidad en otras personas. Esa persona anciana, que podría decirse quemás que vivir, sobrevive, ni merece ese trance, ni estaría de acuerdo con él. En muchas ocasiones (y cuando se hacen las cosas bien), ésta persona está bajo los efectos de la medicación (más o menos potente) para que pueda morir “naturalmente” y no sufra. Pero… ¿Y qué pasa con el sufrimiento de aquellos que acompañan al anciano? ¿Qué ocurre cuando la agonía del final de la vida, no lo sufre la persona hospitalizada sino los demás?
Es por ello, que quiero reclamar y reclamo, aquí y ahora el derecho a una muerte digna. El derecho a la eutanasia, para evitar que cuando se sabe que una persona va a fallecer, se prolongue hasta el máximo el último suspiro. Reclamo e invito a que reclaméis conmigo, la legalidad de la eutanasia y el derecho a una muerte digna. El derecho a que, si en vida, esa persona deseó para sí misma y para los demás un final sin sufrimiento, se respete su voluntad, transmitida a través de los demás, si fuera necesario. Si nadie es quien para imponernos sus creencias, ¿por qué iba a ser menos en la última etapa de la vida?
Como sabe bien el lector, mis artículos no están destinados a imponer sino a hacer reflexionar. De este modo, me gustaría que se empatizara con esa persona en ese estadío de la vida. En este momento decisivo, la persona está a merced de los sanitarios, que deciden en su nombre ofrecer servicios que más que salvar,prolongan algo improlongable. ¿No preferiría usted, que lee estas líneas, descansar en paz, en lugar de que se le imponga un final indigno?
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