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LA URSS 1924-1953 GOBIERNO DE STALIN


La obra de Stalin, se ha revelado eficaz. Pero sus sucesores no continuaron su línea política, tanto en el interior como en sus relaciones internacionales y de ahí vino el derrumbe de la URSS
Manuel Taibo en Aporrea
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-->Con la muerte de Lenin llegó la hora de un nuevo jefe revolucionario en Rusia. Stalin rigió con mano férrea el país desde la muerte de Lenin hasta su propia muerte en 1953, y consiguió elevar el nivel de aquella Rusia, que era un país subdesarrollado en tiempos de los zares, hasta la altura en que se encuentra actualmente. A continuación se van a estudiar los principales pasos dados por Stalin para alcanzar esta situación en el espacio de tiempo transcurrido entre las dos guerras mundiales. La primera tarea a que se entregó el georgiano consistió en la derrota de todos aquellos rivales que podían aspirar a la jefatura del Partido y con ello el control total del nuevo país socialista. Stalin no tenía al principio otro cargo que el de Secretario General del Partido, aparte de ser miembro del Politburó. Junto con él, formaban parte del organismo más elevado de la Unión Soviética, Trotski, Bukharin, Kamenev, Rykov, Tomsky y Zinoviev. Las opuestas ambiciones de los miembros de este Politburó supieron encontrar pretextos doctrinales para justificar sus posiciones. En un principio se enfrentaron las tesis de Bukharin y Trotski, la primera en apoyo de una política moderada, la segunda de una actuación radical, opuesta a cualquier cooperación en el campo internacional, decidida defensora de la teoría de la revolución permanente como medio de triunfar la propia. Pero el carácter extremista de esta tesis y la escasa flexibilidad, de su defensor determinaron la oposición de elementos que en parte le eran favorables, como Zinoviev. Stalin apoyó a Bukharin y procuró aislar a Trotski, indudablemente la personalidad más acusada tras la muerte de Lenin. Por otra parte, desde su cargo de Secretario del Partido consiguió crearse una clientela propia facilitando el acceso a cargos dentro del mismo a individuos que le eran partidarios y alcanzando el control de la G.P.U., la maquinaria coercitiva del Estado soviético. El mismo Ejército, a pesar de que había sido creado por su rival en la guerra civil, se fue decantando a su favor y abdicando de sus veleidades de independencia. El resultado de esta política se vio inmediatamente. En el IV Congreso de la Komintern se pusieron frente a frente las dos tesis. Stalin defendió en ella la idea de una Revolución exclusivamente nacional, como punto de partida de la mundial. Es decir, sostenía la opinión de que se trataba de una lucha entre un centro de la revolución comunista, con sus posibles aliados, y un centro del capitalismo. Del éxito de la revolución en Rusia dependería el de la revolución mundial. Trotski, por el contrario, afirmaba que la Revolución no podría triunfar en Rusia si no era apoyada por movimientos análogos desarrollados en todo el mundo. Triunfó la tesis de Stalin y sus consecuencias fueron la expulsión de Trotski, en 1925, de su cargo de Comisario de Guerra. Y, al año siguiente, como miembro del Politburó. En 1926, la evolución de la pugna por el poder condujo a la formación de tres facciones en el seno del Politburó: un “ala derecha” dirigida por Rykov y Bukharin, un “ala izquierda” constituida por Kamenev y Zinoviev, y un centro que encabezaba Stalin. Kamenev y Zinoviev fueron expulsados del Politburó en 1926, juntamente con Trotski. En los años 1927-1928 fueron expulsados del Partido, Trotski y Zinoviev, y el primero de ellos deportado a Alma Ata, en el Kazakstán. En 1929 fue desterrado a Constantinopla, de donde partió hacia América, donde logró asilo en México, Por poco tiempo, ya que en 1940 fue asesinado por un comunista español, llamado Ramón Mercader. Los enemigos del ala derecha sufrieron igual suerte. Tomsky se había unido a ellos, y en 1929, éste, junto con Bukharin y Rykov fueron expulsados por Stalin del Politburó. En este mismo año, los elementos del Politburó eran, además de Stalin: Molotov, Vorochilov, Kalinin, Kuibichev y Rudzutak. Puede fecharse en diciembre de este año de 1929 el comienzo del gobierno de Stalin y el cambio de orientación de la Revolución Rusa, ahora dependiente de modo total de la actuación y de las orientaciones e interpretaciones que Stalin daba a las doctrinas Marxistas leninistas. Para conseguir el triunfo total de la Revolución en Rusia era imprescindible elevar su nivel de vida, convertir un país hasta ahora esencialmente agrario en un Estado industrial. Para lograrlo resultaba inevitable un profundo viraje de la política de transacción inaugurada con la N.E.P. Esta política, en efecto, había engendrado, como Lenin había previsto, una clase de propietarios rurales, los kulaks, que se oponían a todo intento de colectivización y que se constituían así, de un modo declarado, potenciales enemigos de las ideas marxistas. Stalin no vaciló. Emprendió una campaña contra los kulaks a los que sacó del camino en unos meses. A los kulaks siguieron los pequeños propietarios que, a la vista de lo ocurrido con los grandes, preferían matar el ganado e inutilizar las cosechas antes que entregarlas al gobierno. Pero Stalin había dispuesto el establecimiento de dos nuevos tipos de explotación agraria: los koljoses (granjas colectivas) y los sovjoses (granjas estatales). El campesino se encontraba equiparado en ellas al obrero de las ciudades, percibiendo un salario por su trabajo, pero la falta de estímulo que esto suponía, tan contrario a la mentalidad campesina, determinó una espectacular fuga del campo a la ciudad. Primer plan quinquenal. Stalin, en junio de 1931 anunció que todo componente de un koljoses tendría derecho a una pequeña parcela de terreno cuya explotación sería beneficio propio, así como a un número limitado de cabezas de ganado. Se redujo la participación de los koljoses en beneficio del Estado para incrementar la remuneración de los koljosianos, y el Estado se encargó de proporcionar maquinaria agrícola en la medida en que se iba fabricando, y asimismo semillas seleccionadas para mejorar la producción, en especial de cereales. Los sovjoses serían solamente granjas de experimentación, levantadas sobre tierras nuevas o abandonadas, empresas modelo que servirían de campos de ensayo para nuevos sistemas agrícolas que podrían instaurarse posteriormente en los koljoses. Estas medidas alcanzaron un gran éxito y constituyeron en realidad la base del triunfo de la edificación socialista. Pero esto no constituía más que una parte, aunque la más importante, del primer plan quinquenal. Se empezó a preparar éste en el año 1925, pero su establecimiento se produjo entre los años 1928 y 1929. La idea central era la de industrializar a Rusia, pero sin requerir el concurso de capital extranjero. Pareció al principio que esta idea no sería realizable, pero no se contó con el sistema de trabajo implantado y con que la financiación del plan se confiaba a la producción agrícola. La financiación, en efecto, reunía los siguientes puntos: más de la mitad del costo del plan sería sufragado por los beneficios de las empresas estatales, un 27% sería suministrado por los impuestos sobre las mismas empresas, el resto sería aportado por empréstitos a los que deberían contribuir las empresas. Los objetivos de este primer plan eran los siguientes: la industria debía multiplicar por 3 su producción, la electrificación por 5,3, la agricultura en 3.6. La industria pesada tendría prioridad sobre todas las demás y en especial sobre la producción de bienes de consumo. Se había de llegar a lo máximo en los sectores de fuentes de energía, en la explotación de carbón y petróleo. Los resultados del primer plan quinquenal, constituyeron un éxito definitivo, significaron un avance económico notable: se triplicó la extracción del petróleo y la fabricación de acero, se crearon grandes centros industriales en los Urales y en Siberia, se construyeron canales, carreteras, centrales eléctricas y ferrocarriles, se modernizó el Ejército, la Marina y la Aviación, se empezaron a construir en serie gran número de tractores y maquinaria agrícola. Pero el avance mas espectacular se dio en el campo de la Educación, hecha obligatoria, que acabó con el analfabetismo, y en los deportes y diversiones, como el cinematógrafo y el teatro. Segundo y tercer planes quinquenales. La planificación estatal de la Economía continuó sobre el mismo camino en años sucesivos. El segundo plan quinquenal (1933-1937) fue más factible gracias a un mayor número de inversiones y a una técnica más adelantada. Se distinguió porque, aun concediendo un lugar de favor a la industria pesada, se procuró aumentar la producción de los bienes de consumo. En resumen, el segundo plan quinquenal logró el 102% sobre lo calculado. Este plan otorgaba una mayor remuneración a los trabajadores. Se estableció el salario proporcionado a la producción, la competencia de las empresas socialistas; pero al mismo tiempo se crearon cuadros técnicos que dirigían el proceso de producción. Se impuso definitivamente el sistema de koljoses gracias a las mejores condiciones otorgadas a los campesinos. A mitad del segundo plan quinquenal, la mejora del nivel de vida era incontestable. Un atentado causó la muerte del jefe del Soviet de Petrogrado, Kirov, miembro del Politburó desde 1930. El crimen fue realizado por un comunista expulsado del Partido, el asesinato se había llevado a cabo en 1934: Zinoviev y Kamenev fueron expulsados a Siberia, acusados de ser los instigadores del atentado. El tercer plan quinquenal (1938-1942) se anunciaba prometedor, pero la II Guerra Mundial cortó este desarrollo, y todo el esfuerzo de la Unión Soviética se concretó en el triunfo sobre los alemanes y sus aliados. La Constitución de 1936. La estabilización de la Revolución en la Unión Soviética hizo nacer la necesidad de regular de un modo general el sistema político, social y económico ya establecido. Las Constituciones de los años 1918-1924 habían sido en realidad “Constituciones de guerra”, reglamentos para conseguir los objetivos de socialización que las ideas marxistas perseguían. Pero alcanzados estos objetivos, los motivaron para hacer una nuevo Código político para el país. En virtud de la misma, la Unión Soviética se compondría de 11 repúblicas federales, las seis citadas en la Constitución de 1924, Rusia, Ucrania, Transcaucasia, Rusia Blanca o Bielorrusia, Uzbekistán y Turkmenistán, más cinco que se reconocían ahora: la antigua Transcaucasia se desdoblaba en tres (Georgia, Armenia y Tadzhikistán). Incluía, además, el inmenso Estado ruso 22 Repúblicas autónomas, 9 Territorios autónomos y 12 Distritos nacionales. El sistema político, era federal. El gobierno de Moscú se reservaba como materias propias de su jurisdicción los Asuntos Exteriores, el Comercio Exterior, Guerra, Marina y Aviación, Transportes y Comunicaciones, y la dirección política económica del Estado. Cada una de las 11 Repúblicas federales podría legislar sobre Justicia, Administración interior, Educación, Higiene y servicios sociales. Pero la dirección política y económica era competencia del poder central. El federalismo se advertía también en la defensa de las 185 lenguas regionales; pero el ruso se declaraba idioma oficial de la Unión y su conocimiento era imprescindible a todo ciudadano. Esta nueva ley constitucional disponía el derecho a la propiedad privada, siempre que no se refiriera a los medios de producción que quedaban reservados al Estado y a los koljoses. Y lo que era más sintomático, se admitió también la legitimidad de la herencia, sin limitación máxima, lo que suponía un formidable incentivo para el ahorro y para el rendimiento en general del trabajador. En suma, esta Constitución de 1936 estaba de acuerdo con los principios democráticos en uso en el occidente europeo; pero se supeditaban a la supervisión del Partido Comunista, único autorizado, que constituía la vanguardia de los trabajadores y obraba en consecuencia. El Partido, a su vez, estaba regido por el Comité Central. El Politburó en 1936, en el año de la Constitución, estaba compuesto, de: Stalin, Molotov, Vorochilov, Kalinin, Kaganovitch, Ordjonikidze, Andreiev, Chubar y Mikoyan. Stalin, no desempeñó ningún cargo en la administración oficial del Estado hasta el estallido de la II Guerra Mundial. La gran depuración, 1936-1938, La Finanza Internacional y la CIA en acción, confabulados con Trotski, su familiar y agente, y los (seudo-comunistas); es decir en plena guerra civil española y cuando en Europa se estaban fraguando los prolegómenos de la segunda conflagración. Es necesario recordar que los hombres que detentaban los puestos claves del poder en esa época en la URSS, obedecían a Trotski, en su gran mayoría eran judíos. El secreto lo tiene la mujer de Lenin, la Krupskaya. Ella sabía quién era realmente Trotski; ella convenció a Lenin para que aceptase a Trotski. Si no lo acepta, Lenin hubiera seguido bloqueado en Suiza; ésta ya era una poderosa razón para él y también lo fue el saber que ayuda traía Trotski a la revolución. Supo Lenin, desde luego, que Trotski traía el dinero y poderosas ayudas internacionales; el vagón precintado atravesando toda Europa, cargado de armas fue la demostración. (Givotovsky, banquero, magnate petrolero, suegro de Trotski; suministró petróleo a Hitler, hoy sus descendientes son los mayores comercializadores de crudo del mundo). ¿Fue simplemente el deseo de Stalin de mantenerse en el poder eliminando a todos los posibles rivales? ¿Quisieron éstos, “probados comunistas”, organizar una “oposición legal” dentro del régimen? ¿Hubo en realidad contactos con potencias extranjeras, y tentativas de derrocar el régimen soviético, tal como constó en las acusaciones? Estos tres motivos, han sido aducidos para explicar la depuración en los cuadros directivos de la Unión Soviética, y aun de las protestas que los “socialistas”, del mundo dirigieron al gobierno. El asesinato de Kirov fue el fulminante que desató la acción. Esto llevó, a la destitución de Yagoda, comisario del pueblo para Asuntos Interiores y, por lo tanto, jefe de la N.K.V.D., colocando en su lugar a Yezhov, el funcionario que desempeñó el papel más activo en la depuración. En agosto de 1936, el fiscal del Estado, Vichinski, iniciaba el llamado proceso de los 16, entre los cuales se hallaban Kamenev y Zinoviev, acusados de mantener contactos con la Gestapo y con Trotski. En enero de 1937 se abría el proceso de los 17, encabezados por Radek, Sokolnikov, Piatakov, que fueron condenados a muerte, mientras a Radek y Sokolnikov se les concedía diez años de prisión. En el mismo año de 1937 se iniciaba el proceso contra el mariscal Tukhacheski, que fue condenado a muerte y ejecutado. Este proceso abrió el camino a una depuración en el Ejército, de la que cayeron víctimas dos mariscales más, 13 generales, 62 comandantes de cuerpos de ejército y un número de oficiales del mismo. En 1938, tuvo lugar el último proceso, denominado de los 21. Rykov, Krestinski, todos sin excepción fueron ejecutados. Yagoda, fue ejecutado en marzo de 1939 juntamente con Bukharin y Rykov, el mismo fin tuvo el jefe de la G.P.U. Yezhov, que fue sustituido por Beria. Política exterior de Stalin. La política exterior de la Unión Soviética al principio estuvo determinada por el idealismo de considerar posible una revolución mundial análoga a la suya. Los fracasos de los movimientos comunistas en Alemania y Hungría, abrieron los ojos a los revolucionarios rusos. Junto a la política interior ya estudiada de hacer la revolución propia, se abrió paso la idea de mantener relaciones normales con los demás países, sin renunciar naturalmente a una posible intervención, como ocurrió en el caso de la guerra española. Esta nueva política se inició con el Tratado de Rapallo y continuó en 1926 con el Tratado de Berlín, consecuencia de los acuerdos de Locarno de 1925 entre Alemania y las potencias occidentales. Este Tratado, en efecto, daba como definitivas las fronteras alemanas del Oeste, pero le dejaba las manos libres en el Este, lo que movió a Stalin a buscar una garantía ante la posibilidad de un ataque germano. La agravación de las relaciones diplomáticas con el Extremo Oriente, que condujeron a la ruptura de las relaciones diplomáticas con la China de Chiang-Kai-shek, y la llegada al Comisariado de Asuntos exteriores de Máximo Litvinov determinaron un cambio en la orientación diplomática de la Unión Soviética, que se concretó en un mayor contacto con el Oeste europeo, con Turquía y con Estados Unidos. Abrió camino a este cambio un pacto firmado con Turquía en 1929, que se renovó en 1931 y en 1935, garantizando la seguridad de las fronteras meridionales de Rusia en el occidente de Asia. En 1933 era reconocida la Unión Soviética por Estados Unidos, por Bélgica y por la España republicana. Toda esta orientación fue premiada con la entrada de la Unión en la Sociedad de Naciones en 1934, dándole incluso un puesto entre los países permanentes. La entrada se hizo, con la protesta de Suiza, por 39 votos a favor, 3 en contra y 7 abstenciones. La Unión Soviética había abandonado su aislacionismo y venía a significar un contrapeso en el oriente europeo frente al nacionalsocialismo que se alzaba amenazador en Alemania. El papel internacional de la Unión Soviética aumentó, pues considerablemente en estos años de gobierno socialista. En 1936 conseguía en Montreux, con motivo de la Conferencia celebrada en esta ciudad para tratar del estatuto de los estrechos turcos, unas ventajas que los zares no habían logrado en dos siglos de actuación. La cada vez más inestable situación internacional en los años 1938-1939 dibujó claramente la política de Stalin. No intervenir en ninguna guerra europea, prepararse reforzando las fuerzas armadas y tratar de beneficiarse de la posible guerra con una entrada a última hora, cuando cansados los beligerantes, se pudieran lograr fácilmente objetivos expansionistas. Coronamiento y cifra de esa política fue el pacto de no agresión germano-soviético en agosto de 1939, derivado de la rendición de los gobiernos de Inglaterra y Francia en Munich en septiembre de 1938. Stalin había visto que la guerra entre Alemania y las potencias occidentales era inminente, que estas últimas no podrían garantizar la independencia de Polonia y que el pacto le dejaba el campo libre para actuar. Por lo que respecta al Extremo Oriente, la política internacional de la Unión Soviética en estos años se caracterizó por una mayor prudencia con el Japón que la observada por el régimen zarista. Este país había reconocido a la Unión Soviética ya en 1929; en 1933 hubo de admitir la creación del Manchukuo independiente. Pero compensó esta derrota diplomática con la creación de una Mongolia Exterior, bajo control de la Unión, con la firma de pactos adecuados en 1934 y 1936. El poderoso impulso de la Unión Soviética en Asia. Colosales ciudades fueron surgiendo en este periodo: en la misma raya de los Urales, Magnitogorsk, convertida en uno de los principales centros industriales del acero de todo el mundo. Y se transformaron también en grandes urbes Irkutsk y Omks. Tomsk y Krasnoyarsk, Khabarobsk y Nobosibirsk, Stalinsk y Komsomolsk, entre otras. El estudio científico del subsuelo siberiano mostró una potencia minera extraordinaria en carbón, petróleo y hierro que empezaron a ser explotados en grandes proporciones. Se construyeron en plazos brevísimos una doble vía del Transiberiano que entró en explotación en 1939; un nuevo ferrocarril, llamado Turksib (Turkestán-Siberia), realizado en cuatro años (1926-1930), de 1400 Km. De longitud, que enlaza estas dos regiones asiáticas de la Unión. Gracias a él, el trigo de Siberia llegaba fácilmente al Turkestán. Otro ferrocarril fue terminado en 1929 uniendo Siberia con el Sin-Kiang (Turkestán chino), de manera que la capital de esta región, Urumchi, adquirió la importancia de gran mercado, que ha aumentado todavía al continuar los chinos la construcción del ferrocarril que enlaza Pekín, Shanghai y Cantón. Al mismo tiempo, la Unión Soviética creaba y desarrollaba líneas de aviación que enlazaban todas las grandes ciudades surgidas en la enorme Siberia, para facilitar el traslado de viajeros y de materias primas. Algo parecido hizo el Estado soviético en los países árticos. Desde la formación de equipos de científicos para estudiar aquellos remotos parajes, hasta la construcción de rompehielos para la mejor explotación y la instalación de centros de investigación y de aeropuertos, la obra ha sido completada con objeto de explotar sus recursos naturales y facilitar bases estratégicas para la política exterior de la Unión. En febrero de 1946 hubo elecciones en la Unión Soviética para designar los 1339 miembros del Soviet, el organismo legislativo de la Unión. El 99,18% de los 101.000.000 de electores votaron por unanimidad, por elementos del Partido Comunista. El Politburó, estaba formado en 1946 por los siguientes miembros: Stalin. Molotov, Vorochilov, Kaganovitch, Andreiev, Mikoyan, Zdanov, Kruschev, Beria y Malenkov. Una reorganización del gobierno eligió a Stalin, como Presidente, Ministro de la Defensa y Secretario del Partido. Molotov de Asuntos Exteriores y primer Vicepresidente; fueron también vicepresidentes Beria, Malenkov, Mikoyan, Andreiev, Vorochilov, Kossygin, Kaganovitch y Voznessinski. El resto del gabinete estaba integrado por un centenar de jefes de las ramas de la Administración rusa. La más urgente labor de este equipo consistió en la reconstrucción del país, desvastado por la guerra en grado extraordinario. Aparte de los 25 millones de muertos, y casi un número igual había quedado sin hogar a causa de la destrucción de ciudades y pueblos (unos 76.000). Más de 6.500 Km. de vías férreas habían quedado fuera de uso y millares de establecimientos industriales se habían arruínado. Se fijo un plan quinquenal para los años 1946-1950, en el que se preveía el aumento de bienes de consumo para dar satisfacción a la población, pero la situación mundial continuó exigiendo una dedicación mayor a los bienes de equipo y a la fabricación de armamentos, entre los que ocuparon primacía los destinados a lograr la bomba atómica. En 1951 comenzó el quinto plan quinquenal, que siguió el trazado del plan anterior en cuanto a las obras de reconstrucción, al aumento de los bienes de producción y al progreso de los bienes de consumo. Obras señaladas de este plan fueron la descentralización de la gran industria, que empezó a desarrollarse en Asia Central rusa y en los Urales, los grandes proyectos de irrigación y de producción de energía eléctrica y el establecimiento de centros investigadores y productores de armas nucleares. Ningún país del mundo ha experimentado jamás una época de construcción tan intensa como la que empezó en la Unión Soviética en virtud de los planes quinquenales. No sólo se construyen multitud de fábricas, minas, puertos marítimos y fluviales, carreteras y ferrocarriles, sino también grandes ciudades. Todas estas obras requieren una inmensa cantidad de materiales de construcción. El 5 de marzo de 1953 murió “Iossif (José) Vissarionovitch Djugatchvili”, nombre autentico de Stalin con el que es conocido. Stalin. Su gobierno había durado 24 años. La obra de Stalin, verdadero jefe, se ha revelado eficaz. Pero sus sucesores no continuaron, en realidad, su línea política, tanto en el interior como en sus relaciones internacionales y de ahí vino el derrumbe de la URSS. ¿Quiénes podían continuar su Obra, el campesino Nikita Kruschev; el tecnócrata y burócrata, Gorbachov? Es evidente que toda reflexión sobre el pasado se hace desde una determinada plataforma, desde una situación dada que de alguna manera conforma y explica la visión misma de ese pasado, aunque luego nos esforcemos noblemente por entender “las otras historias” y los ajenos horizontes.

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