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VIAJE A BULGARIA




Cubamatinal


Mi Querida Ofelia,


Te estoy escribiendo desde la bella isla de Ischia pues estoy en casa de mi hermano Albertone pasando unas magníficas vacaciones tirrénicas en familia. Como tengo un poco de tiempo tomé la sabia decisión de invertirlo en escribirte por fin, a propósito de nuestro viaje por tierras búlgaras, a partir de los apuntes que tomé en mi carnet de voyage en aquel momento.
El 27 de octubre, día de nuestro aniversario de bodas, en sólo dos horas pasamos a un mundo distinto al cual estamos habituados. Al bajarnos del avión un enorme cartel nos anunciaba Welcome to Sofía. La señora policía de la aduana, super maquillada con colores violentos y con uñas que parecían garras, mientras analizaba nuestros pasaportes nos lanzaba miradas inquisitoriales estilo compañera.
Pasamos una semana en el hotel Sofía Hilton, situado estratégicamente en el corazón de la ciudad. Es un hotel inaugurado hacía apenas seis meses, con un lujo ultramoderno que contrasta con la pobreza que reina en la capital búlgara. Por todas partes se pueden ver a personas, sobre todos viejitos o niños, que tratan de encontrar algo de comer en los basureros. Los salarios son apenas un 20% de los salarios franceses y sin embargo los precios de los alimentos en los supermercados son iguales a los de París.
El 75% de la población vive en condiciones de penuria debido a que el 40% de la población activa está sin trabajo.
Las pensiones de los retirados son comunistas (una buena pensión es de 50 dólares al mes) y sin embargo los precios son capitalistas. Por lo tanto, te da la impresión de que viniendo de Francia eres riquísimo, puesto que los precios de las entradas de los museos, teatros y excursiones siguen siendo los de antes.
Sofía es una ciudad devastada, apuntalada, en ruinas, salvo en las avenidas principales donde los nuevos ricos han restaurado edificios del siglo XIX o del XX, anteriores a la Segunda Guerra Mundial, cuando el tiempo se detuvo.
Esos inmuebles se han convertido en espléndidos palacetes residenciales o en tiendas de lujo; a lo largo de la avenida Vitocha se encuentran todo tipo de boutiques de artículos lujoso. Uno se pregunta, ¿Cómo es posible tanta tienda de lujo rodeada de miseria? La explicación está en que las mafias rusas y búlgaras blanquean el dinero obtenido gracias al tráfico de droga, trata de blancas u otros negocios ilícitos, gracias a los comercios de lujo.
Declaran a Hacienda cifras faraónicas de ventas de productos de lujo, pagan los impuestos correspondientes y así el dinero puede "legalmente entrar en circulación".
Por todas partes las bellas iglesias bizantinas están siendo restauradas y recuperando su esplendor después de que los compañeros hicieron todo lo posible por destruirlas, durante el paréntesis de casi medio siglo de poder comunista.
Frente al grandioso hotel Sheraton (antiguo hotel Sofía donde se alojaban los invitados de los compañeros) se alza hoy una columna de unos 20 metros de altura sobre la cual una estatua de bronce de la Patria Búlgara con senos y labios siliconados, parece brindarnos una corona de laureles, en el lugar exacto donde se encontraba la enorme estatua de Vladimir Ilich Ulianov Lenin, la cual fue derribada y conducida al basurero de la historia, según los búlgaros. Apenas a 300 metros de allí se encontraba el mausoleo del compañero Jorge Dimitrov, en la terraza del cual, se reunía la jerarquía de los compañeros en el poder para saludar a las marchas del pueblo combatiente.
Pero hoy no queda absolutamente nada, hasta las lozas del piso fueron arrancadas y un terreno cubierto de yerbas ocupa el lugar. Un día visitamos la iglesia del Santo Grial donde se conservan los restos del rey Esteban II. Fue allí donde el 16 de abril de 1925 ocurrió la masacre de los fieles durante la misa resultado de una bomba puesta por manos compañeras.
En el patio central del hotel Sheraton se encuentra la magnífica iglesia de San Jorge del siglo V, la cual fue convertida en mezquita durante los siglos de ocupación turca, después volvió a ser iglesia a la independencia gracias a la ayuda de los rusos en 1878. Se convirtió en museo con los compañeros y hoy como todas las demás, volvió a ser iglesia.
Recorrimos los baños turcos, repletos de mosaicos, que recuerdan tanto los de Budapest, al lado de la Gran Sinagoga. A ésta nos impidió entrar un antipático portero de barba, tirabuzones colgando de las orejas y sombrero negro. Creo que el único barbudo simpático es Santa Claus.
La catedral de San Alejandro Nevski es sin duda el monumento más célebre de la capital, construida en el 1904 y de estilo bizantino. El nombre de Nevski es el de un guerrero ruso del siglo XIII, santo patrón del Zar Alejandro, que liberó a Bulgaria de los turcos. En su interior se encuentran los restos de San Boris, el príncipe que introdujo el cristianismo en Bulgaria. En la cripta se puede admirar una espléndida colección de íconos, considerada entre las más bellas del mundo. Allí en una tienda se pueden comprar las copias hechas por pintores búlgaros, nosotros compramos los íconos de Cristo y de San Boris.
A un costado de la catedral se alza la extraordinaria basílica de Santa Sofía del siglo V, a un costado de la cual está la tumba del Soldado Desconocido con su llama eterna y las del escritor Iván Vasov y el monumento de Paissi d'Hilendar, autor ideológico de los movimientos nacionalistas búlgaros (el José Martí local).
Apenas a dos manzanas se levanta la iglesia rusa San Nicolás con sus 5 cúpulas doradas, su interior está decorado con bellos frescos de la escuela de Novgorod y con íconos espléndidos, copias de los de la catedral Vladimir de Kiev. En su minúscula cripta los fieles se apiñaban, pues se considera como un lugar donde se han producido numerosos milagros.
La Biblioteca Nacional empolvadísima y repleta de estudiantes, está detrás del Jardín de los Doctores. Se llama así pues un monumento en su centro tiene grabados los nombres de los 531 médicos rusos que murieron durante la guerra de liberación contra los turcos en el 1878.
Frente a la universidad en el enorme parque del zar Osvobodi, se encuentra el gigantesco monumento a los soldados del Ejército Rojo que ocuparon el país durante la II Guerra Mundial. Está completamente abandonado, y se ha convertido en el lugar de reunión de drogados y de marginales de todo tipo. Frente a éste se halla la capilla funeraria del príncipe Alejandro Battenberg, primer rey búlgaro en el año 1878, ya ha sido restaurada y es hoy un lugar de reunión de los nostálgicos de la monarquía.
En el parque frente al Hilton se encuentra el que fue Palacio Nacional de la Cultura, convertido hoy día en un banal centro comercial con sus McDonald’s, KFC, etc. Frente a éste se cae a pedazos el gigantesco monumento a los comunistas búlgaros, la gente arranca las losas de mármol que lo cubren para llevárselas y reparar sus casas. Recorrimos varios museos, que como pertenecen al estado, están en condiciones deplorables, empolvados y sucios.
Por ejemplo, en lo que fue el Palacio Real se encuentra en el ala izquierda el Museo de Etnografía con más de 60,000 objetos que conciernen a la historia y la cultura búlgara. Allí no pagué la entrada pues la señora que vendía los billetes no había llegado, mientras que la que debía recogerlos a la entrada sí estaba y se limitaba a sonreír. Sobre el traje de novia de una campesina en una vitrina, se paseaban varias cucarachitas.
En el ala derecha del Palacio se encuentra el Museo de Historia Natural y allí los cocodrilos apenas tienen espacio para moverse en minúsculas y frías vitrinas. Pero, ¿qué se puede esperar en una ciudad donde las temperaturas invernales llegan a -15 grados centígrados y como la calefacción es tan cara, muchas personas deben escoger entre comer o calentarse?
En la Galería Nacional de Arte, en la sala dedicada a las esculturas de Rodín, la vigilante roncaba a pierna suelta, y yo vi una bella escultura del Beso de Rodín, de unos 30 centímetros de alto, fui a quitarle el polvo soplándola y cual no fue mi sorpresa, al poder tomarla en la mano. O sea, que teóricamente cualquiera podía llevársela, de aquella sala sin cámaras de tele vigilancia y en un país donde todo lo estatal continúa con la mentalidad heredada de la época de los compañeros.
Una noche nos fuimos a un bello restaurante típico en lo alto del Monte Vitocha, al pie del cual se extiende Sofía; allí cenamos muy bien y pudimos presenciar un espectáculo de danzas folclóricas. Cuando yo era niño, allá en mi terruño villaclareño, de Bulgaria sólo conocía los bacilos búlgaros, que si no me equivoco eran unos medicamentos para el estómago.
Después gracias a la gloriosa revolución cubana y cuando Bulgaria se convirtió en un país hermano, descubrí los pomos de dulces en conserva y los perfumes. La propaganda pintaba a ese país como un jardín de rosas. Yo sin saber su origen admiraba a un gran búlgaro: Espartaco. Ahora en Sofía, me compré y comí pomos de melocotones, ciruelas, peras y albaricoques, recordando aquella ferretería convertida en bodega de Zanja y Oquendo en cuya vidriera se podían admirar esos pomos que decoraban las fotos de Marx, Engels y Lenin, cuando se acercaban las gloriosas fechas del primero de mayo o del 26 de julio y nos tocaba un pomo por libreta.
Después vino la época de los pollos búlgaros congelados, que vendían en el Mercado de Carlos III. Mi padre y yo nos levantábamos a las 3 de la madrugada e íbamos a coger turno en la cola y así a las ocho de la mañana cuando por lo general un grupo de guapos del barrio de Cayo Hueso ponía mala la cosa, como nosotros estábamos entre los primeros, nos tocaban dos pollos a cada uno y garantizábamos la carne de la semana. Aquellos fueron los primeros pollos congelados que vi en mi vida, pues como yo venía de Camajuaní y para mí un pollo era un animal con plumas al cual mi abuela retorcía el pescuezo y lanzaba al piso de la enorme cocina y éste pataleteaba hasta que por fin estiraba la pata, lo metía en una lata de agua hirviendo, le arrancaba las plumas, le cortaba la cabeza y las patas, lo abría y... sólo entonces se parecía a los que en los años sesenta yo compraba después de la cola de madrugada y la empujadera del alba.
Cuando me casé, mi esposa tuvo varios pomos de perfume búlgaro y también del ruso “Noches de Moscú”, ahora Lidia le regaló un pomo.
¿Quién es Lidia? Pues una señora rubia de ojos azules, encantadora y que fue nuestra guía en las tres excursiones que hicimos en tres días consecutivos a distintos lugares lejos de la capital. Las compramos por un precio irrisorio a una agencia que nos recomendaron en el hotel. Un Mercedes Benz con chófer y guía -del idioma que desees- te viene a buscar a las 8 a.m. al hotel, te lleva a la excursión, después a almorzar a un restaurante típico, otra visita por la tarde y de regreso a la hora del crepúsculo al hotel.
Lidia, que se convirtió en amiga nuestra. Fue maniquí; nos mostró sus fotos en la tarde en que estuvimos en su casa de Sofía; se parecía la Brigitte Bardot nacional en su juventud. Vivió seis años en el habanero barrio de Miramar, pues su esposo era violinista de la Sinfónica Nacional cubana. Nos contó infinidad de anécdotas sobre Cuba y la picaresca cubana.
Lidia siempre soñó con ser libre, ahora lo es, pero no le alcanza lo que gana para llegar al final del mes, no vive, sólo sobrevive. Su esposo tuvo que vender el violín para poder pagar el año pasado la calefacción. El médico y las medicinas no son reembolsados. Los antiguos dueños o sus herederos han recuperado las propiedades de los inmuebles y ponen el alquiler que ellos deseen y como los inquilinos no pueden pagar, pues terminan en barrios de indigentes o edificios llenos de ratas y cucarachas y son reemplazados por los nuevos ricos.
En los últimos diez años más de dos millones de jóvenes se han marchado a vivir a Europa Occidental y gracias al dinero que envían desde allí a sus familiares, éstos no se mueren de hambre.
El capitalismo salvaje de sálvese quien pueda ha decepcionado a la mayor parte de la gente que soñó con ser libre, de ahí el resurgimiento del partido comunista que todos creían desaparecido para siempre.
En las calles no se ven prostitutas como en Praga o Budapest, pues se van a París, Londres o Roma donde ganan mucho más, pero terminan en las garras de las mafias locales de esos países. ¡Pobres búlgaras y pobre Bulgaria!
En la historia de este país hay cosas muy interesantes como el hecho de que en 1941, a pesar de que eran aliados de los nazis, fueron los únicos juntos con Franco, que se negaron a entregar a los judíos de su país para que fueran exterminados. Entre el 1953 y el 1989 fueron gobernados por los compañeros, por Todor Yikov que era al mismo tiempo Jefe de Estado y Secretario general del Partido Comunista.
El primer reino búlgaro, de 969 al 1018 duró sólo medio siglo y fue destruido por el emperador Basile Bulgaroctone (el matador de búlgaros) cuando destruyó y asesinó a un ejército de 15,000 soldados búlgaros.
Los otomanos convirtieron todas las iglesias en mezquitas y es por eso que los monasterios se construían en forma de fortalezas en las montañas de los Balcanes.
Nosotros visitamos dos espléndidos, el de Rila y el de Bacovo. El de Rila es el más importante del país y considerado como uno de los más bellos del mundo, se encuentra a 2,925 metros de altura y está clasificado como patrimonio de la humanidad por la UNESCO. Su biblioteca fabulosa consta de 32,000 libros de los cuales 9,000 escritos a mano por los monjes en lo época medieval.
Tiene forma de fortaleza y en su centro se levanta la iglesia de estilo griego donde están las reliquias de San Juan y la tumba del rey Boris III, último rey de Bulgaria, fallecido en 1943.
Al lado se encuentra una maciza torre llamada Torre de Hreilo en donde los monjes se refugiaban cuando los turcos atacaban. Recorrimos las celdas muy austeras, las enormes cocinas, comedores, etc. Allí les compramos a los monjes una copia de la celebrísima Cruz de Rila, en madera tallada a mano y que colocamos a la cabecera de nuestro lecho.
El monasterio de Bacovo, también patrimonio de la humanidad, situado en lo alto de un pico, construido en 1083, contiene riquezas enormes en cuadros, esculturas, objetos de plata, oro y piedras preciosas.
Los extraordinarios frescos que cubren las paredes de todo el monasterio son del siglo XIV.
La religión en este país es ortodoxa, como en Grecia, Serbia o Rusia. La ruptura entre católicos y ortodoxos ocurrió en el 1054. Las diferencias fundamentales se sitúan en que la Iglesia Ortodoxa no reconoce la Inmaculada Concepción de la Virgen María y niega el dogma según el cual el Santo Espíritu proviene del Padre y del Hijo, además niega la existencia del purgatorio y no reconoce la autoridad del Papa como representante de Dios en la tierra, sino solamente como el obispo de Roma.
Hoy día, las iglesias están repletas de fieles y pudimos ver dos bodas y un bautismo, éste último en Rila donde nos invitaron a participar en la merienda que se celebró en pleno templo al pie del altar mayor.
Los monasterios tuvieron un papel esencial en la lucha por la independencia contra los turcos, así como el de conservar el patrimonio cultural y la esencia misma del espíritu búlgaro. Fue por eso que fueron tolerados por los compañeros durante sus años de poder y hoy renacen en todo su esplendor de antaño. ¿Cómo los compañeros pueden imaginar aún hoy en mi lejana isla del Caribe, que pueden evitar que la Iglesia salga del ostracismo y adquiera toda la importancia en la sociedad donde ha estado escondida en el corazón de sus isleños desde hace 48 larguísimos años?
El catolicismo es prácticamente inexistente.
Los judíos son numerosos, incluso el país dio asilo, desde épocas en que estaba en el Imperio Otomano bajo el dominio turco, a los judíos expulsados de España por Isabel y Fernando de Aragón.
Actualmente se calcula en 900,000 a los musulmanes, casi todos de origen turco.
A pesar de que en el 1989 las autoridades comunistas viendo que se acercaban momentos históricos, decidieron dejar salir del país hacia Turquía a 300,000 ciudadanos de origen turco.
El 10 de noviembre del 1989 el régimen cayó por el efecto dominó desencadenado por la caída del Muro de Berlín. En el momento de nuestro viaje por el país, el presidente era Simón de Saxe-Coubourg-Gotha, quien a la edad de seis años en agosto de 1943 fue declarado Rey a la muerte de Boris III. Obligado a abdicar y expulsado del país con toda su familia por los compañeros en el 1946. ¿Quién lo habría imaginado?
Pero aunque su popularidad es enorme, considerado como hombre honesto y que quiere sólo el bien para su país, está amarrado de pies y manos por un sistema de capitalismo ultra liberal y una economía a la deriva controlada por la mafia internacional.
Visitamos la ciudad de Plovdiv, la segunda del país, en la llanura de Tracia, allí cerca fuimos al pueblecito donde nació el esclavo más famoso de la historia, el gran Espartaco.
La ciudad cuyo centro es interesantísimo, está rodeada por industrias químicas que lanzan al aire todo tipo de productos contaminantes sin ningún recato; vimos humos anaranjados y color salmón, muy lindos de lejos. Alrededor de las fábricas se pueden admirar horribles pueblos tipo Alamar, en los que abundan personas minusválidas, resultado del desarrollo industrial socialista. Había que vivir en una de esas ciudades industriales por ocho años para poder optar por vivir en Sofía, máxima aspiración de un búlgaro.
En el centro de Plovdiv visitamos la mezquita del siglo XIV, el estadio romano, el teatro romano en lo alto de la colina, recorrimos sus animadas calles en restauración y como en Sofía, pudimos ver la diferencia entre el nuevo lujo despampanante con sus mujeres cubiertas de joyas como árboles de navidad ambulantes y sus pobres comiendo en los basureros.
Por las carreteras, llenas de huecos, hay poco tráfico y cuando lo hay, es de viejos Ladas, Moskvitch, Skodas y Trabant destartalados o de lujosísimos coches. En este país es urgentísimo crear una clase media o en el futuro habrá gravísimos problemas sociales; no se puede condenar una parte de la población a vivir en esas condiciones en nombre de la libertad.
Creo que la nueva seudo burguesía búlgara en formación comparte con la oligarqía latinoamericana la misma ceguera política y como ésta última, pagará caro un día. Ver: Cuba, Nicaragua, El Salvador, Colombia y dentro de poco Venezuela.
Un gran problema son los roms (gitanos), que son más de 600,000, discriminados, marginados y que a pesar de todos los esfuerzos de los compañeros por convertirlos en obreros y campesinos, no lo lograron. Hoy vagan por ciudades y carreteras, como mendigos y con la peor de las reputaciones.
Otros grandes búlgaros de los cuales todos se sienten orgullosos allí son Orfeo (el que bajó por amor al reino de los muertos), el escritor Elías Canetti que fue Premio Nobel de Literatura en el 1981 y el artista Christo que tantos monumentos y lugares famosos del mundo ha envuelto artísticamente.
Los búlgaros para decir "sí" mueven la cabeza de un lado al otro y para decir "no " lo hacen de arriba a abajo, esto es, al contrario de nosotros. Para desearte la bienvenida, te ofrecen pan y sal, como nosotros con el café.
Los bortzi son personajes típicos de pijos, musculosos, con gafas negras, cadenón a la vista, argollita en la oreja, gran sortijón y manilla espectacular, todo en oro y teléfono celular siempre en la oreja.
Las rosas son consideradas como el verdadero oro del país, el valle de Kazanlak satisface el 70 por ciento de la demanda mundial de extractos de aceite de rosas. Hacen falta entre 3,000 y 6,000 kilogramos de pétalos de rosas para extraer un litro del precioso líquido. La cosecha se lleva a cabo sólo de madrugada en el mes de mayo, por muchachas o jóvenes, según la tradición, por la delicadeza de sus dedos. ¿Comprendes ahora el precio elevadísimo de los perfumes de calidad? En ese valle visitamos el bellísimo pueblo de Koprivsjica, del siglo XIX, con sus guapas casas decoradas con frescos, balcones de madera, ventanas esculpidas en maderas preciosas. Allí en un puentecito de piedra medieval fue disparado el tiro que anunció el inicio de la guerra de independencia en abril de 1876.
Visitamos las casas museos y el cementerio con las tumbas de grandes artistas y escritores que habían preferido vivir y ser sepultados en ese pueblo. La iglesia de madera pintada de azul turquesa y decorada con estandartes blancos donde están bordadas las imágenes religiosas fue una agradable sorpresa. El cura fue amabilísimo, muy acogedor, había aprendido a hablar francés en un campo de trabajos forzados a donde había sido enviado por la justicia de los compañeros por haber cometido el delito de enseñar el catecismo.
El yogurt es delicioso, nada que ver con el sabor del que conocemos. Me tomaba varios al día. Hay tres tipos, el de vaca, el de cabra y el mezclado.
Los búlgaros son muy supersticiosos, les inquieta el mal de ojos, tocan madera, pero jamás sobre una mesa porque el diablo se esconde debajo, se remangan la camisa si un gato negro cruza delante de ellos, no pasan bajo una escalera y no inician nada importante un martes. Las muchachas no deben sentarse en una esquina de la mesa y uno no debe barrer en dirección de ellas sino se quedarán solteras. Una mujer no debe colocar nunca la cartera en el piso pues no tendrá jamás dinero. No se encienden tres cigarros o velas con la misma cerilla, pues trae mala suerte. Si uno desea que algo le salga bien, derrama un vaso de agua al piso antes de salir a la calle. Los búlgaros tienen ciertas costumbres que nos pueden asombrar, como por ejemplo, cuando nace un niño, nadie puede ir a verlo a él ni a su madre antes de cuarenta días, así nadie le hace mal de ojos, entonces pasado ese tiempo, ella invita a todos los amigos a venir a casa a comer un gran pan redondo para desear salud al bebé. El pan no se corta, sino que se le arrancan pedazos y se pone uno en lo alto de un armario para que el bebé crezca sano. Se pondrá siempre miel en la mesa para que su vida sea dulce.
Otra tradición es el prochtapoulnik. A partir del momento en que el bebé comienza a caminar se invitan a los amigos a casa y se ponen sobre una mesa diferentes objetos como pluma, martillo, tijeras, destornillador, dinero, etc. Se deja que el niño se desplace solo y según el utensilio que coja, ése será su oficio o profesión futura.
La boda puede durar varios días consecutivos de fiestas interminables, el primer brindis se hace en la Iglesia. Los entierros se hacen con un ritual bien preciso, la caja está abierta durante el oficio religioso. Después del entierro la familia se reúne para comer trigo hervido con azúcar pues es el símbolo de renacimiento, miel y vino. En las iglesias hay personas que te ofrecen unas cajitas de cartón que contienen trigo y dulce de chocolate por el reposo del alma del difunto. Si no aceptas es una ofensa, pues se trata de la conmemoración ( panihida). Se procede a esas conmemoraciones al cumplir cuarenta días del fallecimiento, pues estiman que el alma del ser querido queda entre nosotros durante ese período de tiempo.
Me acabo de dar cuenta de que quizás haya escrito demasiado, pero es que Bulgaria es un país distinto a los demás, que vale la pena visitar, sus gentes son agradables, hospitalarias, la juventud es bella y trata de estar a la moda con lo poco que posee, se interesa por todo lo que concierne al mundo occidental, siente una gran admiración hacia los EUA y Francia en particular y tiene muchas esperanzas con la entrada de su país en la Unión Europea.
Te deseo de todo corazón una excelente primavera llena de: paz, salud, bienestar y Libertad (con mayúscula).
Un gran abrazo desde la espléndida Italia,
Félix José

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