Berlín.- El régimen norcoreano ha decidido conmemorar el 60 aniversario de su fundación como "República Democrática Popular" con una exposición inédita en Europa que recoge algunas de las obras de sus artistas más laureados, en un pequeño gesto de apertura al mundo.
(EFE)
En la imagen, el embajador de Corea del Norte en Alemania, Hong Chang-il, mientras organiza sus anotaciones durante la inauguración de la exhibición "Arte desde Pyongyang" en Berlin.
El Art Center de Berlín sirve de escaparate a las cerca de 150 obras pictóricas seleccionadas minuciosamente por el Ministerio de Cultura norcoreano que, a través de su Embajada en Alemania, auspicia y a su vez controla esta controvertida exhibición.
Los lienzos, dotados de gran expresividad, son obra de un centenar de artistas, algunos de los cuales son considerados auténticos "héroes nacionales" en su país, según explicó a EFE Choi Sang Kyun, comisario de la muestra.
La exposición "Arte desde Piongyang" ofrece una limitada -pero reveladora- visión de Corea del Norte, el país más hermético del mundo, cuyo sistema totalitario lleva con mano de hierro el líder Kim Jong-Il.
Alejados de la sombría realidad que de vez en cuando asoma entre las páginas de la prensa internacional, los lienzos revelan escenarios idílicos en los que el pueblo, entregado, ondea banderas norcoreanas en el Día de la República.
Una buena parte de estos trabajos se centran en el paisaje rocoso de Corea del Norte: alrededor de un ocho por ciento de su territorio está ocupado por grandes montañas, entre las que destaca Baek-du o "cabeza blanca", que con sus 2.774 metros es la más alta del país.
En la representación que los artistas han hecho de este monte se aprecia su carácter sagrado, pues fue allí donde el "gran líder" norcoreano, el malogrado Kim Il Sung -padre de Kim Jong-Il-, luchó contra el imperialismo japonés.
"Baek-du es el hogar espiritual de los norcoreanos", señala Choi Sang, quien relata que, cada año, miles de familias norcoreanas se encaraman a su cima para festejar la fundación del país, en 1948, tal y como muestra el lienzo "¡Gloria a nuestra madre patria!" del artista Ri Ji Sok.
En su opinión, la pintura norcoreana guarda muchas similitudes con la china y la japonesa por razones geográficas, al tiempo que enfatiza que fue el "gran líder" (en el poder entre 1948 y 1994) quien ordenó a los artistas que dotaran a sus pinturas de un mayor colorido a fin de que el "pueblo pudiera entenderlas".
En esta línea se sitúa el trabajo de Jong Myongil, quien representa la gratitud de todo un pueblo a una enfermera del régimen que vacuna a sus hijos; o el lienzo de Chang Kwang Chol, en el que una niña al piano compone una nueva canción con motivo de la fundación del país.
Asimismo, destacan los lienzos dedicados a la lucha -uno de los deportes más populares-, a la magnolia blanca -flor nacional-, al baile de máscaras, o a los festivales que los campesinos celebran en época de siembra, todos ellos de gran realismo.
Según afirman otros responsables de la muestra, que insisten ante la periodista en que se respete su anonimato, el Gobierno de Pyongyang considera que el arte puede ser una vía para el "entendimiento" entre las personas y agregan que, gracias a esta iniciativa, los europeos pueden conocer un poco más sobre su país.
"El arte puede unir a la gente (...) La ciudad de Berlín, por su historia cambiante, que vivió años de división y una reunificación histórica, es una ciudad muy especial para nosotros", señaló en la inauguración el embajador norcoreano en Alemania, Hong Chang II.
Sin embargo, entre palabras bonitas y belleza plástica de paisajes sublimes, un puñado de carteles propagandísticos devuelven al espectador a la realidad.
Omnipresentes, el emblema nacional y los símbolos comunistas escoltan a campesinos y obreros, confiados en que la lucha les hará libres.
Estas obras de marcado carácter político, que llevan la firma de los artistas más renombrados del país, son herederos directos del realismo socialista propio de la Unión Soviética, una vertiente artística de sobra conocida en el Berlín de la Guerra Fría.
Itziar Reyero Arregui
(EFE)
En la imagen, el embajador de Corea del Norte en Alemania, Hong Chang-il, mientras organiza sus anotaciones durante la inauguración de la exhibición "Arte desde Pyongyang" en Berlin.
El Art Center de Berlín sirve de escaparate a las cerca de 150 obras pictóricas seleccionadas minuciosamente por el Ministerio de Cultura norcoreano que, a través de su Embajada en Alemania, auspicia y a su vez controla esta controvertida exhibición.
Los lienzos, dotados de gran expresividad, son obra de un centenar de artistas, algunos de los cuales son considerados auténticos "héroes nacionales" en su país, según explicó a EFE Choi Sang Kyun, comisario de la muestra.
La exposición "Arte desde Piongyang" ofrece una limitada -pero reveladora- visión de Corea del Norte, el país más hermético del mundo, cuyo sistema totalitario lleva con mano de hierro el líder Kim Jong-Il.
Alejados de la sombría realidad que de vez en cuando asoma entre las páginas de la prensa internacional, los lienzos revelan escenarios idílicos en los que el pueblo, entregado, ondea banderas norcoreanas en el Día de la República.
Una buena parte de estos trabajos se centran en el paisaje rocoso de Corea del Norte: alrededor de un ocho por ciento de su territorio está ocupado por grandes montañas, entre las que destaca Baek-du o "cabeza blanca", que con sus 2.774 metros es la más alta del país.
En la representación que los artistas han hecho de este monte se aprecia su carácter sagrado, pues fue allí donde el "gran líder" norcoreano, el malogrado Kim Il Sung -padre de Kim Jong-Il-, luchó contra el imperialismo japonés.
"Baek-du es el hogar espiritual de los norcoreanos", señala Choi Sang, quien relata que, cada año, miles de familias norcoreanas se encaraman a su cima para festejar la fundación del país, en 1948, tal y como muestra el lienzo "¡Gloria a nuestra madre patria!" del artista Ri Ji Sok.
En su opinión, la pintura norcoreana guarda muchas similitudes con la china y la japonesa por razones geográficas, al tiempo que enfatiza que fue el "gran líder" (en el poder entre 1948 y 1994) quien ordenó a los artistas que dotaran a sus pinturas de un mayor colorido a fin de que el "pueblo pudiera entenderlas".
En esta línea se sitúa el trabajo de Jong Myongil, quien representa la gratitud de todo un pueblo a una enfermera del régimen que vacuna a sus hijos; o el lienzo de Chang Kwang Chol, en el que una niña al piano compone una nueva canción con motivo de la fundación del país.
Asimismo, destacan los lienzos dedicados a la lucha -uno de los deportes más populares-, a la magnolia blanca -flor nacional-, al baile de máscaras, o a los festivales que los campesinos celebran en época de siembra, todos ellos de gran realismo.
Según afirman otros responsables de la muestra, que insisten ante la periodista en que se respete su anonimato, el Gobierno de Pyongyang considera que el arte puede ser una vía para el "entendimiento" entre las personas y agregan que, gracias a esta iniciativa, los europeos pueden conocer un poco más sobre su país.
"El arte puede unir a la gente (...) La ciudad de Berlín, por su historia cambiante, que vivió años de división y una reunificación histórica, es una ciudad muy especial para nosotros", señaló en la inauguración el embajador norcoreano en Alemania, Hong Chang II.
Sin embargo, entre palabras bonitas y belleza plástica de paisajes sublimes, un puñado de carteles propagandísticos devuelven al espectador a la realidad.
Omnipresentes, el emblema nacional y los símbolos comunistas escoltan a campesinos y obreros, confiados en que la lucha les hará libres.
Estas obras de marcado carácter político, que llevan la firma de los artistas más renombrados del país, son herederos directos del realismo socialista propio de la Unión Soviética, una vertiente artística de sobra conocida en el Berlín de la Guerra Fría.
Itziar Reyero Arregui
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