ORLANDO GUEVARA NÚÑEZ
Santiago de Cuba, julio 9.- El Partido Comunista de Cuba (PCC) es la máxima fuerza rectora de la sociedad socialista cubana y en nombre del pueblo conduce a la nación hacia sus más altos objetivos de bienestar, defensa de su independencia, de su libertad, de su plena soberanía, de justicia social, de genuina democracia, sustentando su papel dirigente en una unidad indestructible con las masas, cuyas máximas aspiraciones políticas, económicas y sociales están en él dignamente representadas.
En correspondencia con ese papel dirigente, tal como está plasmado en sus documentos rectores, el Partido determina las líneas más generales del desarrollo del país, traza la política en cada etapa de la Revolución y precisa las direcciones principales en las esferas económica, social y cultural. Asume también la política exterior de la nación cubana y organiza la defensa de la Patria, bajo el concepto de la Guerra de todo el Pueblo.
Entre los principales objetivos del Partido Comunista de Cuba, está el de profundizar la conciencia revolucionaria y comunista de las masas y la preparación de éstas para el enfrentamiento ideológico contra sus enemigos.
Al coordinar los esfuerzos de los cubanos en la construcción del socialismo, el Partido de los comunistas y de todo el pueblo, orienta y defiende la ideología revolucionaria, expresada en el colectivismo, la solidaridad, la igualdad, la justicia social, la confianza mutua, la disciplina consciente, la modestia, la honradez, el espíritu crítico y autocrítico y la seguridad en el porvenir del socialismo.
De igual forma, entre sus tareas vitales, el Partido lucha contra la ideología burguesa y los intentos enemigos de regresión al capitalismo, expresados en actitudes individualistas, prejuicios raciales, el escepticismo, la falta de fe en el socialismo, las tendencias liberaloides, el derrotismo, el populismo, el oportunismo, el hipercriticismo, la simulación y la doble moral, el paternalismo, el igualitarismo, la indisciplina, la corrupción y las conductas delictivas y antisociales.
La labor de dirección del PCC, como está establecido, se ejerce mediante sus organismos de dirección, las organizaciones de base y sus militantes. Su autoridad emanará siempre del prestigio de sus militantes y cuadros y de su estrecha vinculación con las masas, como lo ha planteado Fidel.
Esa dirección sobre las instituciones estatales, la Unión de Jóvenes Comunistas y las organizaciones de masas y sociales, se realiza sin dualidades ni suplantación. Cada una de ellas acata de forma consciente el papel dirigente del Partido, actuando con independencia orgánica y autonomía en su labor. Así, el Partido las dirige, pero ellas están responsabilizadas con el cumplimiento de todo cuanto les corresponde en la esfera donde actúan.
Como método, el máximo organismo dirigente de la Revolución utiliza la discusión amplia y democrática, el razonamiento, explicación de sus lineamientos y acuerdos, función en la cual tienen un papel protagónico las organizaciones de base, conceptuadas como el eslabón principal para la vinculación del Partido con las masas.
Durante los duros años de agresiones y amenazas por las administraciones norteamericanas contra este país, en medio del bloqueo económico, comercial y financiero recrudecido contra la nación cubana, el Partido Comunista de Cuba, con Fidel y Raúl al frente, ha sabido conducir al pueblo hacia la resistencia y la victoria.
El gobierno fascista de W. Bush, entre sus descabelladas medidas para destruir a la Revolución cubana, plantea la disolución del PCC y la sustitución de Fidel, de Raúl y demás dirigentes. Esa actitud es un tácito reconocimiento a la fortaleza de la dirección revolucionaria. Al admitir su papel como puntal de la Patria y del socialismo, se esfuerzan en vano por aniquilarlo.
El Partido Comunista de Cuba profundiza cada día sus raíces en la conciencia y la acción del pueblo, mantiene y desarrolla la unidad de los cubanos en defensa de la Revolución y extiende su prestigio a otros pueblos donde ha llegado la solidaridad del nuestro y se reconoce el heroísmo de continuar existiendo y triunfando frente al imperio más brutal que ha conocido la historia de la humanidad.
El Partido Comunista de Cuba sigue siendo hoy, como lo calificara su Primer Secretario y nuestro eterno Comandante en Jefe, Fidel Castro, el alma de la Revolución cubana.
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