[Por Skye Wheeler
JUBA, Sudán (Reuters) - Se fueron cuando eran niños y adolescentes, cruzando la seca frontera entre el sur de Sudán y Etiopía para ser transportados a medio mundo de distancia hasta la desconocida Isla de la Juventud, en Cuba.
Hoy, más de dos décadas después, algunos de los 600 niños que fueron enviados a estudiar en Cuba durante el conflicto entre el norte y el sur de Sudán volvieron a casa, hablando español, bailando salsa y trabajando para reconstruir su nación después de la guerra civil más larga de Africa.
A los que han regresado les llaman "cubanos." Entre ellos hay 15 médicos, incluyendo a Daniel Madit, quien se fue en 1986 con 11 años siendo ya sargento del ejército rebelde en el sur.
"No fuimos obligados a irnos, fuimos enviados a una misión y aún no está concluida," dijo al terminar un curso de actualización antes de comenzar a trabajar en el sur.
Cuando Madit se fue, los rebeldes del sur que eran apoyados por los marxistas de Etiopía, luchaban contra el norte musulmán en una guerra iniciada por motivos ideológicos, económicos, intereses étnicos y religiosos, que ha cobrado más de dos millones de víctimas.
"Como un satélite del bloque soviético, Etiopía tenía amplios vínculos con Cuba. Cuba, por su parte, ayudó a los movimientos guerrilleros socialistas y regímenes en Africa," dijo Carol Berger, una periodista y antropóloga que cursa su doctorado en la Universidad de Oxford.
El grupo rebelde del sur (SPLA por su sigla en inglés) fue uno de los movimientos que recibió educación y entrenamiento militar en Cuba, cuyo Gobierno era considerado un aliado leal y generoso, dijo Berger.
En el 2005 fue firmado un acuerdo de paz entre el norte y el sur. Los sudaneses educados en Cuba quedaron durante años en el limbo, pues la economía de la isla se vino abajo tras el colapso de la Unión Soviética y la situación en Sudán continuó siendo inestable.
Pero, poco a poco, comenzaron a regresar, algunos de ellos tras pasar años como refugiados en Canadá.
El regreso a casa ha sido a menudo agridulce.
Martha Martin Dar, una imponente mujer enviada a Cuba en 1986, regresó definitivamente en el 2007. Cuando vio por primera vez a su padre en el aeropuerto de Juba, la capital del sur, un pariente tuvo que confirmarle quién era aquel hombre.
"Fue difícil para nosotros comunicarnos (...) Lo había olvidado completamente," dijo Martin Dar, quien no luchó con los rebeldes, pero vivía en un campamento de refugiados en Etiopía antes de ser enviada a Cuba.
Ella describió también su primera impresión al ver el mejor hospital de Juba, donde pese al restablecimiento de la paz y las riquezas petroleras la región semiautonómica está desbastada y carece de servicios básicos.
"Faltaba todo. Había cinco o seis niños en una cama. La gente estaba en el piso," dijo.
INFANCIA EN EL CARIBE
El ex presidente cubano Fidel Castro, quien se jubiló en febrero pasado, apoyó a sus aliados durante los conflictos regionales que se desencadenaron en Africa en las décadas de 1960 y 1970.
Militares cubanos fueron enviados como asesores o combatientes a Angola, donde ayudaron a derrotar a las fuerzas de Sudáfrica. También operaron en Argelia, Congo-Brazzaville, Guinea-Bissau, Marruecos y Mozambique.
En Sudán, Castro acordó ofrecer educación a algunos niños, muchos de los cuales eran parte del "Ejército Rojo" infantil.
"Los líderes rebeldes escogieron a sus propios hijos, parientes y a gente de sus propias zonas," dijo Barri Wanji, una funcionaria de alto rango en el Parlamento del sur.
Berger, quien está escribiendo un libro sobre "los cubanos," dijo que los líderes rebeldes querían sacar a sus hijos de los campamentos de refugiados en Etiopía "donde las condiciones eran terribles."
Los niños, dijo Berger, fueron enviados a Cuba en dos grupos: el primero salió a bordo de un crucero soviético que zarpó desde Etiopía en 1985 y el segundo partió por aire un año después.
John Garang, el carismático líder de los rebeldes sudaneses que murió en un accidente de helicóptero en el 2005, visitó a los estudiantes en varias ocasiones.
"Yo estaba enojada, extrañaba a mi familia. Estuve llorando los primeros seis meses," dijo Martin Dar.
Con el tiempo descubrió que era buena en biología y español y comenzó a disfrutar más de la escuela en Cuba.
Actualmente los médicos formados en Cuba trabajan para el Gobierno sudanés, para agencias cercanas al Gobierno o para organizaciones no gubernamentales.
Sus conocimientos son codiciados en Sudán, un país donde, por ejemplo la mortalidad infantil en niños menores de cinco años es de un 13,5 por ciento, o donde mueren más mujeres en el parto que en cualquier otra parte del mundo, una de cada 50.
JUBA, Sudán (Reuters) - Se fueron cuando eran niños y adolescentes, cruzando la seca frontera entre el sur de Sudán y Etiopía para ser transportados a medio mundo de distancia hasta la desconocida Isla de la Juventud, en Cuba.
Hoy, más de dos décadas después, algunos de los 600 niños que fueron enviados a estudiar en Cuba durante el conflicto entre el norte y el sur de Sudán volvieron a casa, hablando español, bailando salsa y trabajando para reconstruir su nación después de la guerra civil más larga de Africa.
A los que han regresado les llaman "cubanos." Entre ellos hay 15 médicos, incluyendo a Daniel Madit, quien se fue en 1986 con 11 años siendo ya sargento del ejército rebelde en el sur.
"No fuimos obligados a irnos, fuimos enviados a una misión y aún no está concluida," dijo al terminar un curso de actualización antes de comenzar a trabajar en el sur.
Cuando Madit se fue, los rebeldes del sur que eran apoyados por los marxistas de Etiopía, luchaban contra el norte musulmán en una guerra iniciada por motivos ideológicos, económicos, intereses étnicos y religiosos, que ha cobrado más de dos millones de víctimas.
"Como un satélite del bloque soviético, Etiopía tenía amplios vínculos con Cuba. Cuba, por su parte, ayudó a los movimientos guerrilleros socialistas y regímenes en Africa," dijo Carol Berger, una periodista y antropóloga que cursa su doctorado en la Universidad de Oxford.
El grupo rebelde del sur (SPLA por su sigla en inglés) fue uno de los movimientos que recibió educación y entrenamiento militar en Cuba, cuyo Gobierno era considerado un aliado leal y generoso, dijo Berger.
En el 2005 fue firmado un acuerdo de paz entre el norte y el sur. Los sudaneses educados en Cuba quedaron durante años en el limbo, pues la economía de la isla se vino abajo tras el colapso de la Unión Soviética y la situación en Sudán continuó siendo inestable.
Pero, poco a poco, comenzaron a regresar, algunos de ellos tras pasar años como refugiados en Canadá.
El regreso a casa ha sido a menudo agridulce.
Martha Martin Dar, una imponente mujer enviada a Cuba en 1986, regresó definitivamente en el 2007. Cuando vio por primera vez a su padre en el aeropuerto de Juba, la capital del sur, un pariente tuvo que confirmarle quién era aquel hombre.
"Fue difícil para nosotros comunicarnos (...) Lo había olvidado completamente," dijo Martin Dar, quien no luchó con los rebeldes, pero vivía en un campamento de refugiados en Etiopía antes de ser enviada a Cuba.
Ella describió también su primera impresión al ver el mejor hospital de Juba, donde pese al restablecimiento de la paz y las riquezas petroleras la región semiautonómica está desbastada y carece de servicios básicos.
"Faltaba todo. Había cinco o seis niños en una cama. La gente estaba en el piso," dijo.
INFANCIA EN EL CARIBE
El ex presidente cubano Fidel Castro, quien se jubiló en febrero pasado, apoyó a sus aliados durante los conflictos regionales que se desencadenaron en Africa en las décadas de 1960 y 1970.
Militares cubanos fueron enviados como asesores o combatientes a Angola, donde ayudaron a derrotar a las fuerzas de Sudáfrica. También operaron en Argelia, Congo-Brazzaville, Guinea-Bissau, Marruecos y Mozambique.
En Sudán, Castro acordó ofrecer educación a algunos niños, muchos de los cuales eran parte del "Ejército Rojo" infantil.
"Los líderes rebeldes escogieron a sus propios hijos, parientes y a gente de sus propias zonas," dijo Barri Wanji, una funcionaria de alto rango en el Parlamento del sur.
Berger, quien está escribiendo un libro sobre "los cubanos," dijo que los líderes rebeldes querían sacar a sus hijos de los campamentos de refugiados en Etiopía "donde las condiciones eran terribles."
Los niños, dijo Berger, fueron enviados a Cuba en dos grupos: el primero salió a bordo de un crucero soviético que zarpó desde Etiopía en 1985 y el segundo partió por aire un año después.
John Garang, el carismático líder de los rebeldes sudaneses que murió en un accidente de helicóptero en el 2005, visitó a los estudiantes en varias ocasiones.
"Yo estaba enojada, extrañaba a mi familia. Estuve llorando los primeros seis meses," dijo Martin Dar.
Con el tiempo descubrió que era buena en biología y español y comenzó a disfrutar más de la escuela en Cuba.
Actualmente los médicos formados en Cuba trabajan para el Gobierno sudanés, para agencias cercanas al Gobierno o para organizaciones no gubernamentales.
Sus conocimientos son codiciados en Sudán, un país donde, por ejemplo la mortalidad infantil en niños menores de cinco años es de un 13,5 por ciento, o donde mueren más mujeres en el parto que en cualquier otra parte del mundo, una de cada 50.
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