DIARIO VASCO
Ha estado en Angola, Guinea Ecuatorial, Francia y por supuesto Rusia, por donde caminó bastantes veces por la Plaza Roja, observando el Kremlin bajo un frío del que le cuidaba un abrigo o una buena cazadora, y también en tiempos de verano, de sol y mucho más suaves. Se ha acercado esta semana al Palacio de Miramar para dar su versión del país de Tolstoi, Nicolás II, Stalin, Lenin o el actual Putin.
- ¿Rusia sigue siendo un gigante, a pesar de la disolución de la antigua URSS?
- Claro. Es uno de los países económicamente más grande del mundo y conserva una serie de elementos heredados de la Unión Soviética, que le hacen seguir siendo un actor principal en la escena internacional. Por ejemplo en energía nuclear, es una de las grandes potencias que existen en este momento.
- El gigante en los cuentos de niños, en la mitología, es un personaje que da miedo, asusta. ¿Hay que tenerle miedo a Rusia?
- Lo que tiene que generar recelos es su régimen político. La deriva política es muy importante desde los últimos tiempos de Yeltsin a los actuales de Putin. No es compatible con un sistema democrático que rige en la mayoría de los países europeos. La prueba está en que tal como se han planteado las últimas elecciones presidenciales en Rusia era impensable que la oposición pudiera ganar, en ninguna circunstancia. El entorno de Putin controla los medios de comunicación, asiste a la sociedad civil...
- ¿Es un país que se ha aprovechado de la crisis energética?
- Los altos precios del petróleo y la discusión sobre la energía nuclear -que no se solucionará antes de diez años- han hecho que Rusia sea una potencia energética. Pero es que el régimen de Putin no ha interpretado su gestión del gas para tener una especial importancia en el mercado mundial, sino que lo considera como un factor para tener una importancia internacional, una baza de política exterior, que quiere recuperar para su país lo que fue la URSS.
- ¿Y qué se quiere decir cuando en el curso en el que usted ha intervenido se habla de 'La sombra rusa'?
- Bueno, yo particularmente, me refiero a todos los condicionantes de desarrollo que Putin ha impuesto a los demás países de la Europa del Este. No pone reparos para utilizar sus reservas de gas para castigar a Polonia, la República Checa, Hungría o Eslovaquia. Se les puede criticar por aceptar el escudo antimisiles de Estados Unidos, pero es algo tan discutible como justificar ese reparto de la energía, tan censurable.
- ¿Ha comparado -con todas las diferencias que ha apuntado- a Putin con Berlusconi?
- Existe un núcleo común que se está trasladando por todo el mundo y que incluye políticas como las que realizó Aznar. Consiste en no hacer política desde las instituciones, sino poner a éstas en la línea que uno quiere. Así se modifican los reglamentos legalmente establecidos, se hacen leyes a conveniencia de lo que quiere cada uno que se asienta en el poder...
- Usted estuvo en Rusia en el último año de Yeltsin y coincidió con el presidente Putin. ¿Qué ha cambiado?
- Con el primero ya se vaticinaban los cambios, pero con el segundo fue la parte más hábil del país la que se quedó con toda esa importante riqueza que daba el petróleo, el carbón, el gas, la tecnología. Fueron los que se hicieron con los fondos del Banco Internacional y la comunidad del mundo entera aceptó que existía una alternancia de corrupción 'dudosa', pero se quería también que Rusia recuperara el control de la totalidad del arsenal nuclear soviético, en manos de Ucrania y de otras repúblicas. Fue por eso que tuvo el apoyo de Estados Unidos. Aunque la respuesta de Rusia en Chechenia fue brutal, no se criticaba, para recibir su apoyo en Afganistán o en Irak.
- ¿Rusia no necesita ejército, porque su ejército es el gas?
- No entiende su reserva de gas como una necesidad de participar en el mercado, sino como un instrumento de acción exterior.
Ha estado en Angola, Guinea Ecuatorial, Francia y por supuesto Rusia, por donde caminó bastantes veces por la Plaza Roja, observando el Kremlin bajo un frío del que le cuidaba un abrigo o una buena cazadora, y también en tiempos de verano, de sol y mucho más suaves. Se ha acercado esta semana al Palacio de Miramar para dar su versión del país de Tolstoi, Nicolás II, Stalin, Lenin o el actual Putin.
- ¿Rusia sigue siendo un gigante, a pesar de la disolución de la antigua URSS?
- Claro. Es uno de los países económicamente más grande del mundo y conserva una serie de elementos heredados de la Unión Soviética, que le hacen seguir siendo un actor principal en la escena internacional. Por ejemplo en energía nuclear, es una de las grandes potencias que existen en este momento.
- El gigante en los cuentos de niños, en la mitología, es un personaje que da miedo, asusta. ¿Hay que tenerle miedo a Rusia?
- Lo que tiene que generar recelos es su régimen político. La deriva política es muy importante desde los últimos tiempos de Yeltsin a los actuales de Putin. No es compatible con un sistema democrático que rige en la mayoría de los países europeos. La prueba está en que tal como se han planteado las últimas elecciones presidenciales en Rusia era impensable que la oposición pudiera ganar, en ninguna circunstancia. El entorno de Putin controla los medios de comunicación, asiste a la sociedad civil...
- ¿Es un país que se ha aprovechado de la crisis energética?
- Los altos precios del petróleo y la discusión sobre la energía nuclear -que no se solucionará antes de diez años- han hecho que Rusia sea una potencia energética. Pero es que el régimen de Putin no ha interpretado su gestión del gas para tener una especial importancia en el mercado mundial, sino que lo considera como un factor para tener una importancia internacional, una baza de política exterior, que quiere recuperar para su país lo que fue la URSS.
- ¿Y qué se quiere decir cuando en el curso en el que usted ha intervenido se habla de 'La sombra rusa'?
- Bueno, yo particularmente, me refiero a todos los condicionantes de desarrollo que Putin ha impuesto a los demás países de la Europa del Este. No pone reparos para utilizar sus reservas de gas para castigar a Polonia, la República Checa, Hungría o Eslovaquia. Se les puede criticar por aceptar el escudo antimisiles de Estados Unidos, pero es algo tan discutible como justificar ese reparto de la energía, tan censurable.
- ¿Ha comparado -con todas las diferencias que ha apuntado- a Putin con Berlusconi?
- Existe un núcleo común que se está trasladando por todo el mundo y que incluye políticas como las que realizó Aznar. Consiste en no hacer política desde las instituciones, sino poner a éstas en la línea que uno quiere. Así se modifican los reglamentos legalmente establecidos, se hacen leyes a conveniencia de lo que quiere cada uno que se asienta en el poder...
- Usted estuvo en Rusia en el último año de Yeltsin y coincidió con el presidente Putin. ¿Qué ha cambiado?
- Con el primero ya se vaticinaban los cambios, pero con el segundo fue la parte más hábil del país la que se quedó con toda esa importante riqueza que daba el petróleo, el carbón, el gas, la tecnología. Fueron los que se hicieron con los fondos del Banco Internacional y la comunidad del mundo entera aceptó que existía una alternancia de corrupción 'dudosa', pero se quería también que Rusia recuperara el control de la totalidad del arsenal nuclear soviético, en manos de Ucrania y de otras repúblicas. Fue por eso que tuvo el apoyo de Estados Unidos. Aunque la respuesta de Rusia en Chechenia fue brutal, no se criticaba, para recibir su apoyo en Afganistán o en Irak.
- ¿Rusia no necesita ejército, porque su ejército es el gas?
- No entiende su reserva de gas como una necesidad de participar en el mercado, sino como un instrumento de acción exterior.
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