SEUL- Al coronel estadounidense no le gustó lo que estaba oyendo y trató de demorar las cosas. Pero documentos dados a conocer hace poco indican que finalmente cedió y le dijo a un alto militar sudcoreano que ``se permitiría'' ametrallar a tres mil 500 presos políticos para impedir que se uniesen a las fuerzas invasoras. En los primeros días de la Guerra de Corea, oficiales estadounidenses observaron, fotografiaron y elaboraron informes confidenciales sobre ejecuciones en masa perpetradas por sus aliados sudcoreanos. Se cree que unos 100 mil izquierdistas o simpatizantes de su causa, si no más, fueron ejecutados secretamente, casi siempre sin ser encausados ni enjuiciados, durante un período de varias semanas a mediados de la década de 1950. Una investigación a fondo de los documentos existentes no arrojó indicio alguno de que el comandante de las fuerzas del Lejano Oriente, el general Douglas MacArthur, haya hecho algo para frenar las ejecuciones, las cuales llegaron a conocimiento de los altos niveles del Pentágono y el Departamento de Estado, que las tildaron de información secreta e hicieron la vista gorda. Ahora, medio siglo después, una Comisión de la Verdad y la Reconciliación sudcoreana investiga lo que sucedió durante ese verano de terror, en el que se produjo un baño de sangre al que no se le dio difusión, al contrario de lo que sucedió con las matanzas perpetradas por los norcoreanos. Documentos desclasificados del Archivo Nacional estadounidense y otros organismos indican que los norteamericanos tuvieron una actitud ambivalente: a veces cuestionaron las matanzas, otras miraron para un costado. ``Lo concreto es que no frenaron las ejecuciones'', afirmó el historiador Jung Byung-joon, integrante de la comisión, formada hace dos años. ``Estuvieron en la escena del delito, tomaron fotos y escribieron informes''. Oficiales estadounidenses tomaron fotos en julio de 1950 en un terreno cerca de la ciudad de Daejón tras la ejecución de decenas de personas. Se calcula que entre 3.000 y 7.000 personas fueron ejecutadas allí por fuerzas del gobierno y enterradas en tumbas comunes, según Kim Dong-choon, miembro de la comisión investigadora. Los huesos del padre de Koh Chung-ryol están enterrados en algún lado y esta mujer de 57 años cree que el gobierno sudcoreano no es el único responsable de su muerte. ``No puedo presentar pruebas concretas, pero creemos que Estados Unidos tiene parte de la responsabilidad'', declaró a la AP mientras visitaba uno de los sitios donde miles de personas ejecutadas fueron enterradas en fosas comunes en el valle de Sannae. Frank Winslow, militar estadounidense que estuvo destacado en Daejón en esa época, asegura que no es así. Winslow, hoy un teniente coronel del ejército retirado, de 81 años, sostiene que ``los (sud)coreanos eran soberanos''. ``Para mí, nunca hubo duda alguna de que los (sud)coreanos actuaban por su cuenta'', expresó en una entrevista telefónica desde su residencia en Bellingham, estado de Washington. El fusilamiento de decenas de miles de presuntos opositores, reportado por la AP el 19 de mayo, fue la culminación de una virulenta campaña de años de la derecha sudcoreana. En 1947, dos años después de que Washington y Moscú dividiesen la península coreana en dos mitades, la del sur y la del norte, un gobierno militar estadounidense declaró que el Partido Laborista Coreano, que agrupaba a los comunistas del sur, era ilegal. El régimen del presidente Syngman Rhee, que asumió luego de que Corea del Sur recuperase su soberanía en 1948, había suprimido todos los partidos políticos de izquierda, aniquilado un foco guerrillero y detenido a 30.000 presos políticos para cuando Corea del Norte invadió el sur el 25 de junio de 1950. A fines de junio de 1950, las fuerzas del sur y sus asesores estadounidenses se replegaron hacia el sur y circularon rumores de que los norcoreanos estaban vaciando las cárceles y que los reclusos ayudaban a imponer un nuevo orden. En un informe confidencial, el teniente coronel Rollins S. Emmerich, quien asesoraba a los sudcoreanos, describió lo que sucedió en el puerto de Busán. Relató que un subordinado le dijo que el comandante sudcoreano de la zona, decidido a impedir que los presos se uniesen a los invasores, planeaba ``ejecutar unas tres mil 500 personas que se creía habían simpatizado con el comunismo en tiempos de paz, las cuales habían sido encerradas en la cárcel local'', según documentos desclasificados hace poco. Emmerich dijo que llamó al jefe militar sudcoreano, coronel Kim Chong-won, y le dijo que el enemigo no llegaría a Busán por varios días, como temía Kim, y que ``no se podían avalar las atrocidades''. Pero posteriormente el militar estadounidense dio su aval al plan, con ciertas condiciones. ``El coronel Kim prometió que no ejecutaría a los presos hasta que la situación se hiciese más crítica'', escribió Emmerich, quien falleció en 1986. ``Se le dijo al coronel Kim que si el enemigo llegaba a los alrededores de Busán, se le permitiría abrir los portones de la prisión y ametrallar a los presos''. Este relato escrito es el primer documento de que se tiene noticias que revela que Estados Unidos aprobó de antemano estas matanzas. ``Lo que dijo (Emmerich) es muy importante'', manifestó Park Myung-lim, historiador sudcoreano y miembro de la comisión investigadora. A medida que avanzaba el verano boreal y los invasores ganaban terreno, los presos de Busán fueron fusilados de a cientos, según dijeron testigos coreanos y extranjeros. Emmerich indicó que, poco después de su reunión con Kim, se entrevistó con oficiales de Daegú, 88 kilómetros (55 millas) al norte de Busán, y los convenció de que no ejecutasen a 4.500 presos en lo inmediato. Pero a las pocas semanas se produjo la matanza de cientos de personas en esa zona. La purga anticomunista comenzó inmediatamente después de la invasión y se cree que hacia finales de 1950 había unas 150 fosas comunes llenas de cadáveres en las regiones más australes de la península. Kim dijo que la comisión estima que el cálculo según el cual hubo 100 mil muertos es ``muy conservador''. Se investigó a fondo los archivos militares y diplomáticos estadounidenses relacionados con la Guerra de Corea en años recientes. Los documentos que fueron desclasificados hace poco ayudan a dar una mejor idea de lo sucedido.
CRÉDITOS: AP / IJALH Jul-08 13:38 hrs
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