Mientras el Muro de Berlín se resquebrajaba, abatido, los escombros rodaban hacia el este. Tardaron un mes en llegar a Rumanía, con una revolución que acabaría con el régimen comunista. "Tú no lo sabes / Yo estaba allí", resume el poeta y escritor rumano Mihai Mircea Butcovan sobre ese diciembre de 1989. Con veinte años de distancia, el autor de Aldea mariposa y Alunizaje de un inmigrante enamorado, desde Italia, mira a Bucarest y vuelve a hablar de lo que ocurrió aquella Nochebuena, cuando Nicolae Ceasescu fue fusilado. Las esperas, las desilusiones y las decisiones de muchos de sus conciudadanos revolucionarios de convertirse en inmigrantes. Entrevista.
¿Qué sintió mientras el muro de Berlín era derribado? Las imágenes – si el régimen las dejaba pasar- ¿le sugerían lo que habría de suceder unos meses después en Rumanía? ¿Qué aire se respiraba en su país?
No teníamos acceso a este tipo de noticias. Yo, además, era militar, por lo que no podía ni siquiera escuchar la Radio Europa libera o Voice of America, testimonios radiofónicos de disidentes que sintonizábamos a escondida, en casa, y que nos informaban desde occidente de todo aquello que el régimen nos escondía. Supe todo lo que había sucedido en Europa en diciembre, inmediatamente después de la caída de nuestro dictador.
¿Qué pasó en Bucarest justo después de la Revolución?
¿Sabes lo que canta Franco Battiato en una de sus canciones? “La evolución social no sirve al pueblo si no es precedida de una evolución de pensamiento”. Sucedió que Rumanía se despertaba del bonito sueño de la revolución y se encontraba en una pesadilla, cayó en una crisis que habría podido ser de 'cambio' de conciencia. Sin embargo, ha sido solo un modo para entender cuanto tiempo sería necesario para superar sus numerosas contradicciones.
¿Qué contradicciones?
La más importante: muchos de aquellos que colaboraron con el régimen de Ceausescu como espías, se han reciclado en los gobiernos sucesivos dando una imagen de antiguo régimen (y también deformada) a la democracia. Esto me empujó, con 22 años, a dejar mi país.
Llegó a Italia en 1991. Ha dejado su tierra como tantos otros rumanos poco después de la revolución. Habíais derribado un régimen, ¿Por qué marcharse tan pronto? ¿No cree que haya una fuerte incoherencia en su elección?
Dejé Rumanía para darme la oportunidad de proseguir mis estudios. Mi familia, como tantas otras, había salido económicamente destruida del 89. Cuando terminó el régimen, pensé que la Revolución cambiaría la realidad de forma inmediata, cosa que no solo no ha sucedido sino que, además, trajo consigo varios cambios negativos tras la apertura a occidente. Ha empeorado todo. Hoy, hay una clase dirigente que ha heredado mucho, tanto en la mentalidad como en el forma de actuar, del régimen y que aún tiene a la generación de veinteañeros esperando un cambio efectivo.
El ingreso en la Unión Europea ¿no ha servido para nada?
La UE es necesaria y útil pero, una vez más, una oportunidad aprovechada solo parcialmente. En este caso, la responsabilidad es tanto de Rumanía como de la propia Unión Europea. Mi país debería velar, y también controlar mejor, el tratamiento adecuado de sus inmigrantes en los otros países de la comunidad, también porque las remesas económicas de quien se ha ido son, todavía, el motor de la economía rumana. Por otro lado, la UE debería considerar, cuando concede el ingreso a una nueva nación, no solo la ampliación territorial sino también la cultural. Por desgracia, las campañas de difusión son siempre tardías. En Italia se sabe poco sobre los rumanos, y aquello que se sabe es a menudo propaganda instrumentalizada. La mayoría de los italianos ignoran totalmente que Rumanía forma parte de la Unión Europea.
¿Cómo reacciona a la nostalgia que se difunde entre sus conciudadanos y que lleva a algunos a afirmar que estaban mejor con Ceausescu?
Antes de la caída del muro existían fuertes disparidades sociales en mi país y, además, no había ninguna libertad de expresión, el régimen controlaba también el pensamiento. Después de la Revolución, la disparidad social ha llegado a ser aún más fuerte y paradójicamente, la Rumanía de entonces ha resultado ser más garantista que la de hoy. Ceausescu decía: 'una casa y un trabajo para todos'. La enseñanza era pública, igual que la sanidad, lo que, tras la caída de la dictadura comunista, ya no es posible. Mi próxima recopilación de poesía tendrá el siguiente título: Del comunismo al consumismo y sintetiza aquello que ha sucedido en los últimos veinte años. Hay una oligarquía política a la que ha seguido en la práctica una economía gracias a la que se está enriqueciendo, aprovechándose del libre mercado en detrimento de la colectividad.
¿Qué queda entonces de la Revolución de diciembre del 89?
Como en todas las dictaduras, también en Rumanía se ha comprobado lo que Trilussa nos describe muy bien en su texto Nummeri:
“Il dittatore, come l'uno, cresce de potenza e de valore\ più so' li zeri che je vanno appresso” (El dictador, como el uno, aumenta de potencia y de valor / cuanto más son los ceros que lo siguen). Entonces, es necesario preguntarse qué objetivo tuvieron los 'ceros' y si aquella ha sido una revolución o un golpe de Estado que formaba parte de diseños y políticas internacionales que permanecen aún en la oscuridad.
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