Sergio Correa
BBC Mundo, Berlín
Más de 1.600 aficionados del Union Berlin levantan el estadio de su equipo.
Más de 1.600 aficionados incondicionales del club de fútbol de la tercera división alemana Union Berlin levantan el estadio de su equipo.
Esperan terminarlo en junio, justo en el momento en que, con gran probabilidad, su club ascienda a la segunda división.
Entre los voluntarios no se ven los más jóvenes ni los más corpulentos: muchos de ellos llevan lo que en Alemania llaman "barriga de cerveza" y cargan con cierto trabajo sus pesadas herramientas.
Después de todo, muchos llegan a la obra tras su jornada laboral, que no es menos duro. Pero su entusiasmo es imbatible.
"Si Union nos llama, pues aquí estamos", comenta uno de ellos, alto y flaquísimo, "aunque de verdad nadie nos llamó, sino que vivimos en tropel".
Millones ahorrados
"Hemos ahorrado unos US$2,5 millones con la ayuda del trabajo voluntario de los seguidores", le dijo a BBC Mundo el portavoz de Union Berlin, Christian Arbeit.
Muchos quisieran trabajar más días en la construcción del estadio.
"Muchos de ellos tienen experiencia en la construcción e instruyen y dirigen a los demás".
Las quejas del encargado de la construcción del estadio son más bien que muchos de sus voluntarios lo fustigan porque no pueden trabajar más días.
"¡Pero necesitamos sólo un cierto número por día, no podemos tenerlos todos a la vez aquí!", dice Arbeit, como si hablara de locos.
En la pausa, los voluntarios hablan de Union Berlin y de sus seguidores, como si fuera algo lejano y legendario, aunque se trata de ellos mismos.
Se citan acciones solidarias, como anónimos colaboradores que les traen a la obra comida o tortas, se habla del tiempo de antes, en que Union Berlin era uno de los mayores clubes de la ex República Democrática Alemana.
"El club de la Stasi -la policía secreta- era el Dynamo; todos los que estaban contra el régimen comunista se sumaban a su rival, que era el Union, por eso entre los fans se formaba una rara mezcla de prodemocráticos, hippies, punks y creo que los primeros neonazis que vi en el este de Alemania, todos en el mismo club, en las mismas gradas", dice Andreas, que sigue a Union desde su infancia.
Union hasta sangrar
La inestable situación financiera del club ha hecho que sus directivos afilen su ingenio para inventar nuevas formas de ahorros o de ingresos.
El equipo ha ahorrado unos US$2,5 millones con la ayuda del trabajo voluntario.
Junto a los voluntarios para levantar el estadio, se venden los pixeles de su página de internet, placas con nombres de donantes en el túnel de ingreso a la cancha, horas de trabajo para financiar técnicos.
En la temporada de 2004, las desgracias financieras de su club ya les habían costado a los fans, literalmente, sangre.
En una campaña llamada "Sangrando por Union", se llamó a los seguidores del club a vender su sangre y donar lo ganado a Union.
Más de US$2 millones recaudó la seguramente más sangrienta campaña financiera que haya protagonizado club deportivo alguno.
¿Normalidad por fin?
El 8 de julio está anunciada la inauguración del estadio con un partido con el ahora "club grande" de Berlín, el Hertha, de primera liga, pero este fin de semana puede ser el gran día para Union ; si gana el partido este sábado frente a Regensburg subirá a la segunda liga.
Uno no está del todo seguro si este sufrido club y sus seguidores podrían soportar la disipada vida de un club normal alemán, con sus saunas, sus salones VIP, sus habanos y sus tragos de whisky.
"Somos un club de trabajadores, siempre lo fuimos, y no creo que eso cambie cuando subamos a segunda división", dice Andreas y esboza una fina y tímida sonrisa, como imaginando, deleitando, ese gran día.
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