La extraña obra de teatro de Mark Ravenhill sobre dos gemelos idénticos reunidos tras crecer cada uno en un lado del muro, viajó de Londres a Berlín esta primavera. Nuestro crítico londinense compara esta pieza con un comentario sobre la situación política de la UE. Desde Berlín, se preguntan hasta dónde va la crítica del director sobre la reunificación alemana. Visiones entrecruzadas desde el teatro Royal Court de Londres y el Schaubühne de Berlín
Over there en Berlín: un muro de tetrabrics
'Digging Deep and Getting Dirty' (Cavando profundo y ensuciándose), así se llama el festival internacional de teatro de autor en el que diversos países presentan sus obras y actuaciones propias. 'Over there' es la aportación británica al festival, del dramaturgo Mark Ravenhill, conocido en los escenarios alemanes desde la escenificación de su obra 'Shopping and Fucking' por el director teatral Thomas Ostermeier. Un pequeño adelanto: en la pieza Over there no se cava muy hondo, pero lo que es ensuciarse, sí que se ensucian.
El argumento: Franz y Karl son gemelos univitelinos, pero siendo aún muy pequeños son separados: crecen en lugares distintos, con ideologías distintas y cada uno está convencido de tener la verdad absoluta. Over there es una obra sobre dos hermanos, un drama sobre las relaciones humanas, que nos explica, con mucho humor y colorido, la historia del enfrentamiento entre dos caracteres muy distintos y la posterior aceptación mutua. “Quiero que seamos uno, que estés dentro de mí”, dice Franz justo antes de matar a su viva imagen, tendida en el suelo. La Alemania occidental devora a la oriental, de la que no queda nada.Mark Ravenhill utiliza todos los elementos del teatro 'in yer face' (en tu cara), corriente teatral que busca perturbar al espectador, para mantener al público hechizado: masturbaciones simultáneas, lenguaje soez y desnudos. El hijo está representado por una esponja, las cenizas del padre son un paquete de harina de la cadena de supermercados británicos Tesco y el muro está hecho de tetrabrics.
Harry Treadaway (foreground, sitting on table), Luke Treadaway (background, hands up by head) (Foto: ©Simon Annand/ Royal Court Theatre)El drama de la Alemania dividida, la caída del muro y la reunificación se unen bajo un único elemento: un bonito bastidor. La Alemania del este y la del oeste aparecen representadas de manera estática y estereotipada. Por un lado Karl, el eterno socialista reacio a los cambios, que preferiría arder en la hoguera antes que ver porno; por el otro, Franz, el engominado ejecutivo sin escrúpulos que habla con frases vacías.Incluso cuando se cumple el 20º aniversario de la caída del muro, Over there no es una obra sobre la reunificación. Esto se nota también en la reacción del público: un gran aplauso para los actores Luke y Harry Treadaway, que con su perfecta y acertada actuación engrandecen la obra. En una encuesta al público realizada tras la actuación, empiezan a notarse las discrepancias: el público angloparlante la encontró tremendamente divertida, mientras entre los alemanes dominaban los “bueno…” o “demasiado recargada y sin contenido”.
Cuando uno abandona el teatro y sale a la calle, se encuentra con la dorada Alemania occidental: la avenida Kurfürstendamm, la calle más comercial y suntuosa del Berlín oeste, con el KaDeWe (acrónimo de Kaufhaus des Westens, que puede traducirse como 'Centro comercial del oeste') como el símbolo del consumo (superfluo). Sin embargo, la verdad es que uno se encuentra al final de la avenida y allí queda claro, con las boleras, los cibercafés, los tenderetes de salchichas y los rastros, que hace ya mucho que no es oro todo lo que reluce.
¿Existe aún el muro en nuestras mentes? En Over there no queda del todo claro. Al final de la obra, Franz se encuentra en California, en una cena, y, horrorizado, se da cuenta de que lo alemán tiene que dejar paso a lo americano. ¿Les reprocha Mark Ravenhill a los alemanes la sustitución de la historia con ello? Puede. O puede que no.
Posiblemente él solo quería dejar el final abierto. “Yo te sostengo, hasta que te duermas”, le dice la camarera a Franz al final de la obra y él, cansado de luchar, se deja caer en sus brazos. Una confianza con la que no pudo obsequiar a Karl. Y así, al final, la tragedia (casi mejor decir tragicomedia) va a la deriva en la inevitable realidad de la superficialidad.
Por Sandra Wickert, Berlín / Traducido del alemán por Alba Mateos
Over there en Londres: comentarios sobre la problemática política europea
Harry Treadaway (izquierda) y Luke Treadaway (derecha) (Foto: ©Simon Annand/ Royal Court Theatre)El escenario está rodeado y brillante. Una pareja de fraternales gemelos bajan con dinamismo por los pasillos laterales y suben en el escenario. Uno, vestido de mujer y con aires de pechugona camarera americana, se pone a seducir al otro. Mark Ravenhill había declarado que su obra sería “un poco extraña”. Su idea y ejecución son realmente novedosas. Sin embargo, después de que la sorpresa inicial se desvanezca, se deja al público en cierta calma: los símbolos y motivos que aparecen son obvios, el conflicto ideológico entre los gemelos es predecible. No obstante, de manera imperceptible, las dimensiones psicológicas y emocionales de su relación envuelven al espectador. Ravenhill traza con maestría la fascinación inicial pon el 'otro', un ser profundamente familiar y totalmente ajeno al mismo tiempo, así como la acidez gradual de la relación, que se va cargando de celos y resentimiento.
La rebeldía desesperante de Karl se siente con dolor; la antigua vida de los gemelos de Alemania oriental es engullida por la expansión de Alemania occidental. Los intentos de Franz por redimirse están teñidos de paternalismo y arrogancia. Franz no puede comprender la negativa “infantil” de Karl a rechazar de manera contundente su identidad de alemán del este. Paradójicamente, sin embargo, Franz se siente incapaz de compartir su universo con su hermano. “No quiero dos de nosotros”, dice. “Solo me quiero a mí. Tú tienes que irte”. El experimento social representado en la obra de Ravenhill también plantea preguntas sobre la ampliación de la UE. ¿Se pueden reconciliar verdaderamente los pasados, las Historias y las identidades? Las inevitables líneas de separación, ¿amenazan la ambiciosa búsqueda del supranacionalismo de la UE?
En la reciente cumbre de la UE emergió el fantasma de un nuevo telón de acero, planteado para proteger los intereses de las vacilantes economías occidentales. Mientras los Estados de Europa central y oriental se esfuerzan por protegerse contra la hecatombe, la canciller alemana Angela Merkel rechazó categóricamente la petición de Hungría por un plan de rescate económico para Europa central y oriental. El ambiente puede desenterrar resentimientos y divisiones del pasado. Y como demuestra la obra de Ravenhill, estos pueden ser emocionalmente explosivos.
La obra formó parte de la temporada 'Off the Wall' del teatro Royal Court de Londres, centrada en Alemania (Vídeo: ©royalcourttheatre/ Youtube)
La relación entre Franz y Karl (o ambas partes de la división este-oeste) nos lleva a pensar que la integración y ampliación de la UE necesita de una profunda transformación psicológica. Como Franz, Europa occidental es a menudo reticente a compartir su riqueza y privilegio. Los logros de la parte occidental se han alimentado durante tiempo del mito de la superioridad al considerar que nuestra propia civilización es un modelo para el resto del mundo. Pero como las fronteras se difuminan en la UE, la parte occidental se está enfrentando a la perspectiva de abandonar la exclusividad que ha venido reivindicando. Representa la crisis de identidad a la que se enfrenta Franz cuando lucha por compartir su estilo de vida y retener su individualidad.
Los líderes de la UE han deliberado mucho para determinar cuándo y qué partes del este estarán preparadas para unirse al oeste. En Over There, las diferencias ideológicas y psicológicas entre Franz y Karl, el este y el oeste, son insuperables. La obra podría leerse menos como predicción de problemas políticos que aparecerán y más como una historia que infunde cautela. Quizás el este y el oeste necesitan una dosis saludable de realismo, una preparación para comprometerse en un proceso compartido de transformación. Hasta ese momento, la integración europea no estará ni aquí ni allí.
Por Sara Mojtehadzadeh, Londres / Traducido por Alma López Figueiras
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