@lecorbusier2
La derechona de mantilla y misa de domingo, cuya representante más destacada es Esperanza Aguirre, se cree por heredad que España es una gran finca donde ella y los nacidos de familias decente y por lo tanto sin tacha, son los señores, los ciudadanos sus braceros y criados, y la policía sus guardeses que están a su servicio. Si no es eso, eso se le debió pasar por la cabeza el día de autos donde un agente de movilidad (policía B inventada por Gallardón para temas de movilidad ciudadana, para pagarles menos que la policía A) la intentó multar por estacionar a sacar dinero de un cajero automático en plena Gran Vía Madrileña que como sabéis los que vivís aquí casi no pasan coches y autobuses.
Pero hoy en esa manía visceral a todo lo que representa la autoridad, agentes y demás cuerpos represivos del estado, he de confesarles que yo la entiendo. Y la entiendo fundamentalmente porque aquellos que por causas ajenas a la voluntad hayan tenido que verselas con guardia civil, policía local o nacional, vigilantes jurados o guardeses de fincas rusticas saben que chulería gastan a la hora de dirigirse a un ciudadano normal, que paga sus impuestos y que no ha cometido ninguna falta o delito. Y no queremos hablar de los famosos antidisturbios que mientras se abren la cabeza a porrazos se ríen de tus derechos a mandíbula partida. Si señores, tenemos que estar con Esperanza Aguirre por el trato recibido por estos agentes pero no por el delito o falta que ha cometido.
Pero como es esta derecha nuestra que mientras nos aconseja no abortar, respetar las normas, defender a las policías patrias, a ser decentes y castos en nuestras vidas, ellos si van a abortar a la mejor clínica londinense aconsejado por el cura-párroco de su iglesia, no respetan ni una puta norma, se chotean de la autoridad con aquello harto sobado de: “usted no sabe con quién está hablando” y como no, a follar como conejos con la primera que se cruza o con el primero que se cruce.
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