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La manifestación terminó en violencia policial, muy posiblemente provocada por grupos de agentes encapuchados e infiltrados entre los militantes.
Nuestra prensa sigue estando vendida y faltando a su obligación de ofrecer información veraz. El País, la radio y la televisión hablan de miles de manifestantes; el francés Le Monde, sin embargo, calcula la asistencia endos millones de personas.
MADRID // Nadie se explicaba muy bien por qué la policía cargaba una hora antes de que acabase el plazo permitido de la manifestación (21.30 horas), mientras la plaza de Colón estaba aún llena, con miles de manifestantes que escuchaban los discursos de cierre de las Marchas de Dignidad.
El dirigente del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT) Diego Cañamero acababa de hablar desde el escenario, ante la atenta mirada de jóvenes, familias y personas mayores, y la Orquesta Solfónica arrancaba algunas notas de sus instrumentos. Entonces comenzaron las carreras.
Al mismo tiempo, en el Paseo de Recoletos, junto a Colón, decenas de personas levantaban toldos, carpas e incluso tiendas de campaña. Allí el ambiente era aún festivo y esperanzador. En las redes sociales comenzaba a extenderse la etiqueta #AcampadaRecoletos y también cierto eco del espíritu del 15-M, de aquella acampada en 2011 que dio paso al movimiento. Sin embargo, la policía siguió barriendo, poco a poco, a los manifestantes en dirección a la plaza de Cibeles. Hasta que llegaron a la acampada.
En ese momento comenzaron los enfrentamientos más intensos, y los manifestantes se dividieron entre los que corrían, los que se enfrentaban a la policía y los que decidieron quedarse bajo las lonas con gritos de“¡Resistencia!” y “¡Nos quedamos!”.
La zona de acampada fue perdida y recuperada un par de veces por los manifestantes, transformada en una especie de frontera. El pulso duró unos 30 minutos, de avances y retrocesos, en los que grupos de manifestantes comenzaron a arrancar adoquines y recoger piedras para arrojarlos sobre los antidisturbios. Estos respondieron con cargas y balas de goma.
Tras un rato de mucha tensión y fuertes enfrentamientos, la policía fue ganando poco a poco terreno por el Paseo de Recoletos hasta llegar a Cibeles, donde había ya preparado un fuerte dispositivo de antidisturbios. Allí, después de algunas escaramuzas pequeñas, las persecuciones continuaron hasta acabar en más cargas en el barrio de Lavapiés.
Según han denunciado posteriormente desde la organización de las Marchas de la Dignidad, “dos o tres encapuchados, ajenos a la manifestación, que fue absolutamente masiva y pacífica, tiraron unos petardos cerca del cordón policial que protegía la sede del PP con el fin de provocar a la policía”. Fue entonces cuando los antidisturbios, “en un ejercicio de inaudita irresponsabilidad profesional”, afirman en el comunicado, interrumpieron el acto de cierre de la manifestación “con una plaza llena de familias”.
Por su parte, la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, ha culpado a “grupos muy violentos” que han actuado “con una violencia que hasta ahora no se había visto”. “Han actuado con verdadera saña contra la policía”, ha asegurado. Además, ha dejado claro que la policía “no va a permitir que haya ningún tipo de acampada”.
Extraído del periódico LA MAREA.
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