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Gorby, a 20 años de la caída del muro

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http://www.etcetera.com.mx/articulo/gorby,_a_20_anos_de_la_caida_del_muro/2203/

17 de Noviembre, 2009
María Cristina Rosas

Washington D. C., EU.- El 2 de mayo de 1989 se produjo un suceso que cambiaría la historia: la cortina de hierro empezaría a desvanecerse cuando las autoridades húngaras decidieron desmantelar la cerca con púas que separaba al país de Austria. La cerca tenía una extensión de 150 millas, y su eliminación posibilitó que varios cientos de alemanes orientales que vacacionaban en Hungría irrumpieran en Austria, desde donde se trasladarían, a salvo, a Alemania Occidental. El hecho causó preocupación en diversos países de Europa Oriental y, por supuesto, en la Unión Soviética, aunque el gobierno encabezado en ese momento por Mijaíl Gorbachov no tomó represalias contra Hungría. En consecuencia, el éxodo de alemanes orientales aumentó, al punto de que el 19 de agosto, unos 900 germanos de la República Democrática Alemana (RDA) cruzaron la frontera austro-húngara y arribaron a Austria. Para septiembre de 1989, unos 13 mil alemanes orientales habían ingresado a Austria a través de Hungría. Este es el antecedente más importante de la caída del Muro de Berlín.

Estos cambios no habrían sido posibles sin la bendición de la Unión Soviética, que desde el fin de la Segunda Guerra Mundial integró a Europa Oriental y Central en su zona de influencia vis-à-vis Occidente. Como se recordará, tras el fin de la segunda gran conflagración mundial, los países de Europa Oriental y Central vivieron a la sombra de los designios de Moscú. La Revolución Húngara que se produjo un poco después de la muerte de Stalin, y que tuvo una brevísima duración (del 23 de octubre al 10 de noviembre de 1956) fue aplastada por la Unión Soviética. En Checoslovaquia, la desestalinización progresó más lentamente que en otros países de la región, pero hacia 1968, cuando Alexander Dubcek lanzó un programa de reformas internas –el socialismo con rostro humano– y de política exterior, el entonces líder de la URSS, Leonid Brezhnev, convocó a diversas naciones del Pacto de Varsovia para llevar a cabo una incursión bélica que hoy se conoce como la Primavera de Praga. La justificación política para llevar a cabo esta intervención en Checoslovaquia fue la llamada Doctrina Brezhnev, misma que se mantendría vigente hasta finales de la década de los 80. Esta doctrina señalaba que en el momento en que fuerzas hostiles al socialismo buscaran un viraje hacia el capitalismo en un país de la esfera soviética de influencia, entonces el problema dejaba de ser exclusivo del país en cuestión para convertirse en el problema de todos los países socialistas.
Las experiencias de Hungría y Checoslovaquia hacían patente que para posibilitar cambios en la esfera soviética de influencia, era necesario, en primer lugar, que se produjera un gran cambio en la Unión Soviética misma. Es aquí donde cobra importancia la figura de Mijaíl Gorbachov.

El ascenso de Gorbachov
Nacido en el seno de una familia de campesinos en Stavropol el 2 de marzo de 1931, Mijaíl Sergeivich Gorbachov se graduó en la carrera de derecho en la Universidad Estatal de Moscú en 1955. Mientras estudiaba, se afilió al Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) y un poco después comenzó a destacar por su entusiasmo y activismo. En 1970 ya era primer secretario del PCUS en su natal Stavropol y cuatro años después fue investido como primer secretario del Soviet Supremo. Para 1979 se incorporaba como miembro del Politburó.
Como se recordará, el 10 de noviembre de 1982 falleció Leonid Brezhnev, por lo que se desencadenó una contienda en el seno de las altas esferas políticas de la URSS para elegir a su sucesor. Así, el 12 de noviembre Yuri Andropov fue electo como secretario general del PCUS. Este personaje había sido embajador de la URSS en Hungría cuando se produjo la Revolución Húngara de 1956 y cuentan sus biógrafos que convenció a Nikita Kruschov para que interviniera. Andropov presidió al KGB a partir de 1967 y cuando se produjo la crisis de Checoslovaquia estuvo a favor de usar medidas extremas contra los reformistas.
Cuando llegó a la cúspide del poder soviético, Andropov se propuso luchar contra la corrupción y despidió a una cantidad importante de funcionarios de alto nivel. Su salud, sin embargo, estaba muy mermada, y a tan sólo 15 meses de haber asumido el cargo, enfermó gravemente. Antes de morir –padecía un mal renal– sugirió designar como su sucesor a Mijaíl Gorbachov.
Sin embargo, al morir Andropov, el ascenso de Gorbachov tuvo que esperar. Los reformistas lo apoyaban, pero la vieja guardia se resistía a ceder el poder. Por eso se eligió a un hombre muy enfermo, Konstantín Chernenko, el 13 de febrero de 1984, para dar tiempo a que se llegara a un consenso entre los jerarcas del PCUS. Hacia finales de ese año se vio afectado por toda clase de enfermedades: una afección hepática que se convirtió en cirrosis; enfisema pulmonar; y hasta una insuficiencia cardiaca, todo ello colapsando sus órganos vitales, de manera que murió el 10 de marzo de 1985.
Cuentan que cuando al Presidente estadounidense Ronald Reagan se le notificó sobre la muerte de Chernenko comentó: “¿cómo demonios voy a negociar con los soviéticos si sus líderes se mueren a cada momento?”. Este comentario, aunado a la necesidad de un liderazgo sólido, con una persona joven que gozara de buena salud, son factores que seguramente determinaron el ascenso de Mijaíl Gorbachov como secretario general del PCUS, el 11 de marzo.

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