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La Gran Coalición

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Y es que hay que ser muy proyanqui, [como Cebrián], para obtener las máximas distinciones de una fundación republicana y otra demócrata en EE.UU.
DOLORES DE REDONDO 12/06/2014

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“Recuerdo con emoción indescriptible la imagen de mi mano al aire ondeando la bandera americana al paso de la comitiva de Einsenhower. Es la primera bandera que hice ondear en mi vida y creo que fue la única vez que he hecho un gesto semejante con ilusión y entusiasmo”. Quien así se expresa no es el actor Tom Hanks en su célebre papel de Forrest Gump, sino Juan Luis Cebrián, presidente ejecutivo del Grupo Prisa y gran adalid de la libertad de prensa en nuestro país, refiriéndose a la visita a Madrid del presidente norteamericano en 1959. Tan patriótico, entusiástico y emocional alegato es un extracto del discurso pronunciado al recibir en Washington el Premio First Amendment, otorgado por la Fundación Einsenhower Fellows.

Cebrián -que atesora más trofeos en EE.UU. que algún olímpico autóctono- ya puede poner el premio en su vitrina junto a la Medalla a la Libertad de Expresión concedida por la fundación Roosevelt y presumir de embajador plenipotenciario de Yanquilandia. Y es que hay que ser muy proyanqui para obtener las máximas distinciones de una fundación republicana y otra demócrata en EE.UU. Es tan extraño como recibir simultáneamente el reconocimiento del Real Madrid y del F.C. Barcelona o conseguir publicar el mismo artículo en La Razón y enMundo Obrero

Todo este rollo sobre Cebrián tiene la intención de mostrar que, en realidad, los norteamericanos han bendecido al dinamitero del grupo Prisa para ejercer de padrino de ceremonias de la Gran Coalición entre PSOE y PP, ese matrimonio de conveniencia que pretende solucionar la falta de gobernabilidad tras las elecciones generales de 2015, garantizar el beneficio del IBEX 35 y, en resumidas cuentas, seguir cumpliendo el papel de bufón de la Casa Blanca.

Por ello, en la entrega del premio elogió a EE.UU. como “la primera y más importante democracia del mundo” así como “la capacidad de sus líderes políticos de colaborar por encima del partidismo y las ideologías”. La misma melodía entonada por su admirado amigo Felipe González en plena campaña, aunque con distintos instrumentos: “Me gusta que se responda a lo que el país necesite en cada momento histórico. Yo no descarto nada que necesite el país”. Y también por el candidato del PP, Miguel Arias Cañete: "Yo no lo descarto [el gobierno de coalición PP-PSOE] si el interés general lo exige en un futuro, aunque depende de la madurez de los líderes de ambos partidos. En una situación excepcional de crisis, un Gobierno de muchos partidos que tienen ideologías contrapuestas puede hacer daño al país”.

En realidad, nos encontramos ante el diseño de la Segunda Transición, un remedo de aquel gran circo urdido en el último franquismo para garantizar la supervivencia de las estructuras del antiguo régimen sin mudar nada. Hoy necesitan salvar otro régimen que se hunde, empezando por la actual monarquía on the rocks, y al igual que antaño, el tío Sam reparte nuevamente los papeles de domadores, payasos, acróbatas y tramoyistas.

La farsa de Juan Luis Cebrián y su periódico fueron una de las atracciones más destacadas de la Transición para dar cobertura, legitimidad y apariencia de rivalidad al bipartidismo. Con diecinueve años fue redactor jefe en Pueblo, diario del Movimiento franquista, del cual llegó a ser subdirector siguiendo los pasos de papá, el director del diario Arriba, órgano de Falange Española y de las JONS. En 1974 fue nombrado jefe de los servicios informativos de RTVE, en el último gobierno formalmente franquista. Miembro del Club Bildelberg, fue el primer director del diario El País, desde 1976 hasta 1988. El primer ejemplar de El País aparece el 4 de mayo de 1976, cinco días antes de los sucesos de Montejurra. Ambos acontecimientos comparten protagonista porque, aunque no sea demasiado conocido, Manuel Fraga fue fundador del diario El País aunque abandonó el accionariado en 1979, además de patrocinador de Cebrián como director.

La gran coalición que pretende salvar a España tras el cataclismo electoral del bipartidismo en 2015, gobierna de facto desde hace décadas al dictado del Departamento de Estado de los EE.UU. Lo que sí es seguro es que el hooligan de la banderita yanqui no ganará ningún premio de economía, salvo que lo patrocine La Sexta. A 31 de marzo de 2014, la deuda del Grupo Prisa ascendía a 3.341 millones de euros. Menudo panorama.

— Y digo yo... ¿aquí no haría falta una Revolución?

— Y luego, ¿por qué me lo preguntas?

Publicado en el Nº 273 de la edición impresa de Mundo Obrero junio 2014

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