Estimados y estimadas camaradas, compañeros y compañeras, amigos y amigas,
En primer lugar quería daros la bienvenida, en nombre del Partido Comunista de Madrid a la Fiesta del PCE de la que volvemos a ser anfitriones un año más, así como trasladaros un fraternal saludo de parte del nuevo Comité Central, elegido tras el IX Congreso que celebramos el pasado mes de junio.
Saludamos a la dirección federal del Partido y a la militancia que hace posible con su esfuerzo esta Fiesta; damos la bienvenida a las diferentes organizaciones políticas, sindicales y a las a representantes de movimientos sociales que se han acercado a la fiesta, y agradecemos, un año más, al Ayuntamiento de San Fernando de Henares y muy especialmente a su alcalde, y al resto de concejales y concejalas del Partido Comunista su disposición, apoyo y su ayuda para el desarrollo de la Fiesta, así como su lucha diaria por hacer de San Fernando una ciudad mejor, más justa y más solidaria.
Estoy convencido de que el año que viene, nos volveremos a ver aquí, con el mismo Alcalde y aún más concejales del PCE y de IU.
Tras el IX Congreso, iniciamos esta nueva etapa en el PCM inmersos en un contexto social y político convulso, tanto en la Comunidad de Madrid como en el resto del estado español. Un contexto que exige del Partido poner lo mejor de su capital humano, político y militante para construir la imprescindible alternativa constituyente que este país necesita.
En esta Comunidad, como sabéis, padecemos día a día las consecuencias de la política de un Partido Popular voraz, salvaje y caníbal que conculca de forma sistemática los derechos de los trabajadores y de las trabajadoras, que pretende acabar con todos los servicios públicos existentes y obedece a los intereses de una oligarquía saqueadora que sigue esquilmando los recursos públicos, que continúa robándonos el futuro y el presente, y nos condena a la miseria y a la mera supervivencia.
Durante el último año, hemos asistido a una ofensiva brutal del régimen contra nuestra clase. Han estallado conflictos de todo tipo, ante los que se han dado ejemplos de dignidad y resistencia que debieran ser el espejo en el que mirarnos para el curso político que arranca en estas fechas.
En nuestra región y en otras, no podemos olvidar ni dejar de mostrar nuestro más firme apoyo, solidaridad y disposición con los compañeros y compañeras de Coca-cola, que aún siguen luchando por sus derechos, por lo que continuaremos el boicot activo mientras no se solucione el conflicto.
También tenemos presentes todos los días a los compañeros de Airbus y la repugnante campaña de criminalización sindical y del derecho a Huelga que han padecido. No vamos a consentir que en este país nos roben las herramientas de lucha, los derechos conquistados por décadas de movimiento obrero organizado. Trasladamos nuestra solidaridad a las compañeras y compañeros de la Lavandería Central y de todos y cada uno de los conflictos resultantes de la última reforma laboral, un auténtico golpe de estado contra la mayoría trabajadora. Que ahora pretende profundizarse con el Tratado de Libre Comercio que impulsa la Unión Europea de los mercados y el poder financiero.
Los comunistas y las comunistas hemos estado y seguiremos estando presentes en todos los conflictos laborales que surjan, como ya lo estuvimos en victorias como la Huelga de limpieza, donde la militancia del Partido supo estar a la altura tanto en desde el ámbito institucional como el sindical.
Del mismo modo continuaremos nuestra labor en la lucha por la vivienda, en el movimiento feminista, el movimiento ecologista, en la Red de Solidaridad Popular, en nuestro compromiso internacionalista con los pueblos oprimidos, en las mareas contra la privatización de lo público, la lucha estudiantil y cada uno de los movimientos sociales que trabajan por una alternativa social y política para el país y la Comunidad de Madrid.
Mirad, camaradas, esta región no aguanta más. Las políticas austericidas del PP, con el apoyo silencioso del PSOE, han cansado a la ciudadanía, y el bipartidismo, por primera vez en muchos años, se ve en el abismo del agotamiento frente a una mayoría social creciente que cuestiona los cimientos del sistema construido desde la Transición.
Por todo ello, es el momento de salir a la ofensiva, de dar la batalla y sobre todo de dejar de lamentarnos por lo que pudo ser y no fue, algo a lo que somos demasiado proclives.
Camaradas, no hay tiempo para la zozobra, la situación no es sostenible.
El Partido no puede ser un mastodonte rodeado de gacelas ni un freno para el cambio, sino que debe volver a convertirse en vanguardia y trabajar con denuedo por la caída del régimen.
Tenemos que creer en la victoria y trabajar para ella. Los que crean que no es posible que den un paso atrás.
El derrotismo, en un tiempo como el actual, es profundamente contrarrevolucionario.
Ahora, la única salida posible es la confrontación con el régimen bipartidista en todos los campos de juego e intervención. El Pacto social ha muerto, el mal llamado estado de bienestar no existe y pretender volver a realidades anteriores es una solución inviable y ridícula hoy en día.
La dicotomía, a día de hoy, se construye sobre el eje ruptura constituyente o restauración monárquica y capitalista. Fuera de ese eje no existe nada. Fuera de ese eje caminamos invariablemente hacia la derrota.
Las marchas del 22 de marzo nos mostraron el camino. El trabajo en ellas de la militancia del Partido e IU fueron una brillante muestra de la capacidad de organización e incidencia de los comunistas y de la fuerza que nos da la lucha en la calle, al mismo tiempo que abrieron un nuevo horizonte en el que la movilización sostenida y la construcción de poder alternativo barrio a barrio han de ser el motor vertebrador del cambio social y político.
Por ello, es necesario poner al Partido a trabajar en la existencia de un ciclo movilizador que ponga al sistema contra las cuerdas y culmine en las elecciones municipales y autonómicas de mayo. Esa es nuestra fuerza, nuestro valor y nuestra cultura. Esta Comunidad y este país tienen que arder al calor de la hoguera de la movilización.
Debemos preguntarnos, sin soberbia y sin complejos, que pueden aportar las comunistas a un momento en el que el régimen se tambalea pero en el que no termina de caer. La respuesta, probablemente, es más sencilla de lo que suponemos. Si algo debe caracterizar a este Partido es su capacidad para aportar una visión estratégica y global en un tiempo de incertidumbres varias como el actual, de impregnarlo de carácter político e intervenir como Partido allá donde esté el conflicto.
No podemos caer en el ilusionismo electoral cortoplacista. La institución es fundamental, pero ahora debe serlo precisamente para deslegitimar la institucionalidad existente y construir una nueva; la utilización del espacio institucional debe orientarse hacia la construcción de poder popular y vincularse a esa construcción.
Para ello es fundamental desobedecer. Hemos de entender, de una vez por todas, que esta realidad, la de hoy y no la de ayer, no se cambia con el BOCAM, sino cuestionando el marco político y jurídico en el que este se redacta: esa es la diferencia entre la lucha por el poder o por la gestión.
De lo contrario, erigiremos edificios sin cimientos que podrían ser barridos con extrema facilidad por el poder económico. Entender esto, al fin y al cabo, sería iniciar lo que hemos dado en llamar Proceso Constituyente.
No podemos ir a unas elecciones de gestión de la miseria existente. Es urgente y necesario que trabajemos por una alternativa popular que dote de carácter político estratégico las elecciones municipales. Hay que apostar por convertir los comicios electorales en un referéndum plebiscitario sobre el régimen.
Y de acuerdo con nuestra tradición impulsar la convergencia popular más allá del ámbito electoral y de mera gestión, que también. El Partido Comunista de Madrid trabajará por convertir las elecciones en cada municipio de la Comunidad en un plebiscito sobre el régimen político actual en el que a parte de elegir concejales y alcaldes de Izquierda Unida se vote también por un nuevo orden social y político.
Pero ni nos confundimos ahora ni nos confundiremos después. La unidad popular se construye sobre valores, sobre programas, sobre la lucha ideológica y sobre la voluntad de transformación real. Ganar no es lo mismo que vencer. Igual que gestionar no es lo mismo que construir.
La victoria electoral, per se, tiene las patas cortas. Ese es el mensaje que debemos trasladar a nuestro espacio de convergencia, a nuestro referente politico y electoral: Izquierda Unida.
Ese es nuestro papel. En eso debemos tratar de ser hegemónicos, pero entendiendo que la hegemonía no se construye con el identitarismo ni enseñando carnets, sino con un proyecto de país, de Comunidad de Madrid, de municipios al servicio de la mayoría social trabajadora.
No caigamos en debates identitarios estériles a los que nos empuja el enemigo. Nuestra mayor identidad debe ser impulsar el cambio y no las siglas.
Este país reclama un gran pacto de las fuerzas por el cambio, un nuevo pacto de San Sebastián que aspire a derrotar al régimen actual y dispute el poder político. Que otros pongan palos en las ruedas. Pero desde luego no las comunistas.
Si las miles de militantes del PCE e IU que estamos hoy aquí, somos capaces de entender el momento, si somos capaces de analizar y dar la respuesta inequívoca y necesaria que requiere esta situación, volveremos dentro de un año aquí y seremos mucho más que miles. Volveremos y seremos millones.
Vamos a derrotar al régimen, vamos a desalojar al PP de la Comunidad de Madrid y vamos a construir poder contra el poder existente. Somos capaces, camaradas, creamos en nosotros mismos.
¡Viva el Partido Comunista de Madrid! ¡Viva la UJCE! ¡Viva el Partido Comunista de España!
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