Sucedió en junio durante el congreso del partido Die Linke, La Izquierda: Gregor Gysi contó a los delegados que acababa de llegar de comer arenques con Oskar Lafontaine, pero que había interrumpido la comida para llegar a tiempo al discurso; la cuenta corría a cargo de Oskar. “Esto es división del trabajo”, bromeó Gysi. El chiste estaba pensado para poner en claro la buena relación entre ambos y para compartir con Lafontaine un poco de la simpatía de la que goza Gysi.
Cubrirle las espaldas a Lafontaine
Oskar Lafontaine, ex líder de los socialdemócratas del SPD, ya no es aclamado por los integrantes de su nuevo partido como lo fue cuando, en el año 2005, cambió de camiseta. Que su radicalismo verbal y sus ataques a los socialdemócratas sean un obstáculo para futuras cooperaciones y coaliciones es el temor de muchos de sus correligionarios. Es que en las filas de un partido formado básicamente por gente de la ex República Democrática Alemana, este político de la región del Sarre no se siente realmente en casa. Sin el respaldo de Gysi, que Lafontaine dirija y sea candidato por La Izquierda sería impensable.
Mientras que Lafontaine se encarga más bien de polarizar, también al interior del partido, Gysi ejerce de fuerza integradora, se encarga de unir a los miembros de un partido en el que las fracciones y los grupos son cada vez más y más activos. Para ello no le falta experiencia; este abogado que proviene de Berlín oriental se encargó de preservar los restos del SED -el Partido Socialista Unificado de la ex República Democrática Alemana- y de llevarlos, convertidos en PDS, Partido del Socialismo Democrático, a la Alemania reunificada.
Un pie en la parte occidental de Alemania
En aquel tiempo, Lafontaine era el candidato a la cancillería por los socialdemócratas; en la campaña fue herido por una demente y perdió el duelo ante el “canciller de la reunificación”, Helmut Kohl. Una de las causas de su derrota fueron sus advertencias –altamente impopulares en ese tiempo- de una reunificación demasiado acelerada de las dos Alemanias.
Siendo líder del SPD y ministro de Finanzas del gobierno de coalición roji-verde, Lafontaine renunció a sus cargos en protesta por el curso que tomaban las reformas del gobierno del canciller Gerhard Schröder. Tomó rumbo hacia la izquierda; primero hacia el partido WASG (Alternativa Electoral Trabajo y Justicia Social ) que fundaron los desencantados del SPD y de los sindicatos. Luego, en 2005, se colocó al lado de Gysi. Éste supo reconocer la oportunidad de una fusión que llevaría a su partido a poner firmemente un pie en la parte occidental de Alemania.
Con el prominente ex socialdemócrata Lafontaine, la nueva izquierda logró un respetable 8,7 por ciento en las elecciones generales de 2005. En consecuencia, en 2007 se fundó oficialmente el primer partido a la izquierda del SPD en la historia de la República Federal de Alemania. Gysi -una estrella política solitaria, elocuente, simpática y graciosa- encontró compañero en el tribuno Lafontaine, quien con retórica agresiva se ha encargado de censurar la creciente división de la población del país entre ricos y pobres. La jefatura de la fracción parlamentaria la comparten ambos; el liderazgo del partido lo comparte Lafontaine desde 2007 con Lothar Bisky.
Segregación conocida
También en el año electoral 2009, una eficiente división del trabajo es condición fundamental para la buena ejecución de la campaña. El tándem aspira a un mínimo del diez por ciento de los votos. Que estos dos caudillos políticos –el uno tan vanidoso como el otro- armonicen tiene que ver con que sus ambiciones y sus ansias de poder son limitadas. Lo que alienta a ambos es más bien la voluntad de demostrarle a quien Lafontaine gusta de llamar “la coalición neoliberal de todos los partidos” que ellos dos también pueden.
Los une igualmente que ambos conocen la segregación y la enemistad con los círculos políticos. Gysi, debido a sus controvertidos contactos con la servicios de seguridad de la ex RDA, algo que siempre vuelve a ocupar titulares; Lafontaine, por haber dado la espalda a la responsabilidades y por una supuesta sed de venganza hacia su ex partido, el SPD.
Autor: Bernd Gräßler/Mirra Banchón
Editor: Emilia Rojas
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