1. La inmovilidad
Superado el proceso de la IX Asamblea Federal de Izquierda Unida y los cónclaves regionales aparejados a la misma, las y los comunistas españoles afrontamos el reto imprescindible e impostergable que supone el inminente Congreso del PCE, nuestro Partido.
Llegamos a esta cita con un aparato inmerso en cierta autocomplacencia tras el triunfo pírrico de la Asamblea Federal, la elección de Cayo Lara como coordinador y el mantenimiento de los dos eurodiputados (sería más propio hablar de uno) en los últimos procesos internos y externos.
Se presentan estos “éxitos” como el resultado de un avance del Partido y sus posiciones políticas y estratégicas tanto en el seno de IU como en el de la sociedad, por lo que, a resultas de este análisis, las cúpulas se dan golpecitos en la espalda unas a otras y sacan pecho abandonándose al conchabeo que permita que las cosas en el Partido sigan más o menos como están.
Por lo que parece, por el ambiente que se respira, por el silencio que nos rodea, no hay movimientos internos ni en la base ni en ninguna de las federaciones que aspiren a presentar batalla contra lo que parece que es un secreto a voces: que el Congreso está pasteleado y que la Secretaría General y el reparto de poder es un hecho consumado contra el que no hay mucho que decir o hacer. Se apuesta pues por la continuidad y el inmovilismo en un Partido que desaparece progresivamente de los espacios en los que debería estar presente.
Sin embargo, un grupo de militantes de base nos hemos permitido la posibilidad de abordar una reflexión desde la base que sirva para enriquecer y alentar (en la medida de nuestras escasas posibilidades) el debate en el seno del Partido Comunista de España de cara al XVIII Congreso.
2. Análisis y Debate interno
En el XVIII Congreso debemos partir de un análisis de la realidad del Partido que nos permita abordar el debate de algunas cuestiones fundamentales del PCE y de Izquierda Unida:
2.1. El Partido
El XVIII Congreso se presenta como un reto de vital importancia, casi como cuestión de vida o muerte, para nuestro Partido. La militancia desaparece progresivamente, las Agrupaciones carecen en general de vida política activa, no estamos en la calle, carecemos de tejido económico, la Fiesta fue cancelada el pasado año, nuestras campañas son escuetas y nuestros actos escasos y endogámicos. Es un lugar común decir que el PCE debe abrirse a la sociedad, pero no por ello deja de ser cierto.
El aparato ha conseguido algo deleznable: la desaparición de los cuadros medios y de las Agrupaciones de Base con el fin de vaciar el Partido de contenido para poder usar su marca en las luchas por el poder interno de IU.
Este proceso de descomposición orgánica sólo puede ser revertido de una forma: a través de la participación del Partido en los Movimientos Sociales, los sindicatos, las reivindicaciones, las Asociaciones de vecinos, los puestos de trabajo, las instituciones, etc. Es decir, a través de una Refundación de facto del Partido.
Ahora bien, aún logrando todo lo expuesto, la clave fundamental, el impulso que riegue de vitalidad las venas de nuestra formación vendrá de un principio muy sencillo: la aplicación en esos ámbitos de la política aprobada por los órganos del PCE bajo el principio de la Unidad de Acción. Y en esto llegamos a un punto fundamental: no todo el mundo merece el carnet del Partido Comunista, o dicho de otro modo, en nuestra casa sobra gente. Conste que no hablamos de expulsar ni excluir sino de exigir a la militancia que cumpla lo aprobado. El Partido está tan viciado que Ángel Pérez, Gaspar Llamazares y Cayo Lara (hombres fuertes de las tres listas más votadas que concurrieron en la IX Asamblea Federal) eran del PCE y defendían no sólo formas de ver la oragnización diferenciadas sino sobre todo y lo que es más grave, políticas contrapuestas y hasta antagónicas. Un partido cuyos miembros incumplen su política en lo interno y en lo externo está abocado a la desaparición. Por tanto, aquellos que ignoren repetidamente la política del Partido no deben ser expulsados sencilla y llanamente porque voluntariamente habrán decidido no ser miembros del PCE.
No obstante, esto no puede ser aprovechado para eliminar de un plumazo la pluralidad política en el seno del Partido, muy al contrario, debe favorecer el debate y la participación de aquellos que quieran pertenecer al Partido con el fin de enriquecerlo y mejorarlo.
En cuanto a la pertenencia corrientes de IU, no podemos imponer a nuestros militantes que se abstengan de participar en las mismas si el PCE actúa de facto como tal, con el defecto añadido de no responder a los designios de su militancia. Sólo se podrá exigir a la militancia que respete lo aprobado cuando el PCE vuelva a las manos de todos y cada uno de sus militantes.
Hay que tener mucho cuidado e hilar fino puesto que jugamos en este punto con una arma de doble filo y no debemos permitir que algunos, cobijándose en la Unidad de Acción y en la organicidad, se dediquen a laminar a los que piensen distinto o se interpongan en sus intereses personales. Lo orgánico, lo marxista, es aplicar la política y la estrategia, pero en modo alguno aceptar las componendas tacticistas de los aparatos cuando lo que estos persiguen es imponer antidemocráticamente una posición para mantener el trozo de pastel que consideran propio.
Es el momento de decir basta. Aquellos que han llevado al PCE a la indigencia política, moral y organizativa en la que se halla inmerso deben ser relevados prácticamente sin excepción. El Partido necesita gente nueva, sin vicios y que apueste por ser vanguardia. La renovación es inaplazable y nada peor podría pasarle al PCE que elegir a una dirección cuya media sea de más de veinte años en puestos orgánicos.
2.2. Izquierda Unida
Tras nuestra Conferencia Política quedaron varias cuestiones que debatir y algunas de gran calado. A nadie se le escapa que hay un sector del Partido que aboga por la salida de IU. Este es un debate que habrá de darse en el Congreso con todas las garantías, de una forma serena y con responsabilidad.
Personalmente, como militantes del Partido, asumiremos lo que el Congreso decida a pesar de que nuestra postura es clara: el PCE debe formar parte de IU y de su proceso de Refundación como un agente trascendental e incuestionable de la misma. Ahora bien, cuando hablamos del PCE lo hacemos con consciencia plena de lo que queremos y no queremos decir: el Partido sí, su aparato no. Y es que, lamentablemente, no es lo mismo y todos lo sabemos. Es imposible no ver que en el último lustro gran parte del aparato de nuestro Partido ha utilizado al mismo como vehículo perfecto para amparar y allanar el camino a ciertos individuos en la lucha por el poder interno de Izquierda Unida olvidando, dicho sea de paso, la actividad real del propio Partido.
Por tanto han de ser los órganos de elaboración política, tanto el Comité Federal como el propio Congreso, los que marquen la línea estratégica que los y las militantes comunistas deban seguir en IU. Esa es la metodología. Los puestos ejecutivos no son un órgano de elaboración sino de aplicación, y como tal deben actuar. Desgraciadamente esto no ha sido así en muchas ocasiones durante todos estos años. La Democracia radical obedece al viejo principio de “mandar obedeciendo”. El problema es que este precepto es inviable cuando se deja dormir al partido y a su militancia de base en aras de manejar su representación política para fines no debatidos en las Agrupaciones y en muchas ocasiones, ni siquiera en los órganos.
Por tanto si IU es el MPS en el que nos enmarcamos, el Partido nutrirá de lo mejor que tiene a IU sin bascular como un lobby de poder en sus disensiones internas. No obstante, el PCE es una formación autónoma, con su propia política, a la que no debe renunciar jamás, de la que no da cuenta a nadie excepto a su militancia y a la clase obrera.
2.3. El tejido económico
Desgraciadamente sin tejido económico no hay Partido, por lo que es necesario fortalecer al PCE en ese ámbito. La Conferencia de Organización y Finanzas inició el camino de un debate imprescindible pero inconcluso.
En este sentido y a nuestro modo de ver, hay que ahondar en varios puntos fundamentales que se esbozan:
- Los cargos institucionales que pertenzcan al PCE deben ingresar un porcentaje de su sueldo no inferior al 5%, creciendo este porcentaje en función de tramos.
- PCE e IU han de firmar un protocolo financiero sostenible para ambos cuanto antes.
- Los liberados del Partido obedecerán a motivos políticos y estratégicos. Lo ideal es que el principio de solidaridad entre federaciones rija este aspecto. Es poco lógico que una Federación tenga doscientos liberados y otra tres. Para construir Partido hay que repartir los recursos en función de las necesidades.
- El Partido favorecerá la creación de tejido económico externo que facilite la absorción de aquellos y aquellas camaradas cuyo trabajo en el Partido haya cumplido su ciclo con el fin de garantizar una solución de futuro laboral y la renovación no traumática de sus puestos.
2.4. El modelo organizativo
Hay voces dentro del PCE que reclaman un debate y cuestionamiento sobre el modelo territorial que rige la vida del Partido. Es un debate que habrá de darse también en el XVIII Congreso y que requerirá de la aportación de toda la militancia.
Lo que parece claro en cualquier caso, es que el modelo actual no es operativo. El fin último del Partido es ser la herramienta de la clase trabajadora para avanzar hacia el socialismo.
Debemos plantearnos un interrogante muy sencillo: ¿cumple el PCE esa función con el modelo actual? Parece evidente que no, puesto que la duplicación de estructuras ha supuesto el enterramiento del Partido bajo la urgencia en esos ámbitos del trabajo en IU.
Por ello se hace imprescindible un proceso de Refundación organizativa y política del Partido Comunista, un proceso que conlleve la apertura a la clase obrera y a colectivos comunistas de diversa índole para mejorar la herramienta. El PCE no puede ser el cadáver moribundo y endogámico que es hoy.
Sólo seremos instrumento de cambio y vanguardia si aspiramos con todas nuestras fuerzas a ello. Este objetivo parece estar muy lejos de un aparato que se contenta con usarlo cuando más le conviene, alejando de la participación real a la base con la duplicación de estructuras.
Al igual que en IU, el proceso instituyente del PCE es cuestión de vida o muerte. Una de las joyas de la corona de ese proceso será buscar entre todos y todas un modelo organizativo nuevo que se adecúe al objetivo primitivo del PCE: la construcción y consecución del socialismo.
2.5. La política
Como es lógico, si algo tiene que centrar el debate del XVIII Congreso, si algo ha de vertebrar su discusión ese es el aspecto político.
Recetas para la salida a la crisis tenemos todas y todos los comunistas. A nuestro juicio sería un error de efectos incalculables enfrascarnos en un debate terminológico estéril antes de abrirnos al proceso instituyente.
Ahora bien, de forma paralela a ese proceso, no debemos dejar de lado la síntesis política en este Congreso de cara a la realidad actual. Hay varios aspectos sustanciales que debe concluir el XVIII Congreso como respuesta comunista a la crisis con lo que ello conlleva. Proponemos algunos ejes fundamentales:
- Mantenimiento de la Ruptura con el Pacto Constitucional y reivindicación de la III República.
- Nacionalización de la Banca.
- Reforma Impositiva. Eliminación del IVA. Restitución del impuesto de Patrimonio y una progresividad fiscal dura con las rentas altas.
- Intervención estatal en la economía.
- Jornada Laboral de 35 horas.
- Regulación del mercado laboral por parte del estado.
- Lucha por el ocio público y gratuito. La cultura y la ocupación positiva del tiempo libre es patrimonio de la ciudadanía. El estado debe garantizar ese patrimonio.
- Campaña radical contra los deshaucios y por el derecho a la vivienda digna.
3. Una propuesta de Refundación
La Refundación del PCE ha de articularse en torno a tres ejes fundamentales:
- Organizativo. Buscando ese nuevo modelo, más adecuado a la situación orgánica y coyuntural actual, que garantice la Democracia Radical y la limpieza ética, la apertura a la sociedad, la presencia y vida del PCE en la calle y los frentes de masas, la Unidad de acción, el debate interno, la eliminación de los Reinos de Taifas, la eficacia del Partido como instrumento de la clase obrera, la Renovación y el abandono del tacticismo estéril y de la apropiación por parte del aparato de la dirección política. IU es el proyecto estratégico global, pero es tarea del Partido incidir en la sociedad, dar respuestas a la clase trabajadora, escucharla, luchar por ella y tras ello, aportar al espacio programático y electoral (IU) las conclusiones de ese trabajo.
- Político. Con un Partido fuerte y cohesionado, cuya política sea fruto de una síntesis real, al servicio de los trabajadores y las trabajadoras, con vocación social, ecologista y feminista. Un Partido que adapte su política para el combate contra el nuevo capitalismo mundializado desde frentes de trabajo y acción reales y palpables.
- Financiero. Principio de austeridad y solidaridad arriba expuestos con lo que eso lleva inherente: dar ejemplo constante desde el PCE de todo lo que defendemos. La coherencia debe ser una de nuestras banderas irrenunciables.
En cuanto al Cómo y cúando hacer la Refundación, proponemos un método abierto a cambios:
- El XVIII Congreso servirá para fijar una Conferencia instituyente abierta a todos los sectores identificados con la tradición comunista del Estado que se celebrará en no más de un año y medio.
- Una vez la Conferencia se haya producido, saldrá de ella una Comisión avalada por la Dirección del Partido y de los sectores participantes en dicha conferencia que preparará el XIX Congreso o Congreso de Refundación. Paralelamente el PCE seguirá con su actividad política integrando en sus órganos al menos con voz a los miembros de la Conferencia Instituyente.
- Celebración en un plazo no mayor de tres años del XIX Congreso o Congreso de Refundación que fijará unos nuevos Estatutos y una nueva línea política y organizativa incluyente y renovada.
- En este proceso aportarán su savia todos y todas las militantes del PCE siendo necesario que aquellas personas que lleven más de veinte años en puestos de Dirección den un paso atrás concluido el proceso.
4. Conclusiones finales
La propuesta presentada persigue varios objetivos, pero sobre todo, construir un Partido fuerte y vivo que cumpla con la labor que abandonó hace tantos años.
Ahora bien, sería un ejercicio de ingenuidad en todos los sentidos (máxime a la luz de los resultados de la IX Asamblea Federal de IU), creer que este cambio radical puede ser posible de la mano de aquellos que se acogen al viejo principio lampedusiano; de la mano de aquellos que ya han diseñado su dirección y hasta han nombrado en sus conciliábulos al nuevo Secretario General.
Cambiar y Refundar el PCE sólo será posible si la rebeldía comunista estalla plantando cara ante aquellos que ya tienen el Congreso visto para sentencia. Sólo a través de la osadía y la audacia de la militancia y lo que queda de dirigencia no contaminada podemos aspirar a cambiar una correlación interna de fuerzas que nos conduce hacia que todo cambie para que todo siga igual, que quiere un PCE al servicio de intereses políticos funestos.
Bien es cierto que tras el proceso de reafiliación y los números emanados de este (apenas 12.000 militantes) se hace difícil, por no decir imposible, que se produzca un auténtico vuelco en el seno del PCE. Este documento no va en esa línea, no persigue disputar puestos sino abrir un debate necesario, que se aborde sin complejos y sin apriorismos, haciendo del Partido, su estructura y su política el centro gravitatorio del mismo. Persigue en definitiva, que los activos del Partido reflexionen sobre él, alejándose de la tendencia dominante a reflexionar únicamente sobre sus sillones, los nombres que los ocupen y las tuberías internas.
En nosotros y nosotras está la fuerza para hacerlo y desde estas líneas se hace un llamamiento para disputar la hegemonía del Partido y mejorarlo. Depende de nosotros y nosotras. Aún no es tarde.
Superado el proceso de la IX Asamblea Federal de Izquierda Unida y los cónclaves regionales aparejados a la misma, las y los comunistas españoles afrontamos el reto imprescindible e impostergable que supone el inminente Congreso del PCE, nuestro Partido.
Llegamos a esta cita con un aparato inmerso en cierta autocomplacencia tras el triunfo pírrico de la Asamblea Federal, la elección de Cayo Lara como coordinador y el mantenimiento de los dos eurodiputados (sería más propio hablar de uno) en los últimos procesos internos y externos.
Se presentan estos “éxitos” como el resultado de un avance del Partido y sus posiciones políticas y estratégicas tanto en el seno de IU como en el de la sociedad, por lo que, a resultas de este análisis, las cúpulas se dan golpecitos en la espalda unas a otras y sacan pecho abandonándose al conchabeo que permita que las cosas en el Partido sigan más o menos como están.
Por lo que parece, por el ambiente que se respira, por el silencio que nos rodea, no hay movimientos internos ni en la base ni en ninguna de las federaciones que aspiren a presentar batalla contra lo que parece que es un secreto a voces: que el Congreso está pasteleado y que la Secretaría General y el reparto de poder es un hecho consumado contra el que no hay mucho que decir o hacer. Se apuesta pues por la continuidad y el inmovilismo en un Partido que desaparece progresivamente de los espacios en los que debería estar presente.
Sin embargo, un grupo de militantes de base nos hemos permitido la posibilidad de abordar una reflexión desde la base que sirva para enriquecer y alentar (en la medida de nuestras escasas posibilidades) el debate en el seno del Partido Comunista de España de cara al XVIII Congreso.
2. Análisis y Debate interno
En el XVIII Congreso debemos partir de un análisis de la realidad del Partido que nos permita abordar el debate de algunas cuestiones fundamentales del PCE y de Izquierda Unida:
2.1. El Partido
El XVIII Congreso se presenta como un reto de vital importancia, casi como cuestión de vida o muerte, para nuestro Partido. La militancia desaparece progresivamente, las Agrupaciones carecen en general de vida política activa, no estamos en la calle, carecemos de tejido económico, la Fiesta fue cancelada el pasado año, nuestras campañas son escuetas y nuestros actos escasos y endogámicos. Es un lugar común decir que el PCE debe abrirse a la sociedad, pero no por ello deja de ser cierto.
El aparato ha conseguido algo deleznable: la desaparición de los cuadros medios y de las Agrupaciones de Base con el fin de vaciar el Partido de contenido para poder usar su marca en las luchas por el poder interno de IU.
Este proceso de descomposición orgánica sólo puede ser revertido de una forma: a través de la participación del Partido en los Movimientos Sociales, los sindicatos, las reivindicaciones, las Asociaciones de vecinos, los puestos de trabajo, las instituciones, etc. Es decir, a través de una Refundación de facto del Partido.
Ahora bien, aún logrando todo lo expuesto, la clave fundamental, el impulso que riegue de vitalidad las venas de nuestra formación vendrá de un principio muy sencillo: la aplicación en esos ámbitos de la política aprobada por los órganos del PCE bajo el principio de la Unidad de Acción. Y en esto llegamos a un punto fundamental: no todo el mundo merece el carnet del Partido Comunista, o dicho de otro modo, en nuestra casa sobra gente. Conste que no hablamos de expulsar ni excluir sino de exigir a la militancia que cumpla lo aprobado. El Partido está tan viciado que Ángel Pérez, Gaspar Llamazares y Cayo Lara (hombres fuertes de las tres listas más votadas que concurrieron en la IX Asamblea Federal) eran del PCE y defendían no sólo formas de ver la oragnización diferenciadas sino sobre todo y lo que es más grave, políticas contrapuestas y hasta antagónicas. Un partido cuyos miembros incumplen su política en lo interno y en lo externo está abocado a la desaparición. Por tanto, aquellos que ignoren repetidamente la política del Partido no deben ser expulsados sencilla y llanamente porque voluntariamente habrán decidido no ser miembros del PCE.
No obstante, esto no puede ser aprovechado para eliminar de un plumazo la pluralidad política en el seno del Partido, muy al contrario, debe favorecer el debate y la participación de aquellos que quieran pertenecer al Partido con el fin de enriquecerlo y mejorarlo.
En cuanto a la pertenencia corrientes de IU, no podemos imponer a nuestros militantes que se abstengan de participar en las mismas si el PCE actúa de facto como tal, con el defecto añadido de no responder a los designios de su militancia. Sólo se podrá exigir a la militancia que respete lo aprobado cuando el PCE vuelva a las manos de todos y cada uno de sus militantes.
Hay que tener mucho cuidado e hilar fino puesto que jugamos en este punto con una arma de doble filo y no debemos permitir que algunos, cobijándose en la Unidad de Acción y en la organicidad, se dediquen a laminar a los que piensen distinto o se interpongan en sus intereses personales. Lo orgánico, lo marxista, es aplicar la política y la estrategia, pero en modo alguno aceptar las componendas tacticistas de los aparatos cuando lo que estos persiguen es imponer antidemocráticamente una posición para mantener el trozo de pastel que consideran propio.
Es el momento de decir basta. Aquellos que han llevado al PCE a la indigencia política, moral y organizativa en la que se halla inmerso deben ser relevados prácticamente sin excepción. El Partido necesita gente nueva, sin vicios y que apueste por ser vanguardia. La renovación es inaplazable y nada peor podría pasarle al PCE que elegir a una dirección cuya media sea de más de veinte años en puestos orgánicos.
2.2. Izquierda Unida
Tras nuestra Conferencia Política quedaron varias cuestiones que debatir y algunas de gran calado. A nadie se le escapa que hay un sector del Partido que aboga por la salida de IU. Este es un debate que habrá de darse en el Congreso con todas las garantías, de una forma serena y con responsabilidad.
Personalmente, como militantes del Partido, asumiremos lo que el Congreso decida a pesar de que nuestra postura es clara: el PCE debe formar parte de IU y de su proceso de Refundación como un agente trascendental e incuestionable de la misma. Ahora bien, cuando hablamos del PCE lo hacemos con consciencia plena de lo que queremos y no queremos decir: el Partido sí, su aparato no. Y es que, lamentablemente, no es lo mismo y todos lo sabemos. Es imposible no ver que en el último lustro gran parte del aparato de nuestro Partido ha utilizado al mismo como vehículo perfecto para amparar y allanar el camino a ciertos individuos en la lucha por el poder interno de Izquierda Unida olvidando, dicho sea de paso, la actividad real del propio Partido.
Por tanto han de ser los órganos de elaboración política, tanto el Comité Federal como el propio Congreso, los que marquen la línea estratégica que los y las militantes comunistas deban seguir en IU. Esa es la metodología. Los puestos ejecutivos no son un órgano de elaboración sino de aplicación, y como tal deben actuar. Desgraciadamente esto no ha sido así en muchas ocasiones durante todos estos años. La Democracia radical obedece al viejo principio de “mandar obedeciendo”. El problema es que este precepto es inviable cuando se deja dormir al partido y a su militancia de base en aras de manejar su representación política para fines no debatidos en las Agrupaciones y en muchas ocasiones, ni siquiera en los órganos.
Por tanto si IU es el MPS en el que nos enmarcamos, el Partido nutrirá de lo mejor que tiene a IU sin bascular como un lobby de poder en sus disensiones internas. No obstante, el PCE es una formación autónoma, con su propia política, a la que no debe renunciar jamás, de la que no da cuenta a nadie excepto a su militancia y a la clase obrera.
2.3. El tejido económico
Desgraciadamente sin tejido económico no hay Partido, por lo que es necesario fortalecer al PCE en ese ámbito. La Conferencia de Organización y Finanzas inició el camino de un debate imprescindible pero inconcluso.
En este sentido y a nuestro modo de ver, hay que ahondar en varios puntos fundamentales que se esbozan:
- Los cargos institucionales que pertenzcan al PCE deben ingresar un porcentaje de su sueldo no inferior al 5%, creciendo este porcentaje en función de tramos.
- PCE e IU han de firmar un protocolo financiero sostenible para ambos cuanto antes.
- Los liberados del Partido obedecerán a motivos políticos y estratégicos. Lo ideal es que el principio de solidaridad entre federaciones rija este aspecto. Es poco lógico que una Federación tenga doscientos liberados y otra tres. Para construir Partido hay que repartir los recursos en función de las necesidades.
- El Partido favorecerá la creación de tejido económico externo que facilite la absorción de aquellos y aquellas camaradas cuyo trabajo en el Partido haya cumplido su ciclo con el fin de garantizar una solución de futuro laboral y la renovación no traumática de sus puestos.
2.4. El modelo organizativo
Hay voces dentro del PCE que reclaman un debate y cuestionamiento sobre el modelo territorial que rige la vida del Partido. Es un debate que habrá de darse también en el XVIII Congreso y que requerirá de la aportación de toda la militancia.
Lo que parece claro en cualquier caso, es que el modelo actual no es operativo. El fin último del Partido es ser la herramienta de la clase trabajadora para avanzar hacia el socialismo.
Debemos plantearnos un interrogante muy sencillo: ¿cumple el PCE esa función con el modelo actual? Parece evidente que no, puesto que la duplicación de estructuras ha supuesto el enterramiento del Partido bajo la urgencia en esos ámbitos del trabajo en IU.
Por ello se hace imprescindible un proceso de Refundación organizativa y política del Partido Comunista, un proceso que conlleve la apertura a la clase obrera y a colectivos comunistas de diversa índole para mejorar la herramienta. El PCE no puede ser el cadáver moribundo y endogámico que es hoy.
Sólo seremos instrumento de cambio y vanguardia si aspiramos con todas nuestras fuerzas a ello. Este objetivo parece estar muy lejos de un aparato que se contenta con usarlo cuando más le conviene, alejando de la participación real a la base con la duplicación de estructuras.
Al igual que en IU, el proceso instituyente del PCE es cuestión de vida o muerte. Una de las joyas de la corona de ese proceso será buscar entre todos y todas un modelo organizativo nuevo que se adecúe al objetivo primitivo del PCE: la construcción y consecución del socialismo.
2.5. La política
Como es lógico, si algo tiene que centrar el debate del XVIII Congreso, si algo ha de vertebrar su discusión ese es el aspecto político.
Recetas para la salida a la crisis tenemos todas y todos los comunistas. A nuestro juicio sería un error de efectos incalculables enfrascarnos en un debate terminológico estéril antes de abrirnos al proceso instituyente.
Ahora bien, de forma paralela a ese proceso, no debemos dejar de lado la síntesis política en este Congreso de cara a la realidad actual. Hay varios aspectos sustanciales que debe concluir el XVIII Congreso como respuesta comunista a la crisis con lo que ello conlleva. Proponemos algunos ejes fundamentales:
- Mantenimiento de la Ruptura con el Pacto Constitucional y reivindicación de la III República.
- Nacionalización de la Banca.
- Reforma Impositiva. Eliminación del IVA. Restitución del impuesto de Patrimonio y una progresividad fiscal dura con las rentas altas.
- Intervención estatal en la economía.
- Jornada Laboral de 35 horas.
- Regulación del mercado laboral por parte del estado.
- Lucha por el ocio público y gratuito. La cultura y la ocupación positiva del tiempo libre es patrimonio de la ciudadanía. El estado debe garantizar ese patrimonio.
- Campaña radical contra los deshaucios y por el derecho a la vivienda digna.
3. Una propuesta de Refundación
La Refundación del PCE ha de articularse en torno a tres ejes fundamentales:
- Organizativo. Buscando ese nuevo modelo, más adecuado a la situación orgánica y coyuntural actual, que garantice la Democracia Radical y la limpieza ética, la apertura a la sociedad, la presencia y vida del PCE en la calle y los frentes de masas, la Unidad de acción, el debate interno, la eliminación de los Reinos de Taifas, la eficacia del Partido como instrumento de la clase obrera, la Renovación y el abandono del tacticismo estéril y de la apropiación por parte del aparato de la dirección política. IU es el proyecto estratégico global, pero es tarea del Partido incidir en la sociedad, dar respuestas a la clase trabajadora, escucharla, luchar por ella y tras ello, aportar al espacio programático y electoral (IU) las conclusiones de ese trabajo.
- Político. Con un Partido fuerte y cohesionado, cuya política sea fruto de una síntesis real, al servicio de los trabajadores y las trabajadoras, con vocación social, ecologista y feminista. Un Partido que adapte su política para el combate contra el nuevo capitalismo mundializado desde frentes de trabajo y acción reales y palpables.
- Financiero. Principio de austeridad y solidaridad arriba expuestos con lo que eso lleva inherente: dar ejemplo constante desde el PCE de todo lo que defendemos. La coherencia debe ser una de nuestras banderas irrenunciables.
En cuanto al Cómo y cúando hacer la Refundación, proponemos un método abierto a cambios:
- El XVIII Congreso servirá para fijar una Conferencia instituyente abierta a todos los sectores identificados con la tradición comunista del Estado que se celebrará en no más de un año y medio.
- Una vez la Conferencia se haya producido, saldrá de ella una Comisión avalada por la Dirección del Partido y de los sectores participantes en dicha conferencia que preparará el XIX Congreso o Congreso de Refundación. Paralelamente el PCE seguirá con su actividad política integrando en sus órganos al menos con voz a los miembros de la Conferencia Instituyente.
- Celebración en un plazo no mayor de tres años del XIX Congreso o Congreso de Refundación que fijará unos nuevos Estatutos y una nueva línea política y organizativa incluyente y renovada.
- En este proceso aportarán su savia todos y todas las militantes del PCE siendo necesario que aquellas personas que lleven más de veinte años en puestos de Dirección den un paso atrás concluido el proceso.
4. Conclusiones finales
La propuesta presentada persigue varios objetivos, pero sobre todo, construir un Partido fuerte y vivo que cumpla con la labor que abandonó hace tantos años.
Ahora bien, sería un ejercicio de ingenuidad en todos los sentidos (máxime a la luz de los resultados de la IX Asamblea Federal de IU), creer que este cambio radical puede ser posible de la mano de aquellos que se acogen al viejo principio lampedusiano; de la mano de aquellos que ya han diseñado su dirección y hasta han nombrado en sus conciliábulos al nuevo Secretario General.
Cambiar y Refundar el PCE sólo será posible si la rebeldía comunista estalla plantando cara ante aquellos que ya tienen el Congreso visto para sentencia. Sólo a través de la osadía y la audacia de la militancia y lo que queda de dirigencia no contaminada podemos aspirar a cambiar una correlación interna de fuerzas que nos conduce hacia que todo cambie para que todo siga igual, que quiere un PCE al servicio de intereses políticos funestos.
Bien es cierto que tras el proceso de reafiliación y los números emanados de este (apenas 12.000 militantes) se hace difícil, por no decir imposible, que se produzca un auténtico vuelco en el seno del PCE. Este documento no va en esa línea, no persigue disputar puestos sino abrir un debate necesario, que se aborde sin complejos y sin apriorismos, haciendo del Partido, su estructura y su política el centro gravitatorio del mismo. Persigue en definitiva, que los activos del Partido reflexionen sobre él, alejándose de la tendencia dominante a reflexionar únicamente sobre sus sillones, los nombres que los ocupen y las tuberías internas.
En nosotros y nosotras está la fuerza para hacerlo y desde estas líneas se hace un llamamiento para disputar la hegemonía del Partido y mejorarlo. Depende de nosotros y nosotras. Aún no es tarde.
¿sigues en el PCE? me alegro de ello, pensé que te "habías marchado a otras tierras". Un saludo
ResponderEliminarque va. sigo en el glorioso PCE pero no se por cuanto tiempo, de momento no me planteo nada, estoy y punto, de donde me fui es de IU.
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