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NACIDOS EN EL OCCIDENTE ALEMAN ANHELAN REGRESAR A LA RDA


BERLIN (Reuters) - John Tarver recién había salido de una reunión con su oficial en el servicio secreto Stasi del este comunista alemán cuando cayó el Muro de Berlín. Pero el británico no tenía deseo alguno de cruzar hacia el otro lado.
Tampoco estaba en los planes de Ingeborg Rapoport, una doctora alemana que se había mudado desde Estados Unidos a la entonces República Democrática Alemana (RDA) cuando el macartismo arrasaba.
Ellos fueron parte del puñado de occidentales comunistas que eligieron una vida al otro lado de la 'Cortina de Hierro' pese a que muchos alemanes del este soñaban con vivir en el oeste y cientos murieron tratando de escapar.
Veinte años después de la caída del muro, Rapoport, Tarver y otros sienten nostalgia -teñida para algunos de arrepentimiento- por la RDA y sostienen que la sociedad moderna puede aprender de Alemania Oriental.
"Había mucha amistad entonces", recordó Rapoport, de 96 años, mientras tomaba té en su casa de la antigua Berlín Oriental. "Eso es algo preciado que jamás olvidaré. Echo de menos la RDA", agregó la mujer.
La mayoría de los que emigraron eran comunistas devotos: algunos estaban siguiendo el juicio a Kim Philby, un espía británico que se desempeñó como doble agente para la Unión Soviética; otros lo hicieron por motivos personales o familiares o en busca de refugio del macartismo.
Tarver no era ningún Philby, pero su compromiso con la causa comunista lo había puesto en contacto con el Stasi, que lo llevó a estar reportándole a su oficial a fines de 1989 en una casa del este de Berlín, incluso mientras el muro se resquebrajaba.
"Cuando salí fui a la taberna contigua adonde siempre iba y había ocurrido (la caída del muro)", recordó el hombre de 79 años. "La gente estaba diciendo '¡sí, ya podemos ir al oeste!'", relató.
Tarver no tuvo apuro en unírseles porque su pasaporte británico le había permitido viajar regularmente a Berlín Occidental desde su mudanza a Alemania Oriental en 1976.
Tenía un empleo en educación y como la mayoría de los inmigrantes británicos se había sentido atraído por el país a pesar de las políticas represivas del gobierno unipartidista.
El mayor número de occidentales llegó de Austria y Suiza. Algunos eran comunistas, en tanto otros habían trabajado en instituciones que fueron posteriormente cerradas en la Austria ocupada por los soviéticos.
Muchos eran científicos y médicos cuya capacitación la RDA necesitaba.
"ALGO PRECIADO"
Rapoport, una pediatra, era una de ellas. Nacida en 1912 en la antigua colonia alemana de Camerún, creció en Hamburgo y estudió medicina pero emigró a Estados Unidos en 1938 porque los nazis no le permitían completar sus estudios.
Su familia tiene raíces judías y los horrores del fascismo la inclinaron hacia el comunismo.
"Era bastante religiosa cuando era más joven pero vi que después de 2.000 años, la injusticia no había sido eliminada de la sociedad. Así que me dispuse a encontrar algo más", dijo Rapoport, quien es ahora una animada bisabuela.
En Estados Unidos, Rapoport conoció a su esposo, Samuel, quien también era un inmigrante europeo judío, destacado médico y camarada comunista. En poco tiempo, se convirtieron en blancos de la campaña contra la influencia comunista encabezada por el senador Joseph McCarthy.
Entonces se mudaron a Zurich, y luego a Viena antes de instalarse en Alemania Oriental a principios de la década de 1950. Para Rapoport, la vida en la RDA satisfizo muchos de los ideales comunistas que todavía defiende.
"Todavía pienso que fue la mejor sociedad que he visto, a pesar de sus fallas", dijo la mujer.
La mujer tuvo la ventaja de venir de una familia alemana y de ser una doctora solicitada. Pero los inmigrantes estadounidenses y británicos generalmente no gozaban de éxito, salvo unas pocas excepciones.
"PELIGROSO Y ARTERO"
Tarver recuerda cómo las autoridades de Alemania Oriental estaban preocupadas por muchos de los británicos que venían a la RDA: "Tenían miedo, y con razón, de que estas personas puedan volverse focos de disidencia", dijo.
Nacido en el seno de una familia clase media, Tarver se afilió al Partido Comunista Británico el día de su cumpleaños número 18 en 1948 porque sentía que la Unión Soviética había creado la resistencia más efectiva contra el fascismo.
El hombre trabajaba como activista del partido en Gran Bretaña y realizó varios viajes a la RDA donde "conoció a un número de mujeres interesantes."
"Una estaba presta a casarse conmigo", recuerda Tarver. "Y así fue que se llevó a cabo el acuerdo, por decirlo de algún modo: yo conseguiría un puesto en la universidad Potsdam, un buen puesto realmente, como director del departamento de inglés del último año", relató.
Sus 18 años de trabajo como organizador del partido comunista lo alejaron de otros británicos en la RDA y se convirtió en un informante para el Stasi, considerado en occidente como una de las policías y organizaciones de servicio secreto más represivas del mundo.
"Debía informar sobre las actividades de mis conciudadanos", dijo.
Un secretario de la RDA de la embajada británica en Berlín del este dijo que los funcionarios se habían enterado de que Tarver, por su pasado comunista en Inglaterra como organizador del partido, era "calificado como un operador peligroso y artero".
"¡Me encanta eso! Haré que lo graben sobre mi tumba", dijo riéndose.
Ahora se arrepiente de apoyar al comunismo con tanto fervor: "Es una herida en mi mente", dijo el hombre, quien volvió a sus raíces católicas.
"Soy infeliz sin un fuerte sistema de creencias. Durante un año o dos, después del colapso del socialismo aquí, no lo tenía. Pero he encontrado mi camino de regreso a la iglesia", señaló.
(Editado en español por Daniela Desantis)

Comentarios

  1. vaya basura de articulo. El final es realmente patetico y mezquino.
    Cual es la receta que debemos tomar los comunistas? renegar de nuestras ideas y abrazar a la iglesia catolica? por favor, vaya manipulacion mas burda y patetica

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