La ciudad sobrevivió intacta a la Segunda guerra mundial, junto con su magnífico patrimonio barroco, renacentista y medieval. Una "ciudad menguante" diferente
Rafael Poch
A poco más de doscientos kilómetros al sureste de Berlín y a cien de Dresde, me encuentro con una ciudad notable. Se llama Görlitz y es la más oriental de las ciudades de Alemania. Mencionada en 1071, es una rara perla de este país.
Su magnífico patrimonio arquitectónico, que va del gótico al modernismo, pasando por el renacentista y barroco, sobrevivió, intacto, a la Segunda Guerra Mundial, una verdadera rareza en esta Alemania condenada por aquella guerra a una profunda e irreversible tristeza arquitectónica. Görlitz contiene el mayor bloque monumental histórico-artístico, completo e integral, de Alemania, con más de 4000 edificios catalogados. "No está claro" por qué no fue sometida a bombardeos aéreos, dicen en el ayuntamiento. Solo 37 edificios fueron destruidos y un centenar dañados. En la última fase de la contienda, la ciudad fue declarada "fortaleza" como Breslau, pero el frente se desmoronó al norte de ella y fue tomada desde la retaguardia sin combate. La principal pérdida fue la demolición de los siete puentes sobre el Neisse, a cargo del ejército alemán. Aun más raro; por haber pertenecido a la antigua República Democrática Alemana, que tocó muy poco la ciudad, y por sufrir ahora los dramáticos procesos de despoblación y desindustrialización característicos de toda la Alemania del Este, ésta ciudad aun no se ha convertido ni en un parque temático, ni en un puro reino del "sector servicios". En realidad, cuesta describir lo que es: ¿un vacío bonito?. Sin duda otra ciudad vacía de la antigua Alemania del Este, pero en el que la melancolía de la ausencia de gente se compensa con la belleza. Casi el 30% de sus casas están desocupadas. Hay que hacer un esfuerzo de imaginación para recordar que hasta la caída de la RDA está era un villa fabril, textil y de la industria electrónica. Hagenwerder, una gran central térmica de sus alrededores, muy contaminante y hoy desmantelada, proporcionaba el 10% de la energía eléctrica de la RDA. Con los cierres de todas esas industrias, los 17500 puestos de trabajo industriales que había en 1989, se quedaron en 2300. La salida fue la emigración; en los últimos veinte años, Görlitz ha perdido casi 20.000 de los 74.000 habitantes con que contaba en 1989, y el pronóstico es que pierda otros 10.000 para el año 2020. El contraste entre sus calles desiertas y la belleza de sus edificios, produce una sensación irrepetible, sin parangón en cualquiera de las otras "ciudades superfluas" de la ex RDA. Ciudad de gran tradición gremial, hasta cuarenta asociaciones citan las crónicas, sus comerciantes hicieron fortuna en el siglo XV con la exportación del paño de calidad. La tejeduría del lino alcanzó un gran desarrollo a partir de mediados del XVI. La región de Turingia, al oeste, era uno de los principales centros de producción de glasto, una planta de cuyas hojas se extraía un color que durante siglos, hasta la llegada del índigo de las Indias, fue el principal medio de teñido azul en Europa. Görlitz tenía privilegio de monopolio sobre esa industria desde el año1339. Esa historia de la que hablan sus monumentos, sus iglesias y edificios civiles, lanza preguntas existenciales al futuro. La ciudad se vuelca hacia ella buscando respuestas. Desde la Alta Edad Media su región fue terreno disputado entre el Reino de Polonia, el Sacro Imperio romano-germánico y el Principado (luego reino) de Bohemia, que acabó prevaleciendo. En 1635 pasó a Sajonia y en 1816 a Prusia. Con Prusia su población se multiplicó por diez en el XIX, pasó de 8000 a 80.000. Fue en esa época, en 1847, cuando aquí se levantó una de las primeras grandes estaciones de ferrocarril de Alemania, cuya estructura, que combina hierro y madera, se mantiene hoy intacta y en uso, al igual que su magnífico vestíbulo. Görlitz es la principal ciudad de Silesia que permaneció en Alemania, después de que esa región genuinamente centroeuropea en la que se hablaba el alemán, el polaco, el yidish y el moravo, perdiera su identidad, asesinada por el nazismo, y fuera cedida a Polonia tras la Segunda Guerra Mundial, lo que conllevó la expulsión de sus más de cuatro millones de habitantes alemanes. Hoy se cruza a Polonia por un puente sobre el río Neisse, sin que la propaganda de los neonazis locales contra la inexistente "invasión polaca" tenga el menor efecto. Con rincones capaces de evocar diversas épocas, no es de extrañar que la ciudad haya sido usada como escenario en muchas películas. Ha pasado por el París del XIX en, "La vuelta al mundo en 80 días", sus calles han recreado sin esfuerzo la Alemania renana de posguerra en "El lector", sus exteriores fueron usados para el ambiente Segunda Guerra Mundial de los poco gloriosos "Basterds" de Tarantino. Ahora se dispone a servir de marco para una producción sobre Göthe.
Su magnífico patrimonio arquitectónico, que va del gótico al modernismo, pasando por el renacentista y barroco, sobrevivió, intacto, a la Segunda Guerra Mundial, una verdadera rareza en esta Alemania condenada por aquella guerra a una profunda e irreversible tristeza arquitectónica. Görlitz contiene el mayor bloque monumental histórico-artístico, completo e integral, de Alemania, con más de 4000 edificios catalogados. "No está claro" por qué no fue sometida a bombardeos aéreos, dicen en el ayuntamiento. Solo 37 edificios fueron destruidos y un centenar dañados. En la última fase de la contienda, la ciudad fue declarada "fortaleza" como Breslau, pero el frente se desmoronó al norte de ella y fue tomada desde la retaguardia sin combate. La principal pérdida fue la demolición de los siete puentes sobre el Neisse, a cargo del ejército alemán. Aun más raro; por haber pertenecido a la antigua República Democrática Alemana, que tocó muy poco la ciudad, y por sufrir ahora los dramáticos procesos de despoblación y desindustrialización característicos de toda la Alemania del Este, ésta ciudad aun no se ha convertido ni en un parque temático, ni en un puro reino del "sector servicios". En realidad, cuesta describir lo que es: ¿un vacío bonito?. Sin duda otra ciudad vacía de la antigua Alemania del Este, pero en el que la melancolía de la ausencia de gente se compensa con la belleza. Casi el 30% de sus casas están desocupadas. Hay que hacer un esfuerzo de imaginación para recordar que hasta la caída de la RDA está era un villa fabril, textil y de la industria electrónica. Hagenwerder, una gran central térmica de sus alrededores, muy contaminante y hoy desmantelada, proporcionaba el 10% de la energía eléctrica de la RDA. Con los cierres de todas esas industrias, los 17500 puestos de trabajo industriales que había en 1989, se quedaron en 2300. La salida fue la emigración; en los últimos veinte años, Görlitz ha perdido casi 20.000 de los 74.000 habitantes con que contaba en 1989, y el pronóstico es que pierda otros 10.000 para el año 2020. El contraste entre sus calles desiertas y la belleza de sus edificios, produce una sensación irrepetible, sin parangón en cualquiera de las otras "ciudades superfluas" de la ex RDA. Ciudad de gran tradición gremial, hasta cuarenta asociaciones citan las crónicas, sus comerciantes hicieron fortuna en el siglo XV con la exportación del paño de calidad. La tejeduría del lino alcanzó un gran desarrollo a partir de mediados del XVI. La región de Turingia, al oeste, era uno de los principales centros de producción de glasto, una planta de cuyas hojas se extraía un color que durante siglos, hasta la llegada del índigo de las Indias, fue el principal medio de teñido azul en Europa. Görlitz tenía privilegio de monopolio sobre esa industria desde el año1339. Esa historia de la que hablan sus monumentos, sus iglesias y edificios civiles, lanza preguntas existenciales al futuro. La ciudad se vuelca hacia ella buscando respuestas. Desde la Alta Edad Media su región fue terreno disputado entre el Reino de Polonia, el Sacro Imperio romano-germánico y el Principado (luego reino) de Bohemia, que acabó prevaleciendo. En 1635 pasó a Sajonia y en 1816 a Prusia. Con Prusia su población se multiplicó por diez en el XIX, pasó de 8000 a 80.000. Fue en esa época, en 1847, cuando aquí se levantó una de las primeras grandes estaciones de ferrocarril de Alemania, cuya estructura, que combina hierro y madera, se mantiene hoy intacta y en uso, al igual que su magnífico vestíbulo. Görlitz es la principal ciudad de Silesia que permaneció en Alemania, después de que esa región genuinamente centroeuropea en la que se hablaba el alemán, el polaco, el yidish y el moravo, perdiera su identidad, asesinada por el nazismo, y fuera cedida a Polonia tras la Segunda Guerra Mundial, lo que conllevó la expulsión de sus más de cuatro millones de habitantes alemanes. Hoy se cruza a Polonia por un puente sobre el río Neisse, sin que la propaganda de los neonazis locales contra la inexistente "invasión polaca" tenga el menor efecto. Con rincones capaces de evocar diversas épocas, no es de extrañar que la ciudad haya sido usada como escenario en muchas películas. Ha pasado por el París del XIX en, "La vuelta al mundo en 80 días", sus calles han recreado sin esfuerzo la Alemania renana de posguerra en "El lector", sus exteriores fueron usados para el ambiente Segunda Guerra Mundial de los poco gloriosos "Basterds" de Tarantino. Ahora se dispone a servir de marco para una producción sobre Göthe.
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