Desde ayer viene ardiendo la zona de Arenas de San Pedro (Ávila) y en este momento es lo que mas me preocupa a todos los niveles. Hoy me da igual lo que diga o lo que haga el caradura de Barcenas, la tonadillera Esperanza Aguirre y el gris Rajoy, mi corazón y mis deseos están con esa comarca que esta ardiendo. La cosa es preocupante, un muerto y desde los inicios de incendio esta totalmente descontrolado y conociendo como conozco la zona, no me extraña ya que la riqueza arbórea de la zona es, bueno era, impresionante. El alcalde de la localidad ha informado que se trata de un siniestro provocado ya que es empezó toda esta desgracia en tres focos distintos. Hasta ahora llevamos un muerto y algunas personas desalojadas. El humo de la desgracia cubre parte de la Comunidad de Madrid acompañado de olor a quemado, olor a muerte.
Lo medios que se están utilizando son pocos, ya que la Comunidad de Castilla y León no se toma esto de la defensa de los bosques en serio, y ha ido al rescate la Comunidad de Madrid (como siempre) mandando medios aéreos y humanos.
Yo he vivido durante años en la zona del Valle del Tiétar y mis recuerdos de infancia sobre incendios forestales son amplios ya que no había verano sin alguno. Recuerdo como se cerraban los bares y establecimientos por la Guardia Civil para que la poca gente que quedaba acudiera. También recuerdo a mi madre (y a todas las mujeres del pueblo) llenando botellas de agua y haciendo bocadillos para los hombres que se encontraban peleando contra el fuego en un día que ha sido lo mas parecido al infierno que he visto en el pueblo donde me crie Sotillo de la Adrada (Ávila) con el desastre a las puertas del mismo. Y recuerdo con gran cariño a Vicente el carnicero, el primero que con su furgoneta se paseaba por las calles pitando para ir recogiendo gente para arrimar el hombro, por eso le teníamos tanto cariño.
Como adulto he asistido voluntariamente a un par de ellos y yo que soy de una generación que hemos hecho la mili y hemos asistido a maniobras, nunca he tenido la sensación de estar en una guerra como en estos dos días que he ido, como única herramienta una pala, entregada por el ayuntamiento. Ver como se quema el monte de tu infancia produce una tristeza y una rabia que la fatiga no te produce ninguna mella en el ímpetu por apagarlo cuento antes.
Hace días oí a Joaquin Araujo colaborador de ese hombre sensacional, Felix Rodríguez de la Fuente, comentar en Radio Nacional de España la desgracia que supone que se queme el bosque y comentaba que si en términos económicos se hablara, las perdidas de uno solo de ellos supones miles de millones de euros, ya que desaparecen especies vegetales y animales y años y años que ha tardado en generarse todo en perfecto equilibrio. No le faltaba razón.
Hoy como pueden ver, estoy triste por esta desgracia que me queda cerca, con este post solo les he querido transmitir mis sensaciones que todos los años vuelven a mi acompañado de los recuerdos de mi niñez (es inevitable) , como repulsa a todos los terroristas medio ambientales que existen y que no hay manera de dar con ellos.
Lo medios que se están utilizando son pocos, ya que la Comunidad de Castilla y León no se toma esto de la defensa de los bosques en serio, y ha ido al rescate la Comunidad de Madrid (como siempre) mandando medios aéreos y humanos.
Yo he vivido durante años en la zona del Valle del Tiétar y mis recuerdos de infancia sobre incendios forestales son amplios ya que no había verano sin alguno. Recuerdo como se cerraban los bares y establecimientos por la Guardia Civil para que la poca gente que quedaba acudiera. También recuerdo a mi madre (y a todas las mujeres del pueblo) llenando botellas de agua y haciendo bocadillos para los hombres que se encontraban peleando contra el fuego en un día que ha sido lo mas parecido al infierno que he visto en el pueblo donde me crie Sotillo de la Adrada (Ávila) con el desastre a las puertas del mismo. Y recuerdo con gran cariño a Vicente el carnicero, el primero que con su furgoneta se paseaba por las calles pitando para ir recogiendo gente para arrimar el hombro, por eso le teníamos tanto cariño.
Como adulto he asistido voluntariamente a un par de ellos y yo que soy de una generación que hemos hecho la mili y hemos asistido a maniobras, nunca he tenido la sensación de estar en una guerra como en estos dos días que he ido, como única herramienta una pala, entregada por el ayuntamiento. Ver como se quema el monte de tu infancia produce una tristeza y una rabia que la fatiga no te produce ninguna mella en el ímpetu por apagarlo cuento antes.
Hace días oí a Joaquin Araujo colaborador de ese hombre sensacional, Felix Rodríguez de la Fuente, comentar en Radio Nacional de España la desgracia que supone que se queme el bosque y comentaba que si en términos económicos se hablara, las perdidas de uno solo de ellos supones miles de millones de euros, ya que desaparecen especies vegetales y animales y años y años que ha tardado en generarse todo en perfecto equilibrio. No le faltaba razón.
Hoy como pueden ver, estoy triste por esta desgracia que me queda cerca, con este post solo les he querido transmitir mis sensaciones que todos los años vuelven a mi acompañado de los recuerdos de mi niñez (es inevitable) , como repulsa a todos los terroristas medio ambientales que existen y que no hay manera de dar con ellos.
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