A la luz del Socialismo Científico, necesario es afirmar sin vacilación que estos diez años de Revolución Bolivariana reflejan el desarrollo de auténticos procesos de liberación nacional y liberación social que conducen a nuestro pueblo a escenarios favorables para una transición hacia el Socialismo como nunca antes se había logrado en nuestra historia.
Téngase en cuenta que en ese primer escenario referido a la consolidación del Estado soberano (liberación nacional), se ha materializado una ruptura contra el histórico esquema de dominación en que Venezuela era sujeta a la condición de colonia del Imperio norteamericano; ello se comprueba en el hecho de que Chávez ha enterrado a las cúpulas gerenciales que autónomamente administraban la riqueza venezolana al servicio de intereses transnacionales y que hoy se impone progresivamente un nuevo modelo económico que otorga una clara prioridad a la inversión social para beneficio de todos los venezolanos y en especial a los más humildes.
Ahora bien, en el largo camino que implica todo proceso de transformación, ciertamente el ámbito de la liberación social resulta el más complejo de todos, por cuanto si en el escenario anterior puede avanzarse considerablemente teniendo como plataforma un gobierno en verdad nacionalista que defienda consecuentemente los intereses de la república frente a las injerencias de potencias extranjeras; en el plano social no podrá hablarse de liberación hasta que no se produzcan cambios reales que propendan a la igualdad de clases. En este último caso, la victoria popular no se alcanzará mediante la promoción de un Estado de bienestar social que simplemente se limite a incrementar los beneficios que se le conceden a los explotados bajo un intocable régimen capitalista.
En efecto, solo podrá transitarse al socialismo produciendo una revolución en el seno de esa inmensa masa humana que con su esfuerzo físico e intelectual genera los bienes y servicios que hacen posible la supervivencia de toda la sociedad; y esa no es otra que el proletariado (la clase trabajadora). He allí la encrucijada que se nos plantea a los revolucionarios con relación al papel de los trabajadores y el sistema que debe predominar sobre la propiedad y administración de los grandes medios de producción. Mientras que por un lado, los reformistas anhelan asaltar el poder para hacer concesiones a la burguesía y preservar la vieja propiedad privada; por el otro, los camaradas revolucionarios luchamos por seguir impulsando el modelo de protagonismo social de los trabajadores con sólidas posturas revolucionarias.
Siendo la nuestra, una revolución pacífica y democrática que excluye las formas violentas, indispensable será construir consensos sociales, ganar elecciones, sumar voluntades y conquistar nuevos espacios políticos, pero jamás conciliando con los enemigos de clase; sino construyendo políticamente un bloque progresista de alianzas regido por la ideología clasista revolucionaria. Esto solo será posible si realmente se cree en la clase obrera como sujeto histórico del socialismo y se trabaja en función de su plena unificación para convertirla en el estamento social de vanguardia. En este contexto, respaldamos la bandera de la plena unidad sindical en Venezuela como legítimo instrumento revolucionario de los proletarios por el Socialismo, pues solo podremos concretar una revolución triunfante con una clase trabajadora que se haya dado forma orgánica a si misma y haya asumido sus desafíos históricos con identidad de clase y firme vocación de poder.
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