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EL PARTIDO COMUNISTA PORTUGUES: LA EVOLUCION EN LA CONTINUEDAD



Artículo analítico sobre el XVIII Congreso del Partido Comunista Português (PCP) aparecido en el periódico digital Que Fazer
Que Fazer. Jornal Comunista
Para Kaos en la Red



Un congreso más realizado [el artículo hace referencia al XVIII congreso celebrado el pasado mes de Noviembre, nota del traductor] y nada trajo de nuevo el PCP, bien para sus militantes o para aquellos que aún creen en el comunismo, bien para la solución inmediata de los problemas del país (el de los trabajadores portugueses): reclama el cambio de las políticas de derecha del PS, pero no exige la dimisión del gobierno; habla de la crisis del capitalismo, pero no apunta su fin como condición para el fin de la explotación del hombre; clama por la continuación de Abril, pero se queja de la falta de libertad de expresión, a propósito de la “ley de partidos”; habla de la continuación de la lucha por el “socialismo”, pero no dice cual es el camino y esconde la razón de ser de su nombre (“comunista”), cada vez más un cliché; habla de la unión de la izquierda, pero no participa, dando lo dicho por no dicho, en el debate de Fórum da Nova Esquerda [nota del traductor: Forum de la Nueva Izquierda]; en suma, el PCP no quiere un nuevo gobierno ni un nuevo régimen con los obreros en el poder, simplemente quiere capitalizar el descontento popular para aumentar los votos, tarea sin gloria para quien ya tuvo el 20% del electorado votante.
Las razones por las que el PCP se mantiene con algún protagonismo y con un relativo poderoso aparato logístico, al contrario de otros partidos llamados “comunistas” europeos que decayeron, llegando alguno de ellos a cambiar de nombre, se debe a varios factores de naturaleza histórica y de la necesidad del nuevo régimen democrático post 25 de Abril para poderse reafirmar. El PCP brota del anarco-sindicalismo, muchas de sus tesis son abiertamente anarquistas, así como los métodos de trabajo obreristas, por lo que mereció desde su creación la desconfianza por parte de la ex URSS, a pesar de sus esfuerzos en sentido contrario. Sus tesis siempre se pautaron por la unión de todos los “portugueses honestos” contra el fascismo, por el “levantamiento nacional” contra la dictadura, una versión ligeramente modificada de la “huelga general” anarco-sindicalista. El socialismo fue una meta abstracta, el comunismo un fin oculto y la dictadura del proletariado apresuradamente retirada para no asustar “a los propios obreros”.
Esta nebulosidad e incluso confusión ideológica fueron, por otro lado, compensadas por la ligazón, en términos de crecimiento, con la clase obrera, incluyendo los asalariados rurales; ha de reconocerse que la historia del partido se confunde con el surgimiento y crecimiento de la vieja clase obrera en camino acelerado de desaparición, y son los cambios profundos y estructurales del capitalismo que están poniendo al PCP en dificultades, más que con la caída del “muro de Berlín”, toda vez que el PCP, pese a su servidumbre a Moscú, consiguió alguna autonomía organizacitiva e incluso política por mor de su situación de clandestinidad forzada y de su génesis anarco-sindicalista.
En líneas generales, son estas las razones históricas de la sobrevivencia del PCP, las otras advienen de la necesidad que la recién nacida democracia portuguesa tuvo que mantener en la legalidad un partido que poseía una influencia decisiva en el seno del movimiento obrero, hegemonía que no fue eliminada ni siquiera por partidos del estilo del MRPP [Partido Comunista de los Trabajadores Portugueses / Movimiento Reorganizativo del Partido del Proletariado, partido de ideología maoista, nota del traductor], que nunca supieron atraer a los obreros más viejos y no supieron retener a los más jóvenes, incluyendo la juventud en general, por diversas razones que ahora no vienen al caso. De la misma manera que hubo necesidad de mantener sosegados y en orden a los viejos fascistas en partidos legales, razón por la que fue creado el CDS [Centro Democrático Social/Partido Popular, partido democratacristiano, nota del traductor], comandado por un discípulo y gran admirador de Marcelo [Caetano, nota del traductor], el versátil Freitas do Amaral que, con todo, no estaba comprometido con el gobierno fascista. Un largo pasado de lucha antifascista, a veces de contornos nebulosos, una génesis conjunta con el trabajador portugués, una muleta de los nuevos señores del poder, he aquí las razones para la sobrevivencia del PCP y de su relativo buen estado de conservación. Su reverencia por el actual orden establecido, su nacionalismo tardío, marca del origen de clase de sus principales dirigentes, provenientes de la pequeña y media burguesía (el 42% de los militantes obreros son en su inmensa mayoría cotizantes de base), la confusión ideológica para no asustar a tales pequeños y medios empresarios en riesgo de quiebra global, son las principales causas de tan larga longevidad sin cambios de fondo.
Pero el PCP no “cambia”, para lamento hipócrita de algunos (PS, por ejemplo), porque en el caso de cambiar su retórica, cada vez más vacía (el conocido cassette), corre el riego de perder su base tradicional de apoyo y no ganar una nueva, constituida mayoritariamente por los nuevos obreros de los servicios y por la juventud, más atraídos por el discurso más “moderno” de un Bloco de Esquerda, que también aparece menos comprometido con este régimen ya viejo de 34 años y gran responsable del desempleo, de la precariedad y de los salarios miserables. Nadie se acuerda de culpar al antiguo régimen fascista por la situación cada vez más desesperada de una parte significativa del pueblo portugués que vive en la más amarga miseria, desilusionado con un régimen que, en sus inicios, prometía la abundancia y la felicidad para todos, a no ser un PCP que ya agitó el fantasma del fascismo al profundizarse la crisis, en lugar de alertar para la necesidad de la revolución como partera de una nueva sociedad para los desheredados de la Tierra.
Es que la continuidad de esta crisis financiera y económica del capitalismo, que lo alcanza en toda su estructura y extensión, puede traer a la calle sectores amplios del proletariado e incluso de no asalariados que el PCP no conseguirá controlar para su desgracia, y de la burguesía que así podrá ver derruirse su sistema de explotación. La lucha de los profesores fue radicalizada por el Fenprof [Federación Nacional de Profesores, nota del traductor] de la CGTP [Confederación General de Trabajadores Portugueses, nota del traductor], después del entendimiento con la ministra, porque en el caso de no haberlo hecho estaría en este momento siendo dirigida por otras organizaciones sindicales o corporativas de los profesores, para desgracia del gobierno. El PCP se encuentra en una terrible encrucijada, no sabiendo qué hacer, y la actual crisis no cuaja en partidos del estilo del PCP que quieren estar simultáneamente en los dos lados: con la clase de los trabajadores y con el régimen que los explota. Razón que explica que el PCP nunca haya osado ser gobierno, al contrario de lo que aconteció con algunos de sus congéneres europeos, ya que si eso aconteciese, se esfumarían totalmente las ilusiones respecto de su política de defensa del socialismo y del mundo obrero. Situación a su vez, dígase en honor a la verdad, más difícil ya que la competencia del BE [Bloco de Esquerdas, nota del traductor] es muy real, pudiendo ocurrir que pierda hacia éste votos en las próximas elecciones de 2009, a pesar de su habilidoso izquierdismo verbal cuando la competencia viene por la izquierda.
En último análisis, debe decirse que la razón principal por la cual el PCP es aún el partido que es, es en razón de la ausencia de una alternativa revolucionaria, a nivel ideológico y de política en términos inmediatos. Los partidos de la llamada “extrema izquierda” que se autodenominaron “vía revolucionaria” hacia el socialismo y el comunismo rápidamente quebraron por la debilidad de este campo que está en relación directa con la debilidad de la propia clase obrera, también en transformación profunda. Nos encontramos como en el limbo, y esta situación de impasse solo será rebasada con la rápida evolución de la crisis sistémica del sistema capitalista. Como ella irá evolucionando, por la capacidad de la burguesía de hacerle frente a nivel mundial, por la resistencia de los propios obreros, por el despertar de los sectores más conscientes del proletariado, que definirá el lugar seguro de estos partidos que surgieron como consecuencia de la victoria de la revolución bolchevique: el anaquel de la historia. Estos partidos son como un mal necesario de una etapa incipiente de la revolución y tuvieron su tiempo, tal como el anarco-sindicalismo; otros partidos surgirán, libres de un “centralismo democrático” militar, del endiosamiento del jefe, del servilismo a las decisiones del comité central y de la atrofia mental y política de los militantes, que se olvidan que su razón de ser reside en la existencia de una clase productora y expoliada y no de una organización que se transformó en un fin en si mismo.
Noviembre 2008.

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