escrito por Resumen Latinoamericano
Maduro, manifestando todo su dolor por el compañero
"caído en combate"
9-03-13
Nuestro
Comandante tenía, desde adentro, el escudo más poderoso que puede tener un ser
humano, que es su pureza, su verdad- Palabras de Nicolás Maduro, vicepresidente
ejecutivo de la República Bolivariana de Venezuela, en la Ceremonia Oficial en
memoria del Comandante Presidente Hugo Rafael Chávez Frías, 8 de marzo de 2013.
Querida Doña
Elena;
Queridos
hijas, hijo, nietos, nietas, hermanos; maestro Hugo de los Reyes; familiares de
nuestro Comandante Presidente, padre y guía, Hugo Rafael Chávez Frías;
Queridos y estimados y estimadas presidentes y
presidentas, primeros ministros, primeras ministras, príncipe, de las cuatro
latitudes de nuestro planeta que han venido a expresar, con su amor y su
presencia, todo el apoyo y la solidaridad a nuestro glorioso pueblo de
Venezuela, a nuestro Comandante Hugo Chávez (Aplausos). Les damos las gracias
desde nuestro corazón por haber venido desde sus tierras a traernos este
homenaje tan grande y a traernos con su abrazo y su palabra el aliento que
necesitamos en esta hora dura y trágica de la historia de este siglo XXI.
Queridos
líderes que se encuentran; movimientos sociales; dirigentes políticos y
sociales del mundo entero que andan entre las calles con el pueblo (Aplausos);
querido compañero Gustavo Dudamel, maestro Abreu, que han traído la música de
nuestros niños y jóvenes para llenar de viento fresco el alma de este hombre
puro que aquí tenemos (Señala) (Aplausos).
Compañeros,
compañeras del gobierno bolivariano del Presidente Hugo Chávez; compañeros
gobernadores, gobernadoras:
Aquí estamos,
al frente de él, como nunca hubiéramos querido estar. Con el dolor más inmenso
que pueda caber en nuestra humanidad, aquí estamos, Comandante.
Ayer una
señora nos decía —y cuando nos lo decía sentimos la justa dimensión de lo que
ha sucedido—, dándonos aliento: Tengan fuerza, porque él, su alma y su espíritu
eran tan fuertes que ya su cuerpo no los aguantaba y se liberó, y ahora su alma
y su espíritu andan por este universo expandiéndose, llenándonos de
bendiciones, de amor; recogiendo todas las bendiciones de todas las religiones,
de todos los pueblos, de todo el amor que pueda haber en ese universo para
traérnoslo, y así sabemos que es, Comandante, y así lo sentimos (Aplausos
prolongados).
En las
oraciones dicen que es tiempo de perdón, y tú nos enseñaste al amor más
infinito, que llegó hasta el perdón en las circunstancias más difíciles. No ha
habido líder en la historia de nuestra patria más vilipendiado, más injuriado y
más atacado vilmente que nuestro Comandante Presidente. Jamás en doscientos
años se mintió tanto sobre un hombre, ni aquí ni en el mundo; ni a nuestro
Bolívar, lo traicionaron ciertamente, pero no se atrevieron a vilipendiarlo, ni
en su tiempo ni luego de su tiempo. Pero no pudieron ni la mentira ni el odio,
porque aquí está nuestro Comandante. ¿Y por qué no pudieron? ¿Ustedes saben por
qué no pudieron, queridos Jefes de Estado que han traído su amor más puro por
este hombre, más allá de las ideologías y las fronteras políticas? Porque
nuestro Comandante tenía, desde adentro, el escudo más poderoso que puede tener
un ser humano, que es su pureza, su verdad. ¡Su escudo de pureza de amor de
Cristo, de hijo verdadero de Cristo lo salvó de la injuria, de la infamia, y
aquí está invicto, puro, transparente, único, verdadero, vivo para siempre,
para todos los tiempos, para este y todos los tiempos futuros!
¡Comandante,
no pudieron contigo! ¡No podrán con nosotros jamás! ¡Jamás podrán! (Aplausos
prolongados y exclamaciones de: “¡Chávez vive, la lucha sigue!”)
Nosotros, en
vida, le fuimos leales. Todos, todos, todos los grandes hombres de esta tierra
venezolana… Y eso lo aprendimos porque él nos lo enseñó, nosotros no lo
sabíamos; muchos de nosotros, casi desde niños, nos incorporamos a las filas
revolucionarias y transitamos distintos caminos, unos en filas militares, como
la generación de hijos militares; les pido que se paren (Se ponen de pie).
¡Aquí están tus hijos, Comandante! (Aplausos.) ¡Aquí está tu Fuerza Armada
Bolivariana hecha pueblo, hecha espíritu, hecha carne, con sus fusiles, con su
espada! (Aplausos.) ¡Un ejército de paz es nuestra Fuerza Armada, de
libertadores y libertadoras! (Aplausos.) Y transitamos desde muy niños, 11, 12
años, algunos desde nuestros hogares, con nuestros padres, nuestras madres,
pero jamás en el camino de la redención de nuestra patria, nunca, jamás,
nosotros supimos de nuestra historia.
Si se quiere
construir correctamente el legado que deja Hugo Chávez, lo primero que hay que
reconocer es que nos hizo redescubrir la historia cierta de nuestra patria,
levantó las banderas del Libertador Simón Bolívar, las encarnó; las encarnó y
nos enseñó el amor y el perdón. Nos enseñó también a amar nuestra historia.
Por eso hoy
decimos, desde nuestro corazón —les pido permiso a sus hijos y a su madre—:
Comandante, aquí, usted invicto, nosotros en su nombre, con el amor de Cristo,
perdonamos a los que lo injuriaron (Aplausos). Esté usted libre de todas las
culpas que trataron de echar sobre usted (Aplausos).
En esa
historia a todos nuestros líderes, empezando por el más grande de todos, Simón
Bolívar: se le prohibió la entrada a las provincias unidas de Venezuela; al
Gran Mariscal de Ayacucho se le amenazó de fusilamiento si tocaba tierra de las
provincias ya separadas de Colombia la grande, Colombia la primera, Colombia la
nuestra, que está latiendo con ganas de nacer, de refundarse otra vez.
Todos murieron expulsados de aquí por quienes nos
mandaron y nos traicionaron. Unos traicionaron a Bolívar, y murió allá en la
patria grande, en Santa Marta, allí, donde un día fue nuestro Comandante a
sentarse con el presidente Juan Manuel Santos y estrechar sus manos y a decir:
“Vamos a trabajar juntos, ¡juntos!”, y así fue, presidente Santos. Muchas
gracias, muchas gracias (El presidente Santos se pone de pie y asiente)
(Aplausos).
El Gran
Mariscal de Ayacucho, su cadáver quedó tirado entre la tierra, y los pobres de
la tierra lo guardaron hasta que lo pudieron llevar a Quito. Estuvo 70 años
escondido, perdido, tuvo que venir ese gran general bolivariano Eloy Alfaro, en
1900, para reivindicarlo, sacarlo del ostracismo y llevarlo a donde tenía que
estar, en la Catedral de Quito, allá con nuestros hermanos, con el presidente
Rafael Correa y con el pueblo bolivariano del Ecuador (Aplausos).
¿Por qué tenía
que ser así la hora final de los grandes que nos fundaron, de los que fueron a
pie, descalzos desde aquí desde el Caribe hasta el Potosí a darnos la libertad?
¿Por qué tanta traición, tanta envidia, tanto egoísmo? ¿Por qué tanta maldad?
Por los intereses que se impusieron, que no fueron los intereses supremos de la
patria que había nacido, que no fueron los intereses supremos de los pueblos.
Eran tiempos de confusión y las fuerzas no le dieron al gran Bolívar y al gran
Sucre para cohesionar la tierra y el pueblo que habían liberado.
Otro grande
tuvimos aquí, Ezequiel Zamora, general del pueblo soberano, redentor, a quien
le tocó levantar las banderas traicionadas de Bolívar. Y también murió de un
balazo, el 10 de enero de 1860, cuando venía a Caracas con sus tropas
victoriosas de patas en el suelo y desdentados. Esto nos lo enseñó nuestro
maestro y padre.
Y Cipriano
Castro, hace 100 años, ya había aparecido el petróleo en nuestra Venezuela, y
un hombre nacionalista como Cipriano Castro enfermó y salió en 1908, y no había
terminado de zarpar el buque que lo llevaba cuando la traición del
Vicepresidente en funciones se impuso, y Venezuela tuvo 30 años de la peor
dictadura que hayamos conocido en el siglo XX.
Y vinieron
por nuestro petróleo, lo saquearon. Venezuela fue el primer productor de
petróleo del mundo en la década de los años 20 del siglo XX. ¡Saqueado nuestro
país!
Así que,
Comandante, una vez usted nos contó que hablando desde el avión Presidencial le
leía esta historia al Comandante Fidel Castro, Comandante en Jefe de los
pueblos libertarios de nuestra América Latina y el Caribe (Aplausos). Nos contó
que el Comandante Fidel Castro, luego de escucharlo en silencio, atentamente,
le dijo: Hugo, qué triste esa historia, yo no lo sabía; pero ten la seguridad
de que ni tú ni yo moriremos así. Cuando nos tengamos que ir, nos iremos con
nuestros pueblos victoriosos, de pie, con la bendición y el amor de los justos
y de las justas (Aplausos).
Se cumplió la
palabra de Fidel: ¡Aquí está usted, Comandante, con sus hombres, de pie, todos
sus hombres y mujeres leales, como lo juramos ante usted. Leales, hasta más
allá de la muerte. Y usted, Presidente en funciones de la República Bolivariana
de Venezuela, Comandante en Jefe de nuestra Fuerza Armada, aquí en su patria,
en su tierra, bajo el mando de su mando, de su mando único! ¡Hemos roto el
maleficio de la traición de la patria y romperemos el maleficio de la derrota y
de la regresión! (Aplausos prolongados.)
Hemos roto
ese maleficio, aquí está la Espada desenvainada, y sus ojos viendo a Cristo.
En los días
previos, en los días, horas, antes de los anuncios del 8 de diciembre, un grupo
de compañeros lo visitó a La Habana: Diosdado, compañero y hermano de estas
batallas, pero, sobre todo, de las que vienen, Diosdado Cabello Rondón,
revolucionario, puro también de alma, hijo de nuestro Comandante Hugo Chávez
(Aplausos); los compañeros Rafael, Elías, Cilia. Allá lo acompañaban como
siempre: Rosa, María, Rosinés, Hugo, Adán, todos sus hermanos; el compañero
Jorge Arreaza, compañero de vida de nuestra querida Rosa Virginia y a quien
nuestro Comandante adoptó como su hijo directo. Y en una madrugada muy dura me
tocó a mí llegar allí a su habitación, estábamos juntos Jorge y yo —Jorge
siempre escribiendo en su cuaderno todo—, y allí, bueno, el Comandante nos
pidió que lo ayudáramos en una tarea. Nos dijo: “Yo creo que tengo que escribir
unas palabras finales, como un testamento”, y nos dio, como siempre, una orden:
“El testamento de Hugo Chávez. Ayúdenme a un guion, algunas ideas para yo
sentarme a escribirlas en estas horas.” Esa orden no la cumplimos, no pudimos,
era imposible. Esa orden él la había cumplido ya, porque la vida entera de
nuestro Comandante ha sido un testamento: su palabra, su pasión, su acción, su
obra, su pueblo. El pueblo de Venezuela es su testamento. Los humildes de este
mundo, los pobres, los desesperanzados, los oprimidos de todos los tiempos y
todas las horas, nosotros, los nietos de los esclavos, somos su testamento
vivo. Él dejó su testamento firmado y sellado por el pueblo. El primero de
ellos aquí está (Muestra la Constitución).
Si alguien
quiere saber quién es Hugo Chávez de verdad y quiere rasgar el velo de la
mentira, de la canalla mediática, de la guerra psicológica mundial contra este
hombre, conozca esta letra hecha por él, su Constitución, aprobada por el
pueblo, discutida por el pueblo (Aplausos), y conozcan su letra y su acción.
Todo lo que
hoy somos está aquí (Muestra la Constitución), aquí está nuestra guía. Si
alguien tiene duda en algún momento de algo, aquí está la palabra suprema de la
patria, la carta de Paz, la carta de todos.
Cuando esta
Constitución se discutió, salimos a la calle a debatir, y se convocó un
referéndum y algunos venezolanos salieron a llamar a votar por el “No”, porque
no se aprobara. Bueno, cómo es la vida, el Comandante Chávez nos lo dijo en ese
año 1999, éramos constituyentes, y él dijo: “Bueno, paciencia, lo que es justo,
es justo, y esta letra será reconocida por todos más temprano que tarde.” Hoy
podemos decir, Comandante, que esta es la Carta de todos y todas; incluso, los
que se opusieron hoy la asumen como suya. ¡Bienvenidos todos! Venezuela es para
todos y es de todos, y esta Carta es nuestra guía de unión, de paz, de
convivencia (Aplausos); es una carta para hacer revolución, revolución
democrática.
Si se quiere
buscar más cerca qué soñaba nuestro Comandante invicto —como dijo ayer el
General de Ejército Raúl Castro, en sus palabras en Santiago de Cuba—, si se
quiere saber qué pensaba que debía hacer la Venezuela de este siglo XXI, Jorge,
camarada, su testamento lo escribió él mismo en junio del año 2012, de puño y letra;
lo sabe Elías Jaua que era vicepresidente ejecutivo, colaborador directo del
testamento cierto del Comandante Chávez.
Aquí nos dejó
cinco tareas históricas, cinco tareas históricas, de un pensamiento que forma
parte de un sistema de valores, de principios, inspirado en Bolívar, nuestro
Padre fundador, en los libertadores; inspirado en la sabiduría de nuestros
pueblos indígenas, en nuestro gran Guaicaipuro, inspirado en Cristo.
Si alguien se
puede preguntar o se quisiera preguntar cómo es un hombre o una mujer, un ser
humano cuando se asume hijo verdadero de Cristo, nuestro redentor, y se
consagra y da su vida, su cuerpo, todo su espíritu para un pueblo, para los
oprimidos, para los pobres, tendrá que reconocer que Hugo Chávez fue un
cristiano auténtico de la calle, un cristiano, un redentor en Cristo, un
protector en Cristo de los pobres de esta tierra y de todas las tierras del
mundo (Aplausos).
Así que cinco
tareas históricas nos dejó, absolutamente cohesionadas, democráticas, porque
después de un debate democrático en esta patria de hombres y mujeres
conscientes y libres, nuestro pueblo le aprobó a nuestro Comandante su
testamento.
Jamás en
política mintió, ni en nada. Cuando él descubrió por su propio camino que en el
capitalismo —y menos en el capitalismo neoliberal— era imposible estabilizar la
sociedad, darles igualdad y felicidad a los pueblos, y era imposible sostener
con estabilidad las democracias verdaderas, un día de diciembre de 2004 nos
dijo: “Voy a levantar las banderas del socialismo nuestroamericano, indígena,
bolivariano, cristiano; vamos a atrevernos con audacia a construir ese sueño de
la humanidad y en democracia: el socialismo.” Y aquí deja un sistema de
principios, valores, cinco.
El primero de
ellos: “Mantener y consolidar la independencia conquistada en estos 14 años de
revolución democrática, popular y bolivariana” (Aplausos).
El segundo:
“Construir nuestro socialismo, diverso, democrático, nuestro americano”
(Aplausos).
El tercero:
“Construir a Venezuela como un país potencia, en el marco de la gran potencia
de América Latina que se va a construir en los próximos años” (Aplausos), y que
la vimos aquí de pie representada por la diversidad de presidentes y
presidentas que aquí han venido.
Nosotros
tenemos que ser una gran potencia. Fue aquí mismo, queridos presidentes y
presidentas, aquí mismo en este patio donde el cadete Chávez se formó. Qué iba
a decir la vida que 30 o 40 años después ese cadete iba a estar presidiendo
aquí la Fundación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, que
dignamente ha presidido el presidente Sebastián Piñera, de Chile, al cual
agradecemos toda su generosidad y todas sus expresiones respetuosas y cariñosas
para el Presidente Hugo Chávez (Aplausos), y que hoy preside el General de Ejército
Raúl Castro Ruz, y la Cuba de la dignidad al frente de esta organización
(Aplausos).
Cuarto
objetivo: Construir un mundo de equilibrio, Bolívar, de equilibrio, el
equilibrio del universo, sin imperios.
Aquí se
encuentran unos representantes que nosotros saludamos y apreciamos; a Jesse
Jackson, pero también están el excongresista Bill Delahunt y el congresista
Gregory Meeks, a los cuales he saludado, que han sido enviados por el
presidente Obama (Aplausos). ¡Bienvenidos!
Nosotros
queremos y amamos a todos los pueblos de nuestra América; pero queremos
relaciones de respeto, de cooperación, de paz verdadera. Nosotros queremos, y
así lo escribió el Comandante Chávez, un mundo sin imperios, sin naciones
hegemónicas, un mundo de paz que respete el derecho internacional, que sea
capaz de encontrarse para cooperar, para vivir, para ser justos en términos de
igualdad. ¿Y por qué no puede ser posible, si aquí está toda la voluntad de un
mundo, toda la fuerza política de un mundo? Y América Latina tiene la tarea
histórica de hacer ese nuevo mundo, de unirnos en la diversidad y decirle al
mundo: ¡Aquí está América Latina, la de los libertadores! ¡Aquí estamos de pie
juntos! ¡Este mundo tiene que cambiar, Comandante! (Aplausos.)
Y un quinto
objetivo, que lo voy a leer, porque sin esto será imposible la propia
existencia de la especie humana, y porque, al final, ese quinto objetivo es el
que le da coherencia a toda la redacción de este testamento que nos dejó el
Comandante Hugo Chávez.
El quinto
objetivo es muy sencillo, y lo decimos con la mayor humildad, pero con la mayor
angustia por la humanidad. Dice el Comandante Hugo Chávez:
Quinto
objetivo histórico: “Contribuir con la preservación de la vida en el planeta y
la salvación de la especie humana. No existirá ni capitalismo, ni socialismo,
ni ninguna de nuestras religiones, si no somos capaces desde donde estemos, con
nuestras creencias ideológicas, políticas y religiosas, de salvar este planeta,
acabar con las bombas nucleares, eliminar toda esa fuerza de destrucción, de
contaminación de ríos, de mares, de calentamiento del planeta.”
Aquí está,
Comandante, su testamento.
Hace varios
años el Comandante Presidente, a veces, cuando había momentos apremiantes, o
cometíamos errores, siempre nos decía: Nicolás, Elías, Rafael, Yadira, Jorge,
¿qué van a hacer ustedes cuando yo me muera? Nosotros siempre le decíamos: “¡No
diga eso, Comandante, por favor…!” “¡¿Qué van a hacer ustedes cuando yo me
muera, cómo van a hacer?!”
Él lo dejó
todo arreglado; ya queda de parte nuestra si lo hacemos o no lo hacemos
(Aplausos). Nosotros llamamos a todo nuestro pueblo a que lo hagamos.
¿Qué vamos a
hacer cuando usted se muera, Comandante? Usted puede ir en paz, desde nuestras
oraciones y nuestro amor en Cristo y desde nuestros corazones le deseamos la
mayor paz que en ese ámbito de vida, en ese nuevo plano usted pueda tener.
¿Y qué vamos
a hacer nosotros? ¡Continuar, seguir juntos, seguir juntos pueblo, fuerza
armada, con su Constitución, con su Testamento Político, con su ejemplo y con
nuestro amor! ¡Seguir protegiendo a los pobres! ¡Seguir dándole alimento al que
lo necesita! ¡Seguir contribuyendo a la educación de nuestros hijos! ¡Seguir
construyendo la patria grande! ¡Seguir construyendo la paz, la paz, la paz de
nuestro continente, la paz de nuestro pueblo! Así, que, Comandante, ¡misión
cumplida, Comandante Presidente! ¡La batalla continúa!
¡Chávez vive, la lucha sigue! (Exclamaciones de:
“¡La lucha sigue!”)
¡Que viva Hugo Chávez! (Exclamaciones de: “¡Que
viva!”)
¡Que viva
nuestro pueblo! (Exclamaciones de: “¡Viva!”)
¡Que vivan el
amor y la unión! (Exclamaciones de: “¡Vivan!”)
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