PUBLICO
Ángeles Diez
Doctora en Ciencias Políticas y Sociología, profesora de la Universidad Complutense de Madrid
Doctora en Ciencias Políticas y Sociología, profesora de la Universidad Complutense de Madrid
En la semana del 10 al 17 de marzo se han paseado por el territorio español distintos personajes de la guerra contra la isla vinculados a dos corrientes políticas anticubanas distintas pero coincidentes en sus objetivos de injerencia y desestabilización de Cuba. Estuvieron Yoani Sánchez, Berta Soler y la hija de Oswaldo Payá. También se espera que a lo largo del próximo mes se incrementen las visitas y los actos de la “disidencia” aparentemente justificados por la recogida de premios de las instituciones europeas y medios de comunicación, así como por la que llaman “primavera negra cubana”. Coincidencias y pequeñas divergencias en sus declaraciones dibujan el mapa de dos opciones que corresponden a dos grupos de poder distintos en España y en EEUU, ambos con un único objetivo marcado por el imperio: acabar con la revolución y la soberanía cubana.
Los sectores más vinculados a la administración socialdemócrata norteamericana llevan a cabo una estrategia más acorde con la teoría del “soft power” que busca la desestabilización interna a través de apoyo logístico, la financiación encubierta de sectores “moderados” de la oposición en el interior, organización de actividades culturales, y la captación de los intelectuales europeos progresistas. Se dirigen hacia la “sociedad civil” cubana y hacia los sectores ideológicamente más vulnerables como los jóvenes. Se apoyan más a menudo en los socios europeos afines, buscan alianzas, son menos cortoplacistas, más sistemáticos y responden a una visión más global de guerra contra los proyectos soberanistas que atenten contra los intereses estadounidenses en Latinoamérica. Personajes como Yonais Sánchez se construyen acorde con esta lógica de ingerencia.
Por su parte, el partido republicano y una parte importante de la mafia cubano americana están conectados con los grupos caracterizados como “el exilio de Miami”, sectores que tradicionalmente han utilizado la vía terrorista, la confrontación más directa y han sido los defensores de la invasión. Son sectores más envejecidos y fundamentalistas que ven cómo se agota su tiempo. A través de la fundación cubanoamericana su estrategia se ha dirigido a la financiación directa de aliados ultraconservadores especialmente en España y en la República Checa. Son menos pragmáticos y más viscerales pero desde la desaparición de Mascanosa, presidente de la Fundación Cubano Americana, ha sido frecuente su confluencia con la política exterior demócrata. Las damas de blanco han resultado ser buenos interlocutores para estos grupos recalcitrantes y también para la sección más reaccionaria de la derecha española vinculada a estos grupos de Miami. Las dificultades de la administración norteamericana y su oficina de intereses en Cuba para controlar a este grupo, tal y como reflejan los informes de wikileakes, evidencian su predisposición natural hacia la política exterior tradicional de los republicanos pero también su visión oportunista capaz de adaptarse a cualquier circunstancia.
Estos dos caminos de confrontación con Cuba han convivido con pequeños altibajos dependiendo de la fase en la que se encontrara la política exterior estadounidense y las disputas internas de los socios europeos. También han surgido diferencias al interior de estos grupos de disidentes como en el caso de las damas de blanco entre la anterior portavoz Laura Pollán y la actual Berta Soler, relacionados con la apropiación de los fondos suministrados a través de la SINA (Oficina de intereses estadounidenses en Cuba). Pero la mayor parte de las veces ha primado el interés general de los EEUU que, desde el fracaso de la invasión de Playa Girón (1961) y la resistencia del pueblo cubano al bloqueo desde 1960, ha apostado por la construcción de la disidencia interna. Ciertamente en 54 años han tenido escaso éxito y la disidencia más sólida y numerosa se encuentra en el exterior de la isla. La propia Berta Soler reconocía en una entrevista a la BBC lo contenta que estaba porque en ocho años habían pasado de ser 8 a 115.
Los recorridos por la península de Yoani, la hija de Oswaldo Payá y las damas de blanco, y los que tendrán lugar los próximos días reflejan la confluencia de intereses de las distintas administraciones estadounidenses pero también la utilización de la disidencia cubana al servicio de intereses más locales de nuestro país. Nos referimos a la confrontación entre una parte del partido popular liderado por Esperanza Aguirre y las “razones de Estado” del PP, ahora en el poder, para “normalizar” las relaciones con Cuba.
Conferencias, entrevistas, premios, encuentros con parlamentarios, etc. muestran que no hay divergencia de objetivos ni distintas disidencias sino distintos tipos de clientes.
Ejes de la campaña contra Cuba en España
Los personajes de la llamada “disidencia cubana” que han desfilado estos días por Europa con escala en el Estado Español han abordado en las entrevistas y discursos de los actos que se les ha programado temas comunes: la muerte del presidente venezolano, la inexistencia de cambios reales en la isla, su representación del pueblo cubano y los derechos humanos. Además han coincidido en salir al paso de las acusaciones sobre la financiación de sus actividades y han insistido en la unidad y buenas relaciones entre los disidentes. Los puntos de divergencia han estado en la especificidad del grupo disidente al que representan, en el caso de Yoani a grupos empresariales con interés en invertir en la isla y a jóvenes cubanos emigrantes económicos sin vínculo orgánico entre sí; en el caso de las damas de blanco al exilio de Miami, a la ultraderecha europea, y a la española en su particular guerra contra el gobierno de su partido.
¿Por qué se coloca en la agenda de la disidencia cubana el tema Venezuela? Más allá de la circunstancia concreta de la muerte del presidente venezolano, desde la perspectiva de la administración estadounidense actual, se trata de una oportunidad que hay que aprovechar en la guerra contra Cuba. Coloca a la isla en una situación de debilidad, no sólo por sus relaciones preferentes y de ayuda mutua con Venezuela sino porque desaparece la figura que lideraba el proceso de confluencia latinoamericano que ha sostenido una posición unánime de apoyo a Cuba. Hasta que se defina la continuidad o no por parte del nuevo gobierno venezolano que salga de las urnas la maquinaria propagandística se reactiva prácticamente en automático. Las declaraciones de Yoani sobre la muerte del presidente venezolano y la situación en la que queda la isla se insertan en esta lógica. Algo similar ocurrió con la guerra y ocupación de Irak en el 2003 que reactivó la campaña bélica-mediática contra la isla antes incluso de que arrancara la campaña contra Iraq. Parece como si se siguiera el siguiente protocolo: se aprovecha la oportunidad de que la atención pública está centrada en otro conflicto y se reactivan otros frentes. Aunque evidentemente lo que estaba en juego en aquel momento tenía diferente calado para América Latina.
Tanto en el caso de Yoani como en el de Berta Soler los periodistas han servido en bandeja preguntas para contrarrestar la imagen de cambios significativos en la isla sobre economía, leyes migratorias, etc. Ambas han insistido en que su propia salida de la isla no tiene que ver con estas circunstancias, que se ha tratado de operaciones de maquillaje y que no está habiendo cambios reales en la isla. Negar la evidencia de su salida, de sus viajes y de hablar mal de su gobierno sin temer consecuencias, constituye un acto de cinismo, sin dudas, pero también señala uno de los principios básicos de la propaganda: la repetición de las consignas que se insertan en matrices de pensamiento ya prefijadas en las audiencias.
Los discursos sobre la libertad y los derechos humanos se ubican en dos campos distintos según sea Yoani quien hable de ello o Berta Soler. En el primer caso su participación en el campo de las nuevas tecnologías, las redes sociales, su intento de conectar con esa población dinámica, joven, individualista y con escasa formación política favorece que la consigna “libertad” sea una herramienta útil contra Cuba. El hecho de que las actividades de Yoani estén financiadas por empresas como Telefónica, responsable del despido de más de 3.000 trabajadores en España, o BBVA con miles de desahucios en su haber, ambas con fuerte implantación en América Latina y partícipes del expolio de esta zona, no parece crear contradicción. En el caso de las damas de blanco, como recoge la BBC, tras los acuerdos con el gobierno español para la excarcelación de los presos cubanos condenados por distintas actividades contra el Estado cubano al servicio de una potencia extranjera (2003) y la conmutación de todas las penas de muerte, estos grupos de opositores se han visto aislados internacionalmente. Muestra de ello es que Amnistía internacional ya no incluye ningún preso de conciencia cubano en sus informes. De modo que reactivar el discurso de la violación de derechos humanos, la represión del gobierno etc. es un intento de retomar el sentido de sus actividades opositoras de cara a la comunidad internacional.
La insistencia tanto de Yoani como de Berta Soler en negar su vínculo con el gobierno de EEUU no deja de apuntar hacia la financiación indirecta vía ONGs y sobre todo los premios siempre dotados con miles de dólares (financiación indirecta que demuestran las filtraciones de wikileaks) Pero son las leyes estadounidenses tanto la Ley Torricelli (1992) como la Helms-Burton (1996) las que permiten este tipo de financiación aunque parece que la opinión pública no asimila fácilmente la contradicción entre unas actividades desinteresadas “a favor del pueblo cubano” y la financiación de las mismas por el gobierno que le tiene declarada la guerra.
Finalmente, la particularidad del discurso de la representante de las damas de blanco hay que buscarla en el enfrentamiento entre los grupos afines a Esperanza Aguirre dentro del Partido Popular y los más próximos a Mariano Rajoy. La entrevista que Televisión Española realizó a Berta Soler reproduce punto por punto la intervención de Esperanza Aguirre en Casa de las Américas en Madrid: los ataques al gobierno de Cuba, la falta de libertad y, específicamente, la puesta en duda del juicio a Ángel Carromero, presidente de las Nuevas Generaciones del PP que fue responsable de la muerte de los disidentes Oswaldo Payá y Harold Cepero al estrellar el coche que conducía. Mientras que el ministro de Exteriores, Jose Manuel García Margallo, no sólo dio por bueno el juicio sino que trata de “normalizar” las relaciones con Cuba. El caso Carromero se ha convertido en un arma importante de la expresidenta de la Comunidad de Madrid contra el gobierno central.
En los próximos días asistiremos a nuevos flujos de propaganda y podremos encontrar las coincidencias que responden a una estrategia común contra Cuba y también contra lo que Cuba representa para América Latina.
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