Joan Guitart / Diagonal
Desde el 9-M, el PSOE se ha hecho con todo el espacio de la ‘izquierda parlamentaria’. Es un dato significativo, pero da pocas pistas sobre el futuro político del país. ‘Izquierda parlamentaria’ y ‘política de izquierda’ son dos conceptos diferentes y frecuentemente contradictorios.
El Gobierno anterior, pese al aura que se ha, y que le han, fabricado, sólo hizo políticas que pueden llamarse de izquierdas en un par de ocasiones. No hay que esperar ni eso del futuro Gobierno, bajo la amenaza de una recesión económica y dispuesto a mantener al PP bajo la presión del consenso, que tan buenos rendimientos le ha dado. Ya tenemos una muestra: la primera decisión del primer Gobierno de ZP fue retirar las tropas de Iraq; la del próximo gobierno será una rebaja de impuestos. En realidad, nadie, o al menos nadie que tenga los pies en tierra, espera de Zapatero políticas de izquierda.No le han votado por eso. La mayoría de los votos que ha recogido querían solamente evitar que ganara el PP y que las cosas continuaran más o menos como hasta ahora. Conseguido ese objetivo, Zapatero no tiene compromisos: todo eso del “Zapatero no nos falles” es sólo un pasacalles para las noches electorales. ¿Habría cambiado esta situación sin el hundimiento de Izquierda Unida? En la práctica, no. Durante la pasada legislatura, la influencia de IU en el Gobierno ha sido una leyenda de autoconsumo. Zapatero ha hecho con IU, y ha dejado de hacer, lo que le ha convenido.IU se pasó a la “oposición” justo cuando empezó la campaña electoral. No es creíble. Por si hubiera dudas, el tema estrella de la campaña fue el ansia de participación en el Gobierno que, en un momento de delirio, llegó hasta a reclamar una vicepresidencia de “desarrollo sostenible”. Como ha ocurrido en otras ocasiones, este indisimulado afán de poder pasará factura: para quienes desean hacer carrera de políticos profesionales, el fracaso de IU les llevará a las puertas, mucho más seguras, del PSOE. Abundan, y abundarán, los ejemplos. Una ley electoral antidemocrática ha amplificado la caída de IU. Pero esa ley no justifica un retroceso cercano al 30% en Madrid y mayor del 20% en Barcelona. Tampoco autoriza ahora a Llamazares a presentarse como “representante de medio millón de votos”. ¿Cuántos de esos votos son también ‘votos útiles’ de gentes que han (hemos) querido votar, pero no al PSOE, sin que ello suponga el menor aval a IU?Luchar por una ley electoral proporcional es un objetivo democrático que merece todo el apoyo, pero muy difícilmente alcanzable. Mientras tanto, aceptar, aunque sea con resignación, el ‘voto útil’ y renunciar por tanto al voto por convicción sólo favorece a la izquierda parlamentaria, antes bipartidista y ahora monopartidista, y es un obstáculo serio para construir una izquierda alternativa. El actual monopartidismo será efímero. Hay un espacio político muy grande a la izquierda del PSOE, también electoral, y ya se ven los movimientos para ocuparlo o reocuparlo. Hay aquí un desafío necesario y urgente para la izquierda alternativa. Precisamente por eso, conviene ir despacio. Como dicen los zapatistas, el ritmo de la marcha lo debe marcar la o el compañero que camina más lento.“Que camina”. Antes de llegar a las supuestas “autopistas” electorales, hay aún mucho camino que hacer a pie, construyendo confianza y sentido común rebelde, por los terrenos escarpados de las luchas y movimientos sociales. *Joan Guitart es periodista y colaborador de Viento Sur
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