Informe del Comité Central del PCM
12 de febrero de 2008
Aprobado con dos abstenciones y un voto en contra
Como aprobamos en el reciente Comité Ejecutivo, hemos impulsado junto a los miembros del Consejo Político Regional de IU-CM, en torno a la crítica compartida respecto a la candidatura presentada por la mayoría de esta federación y a lo que, políticamente, puede representar, cara a la constitución de un hipotético grupo parlamentario nacional, otra alternativa que, a pesar de plantearse como oportunidad para recoger el parcial malestar de dicha mayoría, no ha logrado superar el 20% de los votos, aún habiendo sido apoyada por varios compañeros críticos de ella. Se ha vuelto a demostrar que los mecanismos que conforman la posición de la mayoría en el actual Consejo Regional, más allá de anticomunismos viscerales con los que siempre se cuenta para las alianzas tácticas, exceden las razones políticas.
En el ámbito federal, el Consejo del pasado 20 de enero ha supuesto un freno importante a las pretensiones de la cúpula llamazarista de hacer de IU un partido ecosocialista, a partir de una interpretación abusiva de los resultados de la consulta postal, que no primarias, a la militancia. Iniciada la ofensiva en Asturias, e indirectamente en Cataluña, la intervención en el País Valencià ha podido ser abortada por la firmeza y el buen trabajo de los/as camaradas y compañeros/as valencianos/as, por el trabajo del Partido y compañeros/as críticos/as en su conjunto y por razones extrapolíticas que huelga comentar. Ante las irregularidades que se pretendían cometer, violentando la decisión mayoritaria de la Asamblea de EUPV, por primera vez en mucho tiempo la asistencia al Consejo Federal de casi todos/as sus miembros críticos han sido casi total. Los catorce votos de la mayoría de Madrid no han sido, en este caso, decisivos, aunque tal voto, probablemente determinado por un interesado prurito de federalidad y por una valoración de cual era la correlación de fuerzas, más que por la coincidencia en el proyecto que defendemos, ante el acuerdo alcanzado momentos antes de la celebración del Consejo, ha basculado en esta ocasión a nuestro favor.
No debemos aislar esa victoria puntual del objetivo final de recuperar la IU fundacional mediante la transparencia y la democracia interna como instrumento transformador al servicio de la clase trabajadora y del perfeccionamiento de la democracia en el horizonte de la III República. Esa victoria puede ser el principio de la consecución de una nueva mayoría política o la cristalización de la tensión permanente e inhabilitadora presidida por un equilibrio entre federaciones por intereses meramente institucionales y dirigido por los coordinadores y sus equipos.
Por ello, los próximos resultados electorales, con el programa que a estas alturas sólo estamos en condiciones de intuir a través de los medios de comunicación y con el grupo parlamentario que pueda conformarse de nuevo en la alianza con ICV, no pueden, aún siendo decisivos, ser determinantes para el trabajo y la proyección social del Partido. Si son catastróficos, cosa poco probable, debemos estar preparados para gestionar la catarsis. Si son regulares, escenario más verosímil, serán interpretados, como siempre últimamente, como un triunfo de la miseria política de una formación que no está electoralmente a la altura de la izquierda transformadora europea. Y si son buenos, cosa que celebraremos en todo caso, debemos estar preparados para la intensificación de la ofensiva hacia la configuración de un partido radical pequeñoburgués, ecosocialista integrista o socialdemócrata moderado, según prevalencia de sensibilidad entre quienes no quieren un movimiento político y social sino un partido convencional a la izquierda del PSOE y cómodo para él.
Para valorar los resultados electorales y el escenario que abran, vamos a celebrar una reunión de la Permanente Federal del Partido con los Secretarios Generales de las Federaciones el próximo 15 de marzo. De momento, el objetivo es que nadie nos robe unas siglas y un proyecto por el que seguimos apostando. En la hipótesis de una ruptura, que en ningún caso vamos a propiciar, debemos seguir impulsando, incluso más allá de lo que actualmente es IU, una convergencia unitaria anticapitalista y republicana al servicio de la clase, revisando las formas de estar en ella y corrigiendo los mecanismos que hacen inviable el principio de cohesión de los comunistas.
La Conferencia político-organizativa que vamos a celebrar antes de verano como paso previo al XVIII Congreso, que corresponde estatutariamente dentro de poco más de un año, es la oportunidad para reflexionar sobre los cambios que necesita el Partido y para ponernos al día sobre nuestras verdaderas fuerzas y capacidad como organización soberana. En esta federación ya hemos avanzado algo en tal sentido. Pero también es cierto que nos queda aquí mucho por hacer en relación a lo que todos predicamos: el fortalecimiento del PCM y, por ende, el del PCE.
El mejor ejemplo es el de aquellas agrupaciones con comités activos y agrupaciones vivas e influyentes en el proyecto y que generan actividades en el amplio abanico de posibilidades que brinda la soberanía que hemos rescatado en el XVII Congreso. Hemos invocado, en numerosas ocasiones, y en otro orden de cosas, a la dedicación militante de todos/as los/as miembros del Comité Central sin que, hasta el presente, y con valiosas excepciones, haya prosperado la propuesta. No podemos seguir rasgándonos las vestiduras, renegando del proyecto estratégico y amargando nuestra militancia comunista, si no somos conscientes de la importancia de la dedicación colectiva que implica la pertenencia a una dirección colectiva que como tal viene funcionando en el PCM. De sobra es conocida la insuficiencia material y humana del aparato del que disponemos para todo el trabajo que todos/as valoramos cono necesario. En tal sentido, tenemos la obligación de volver a recordar la necesidad de que se efectúen aportaciones regulares al Partido, que las Agrupaciones liquiden sus cuotas y que aporten el dinero que no les sea estrictamente necesario para su funcionamiento. En este momento tenemos saldada la deuda que manteníamos con el PCE, pero si no hacemos el esfuerzo militante necesario, vamos a entrar, a corto plazo, en una nueva espiral en tal sentido.
No desistimos en la hasta ahora tan imposible suscripción de protocolo con IU-CM.
Todo ello, más allá de los avatares en los que participamos con mayor o menor énfasis en IU, aposenta sus razones en nuestra “razón en marcha”, hoy más vigente que nunca frente a la hegemonía sin barreras del capitalismo en su forma imperialista y militarista, en su presencia en Europa y en nuestro país donde está cobrando tintes prefascistas ante la ambigüedad calculada del PSOE y la ofensiva del PP y sus aliados.
Vamos a seguir en los avatares internos, influyendo en el proyecto –lo que es imprescindible- pero sin obsesionarnos por dichos problemas, aplicando nuestra soberanía más autónoma y enérgicamente. Acabamos de celebrar la Escuela de Invierno del PCM y estamos preparando la Conferencia de la Mujer del PCE en un momento crítico presidido por el fariseísmo contra a los intereses y la seguridad de las mujeres; las jornadas sobre el Movimiento por la III República y de una nueva Conferencia sobre del Mundo del Trabajo. Debemos convencernos de que eso, junto a las movilizaciones que debemos impulsar y en las que debemos participar, es lo que espera la militancia de nosotros/as en un momento crítico en el que debemos estar preparados para recuperar nuestra utilidad como instrumento al servicio de la clase porque, en la actual situación, ese trabajo militante es más que nunca una necesidad y no un pretexto para gratificar nuestras conciencias individuales.
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