Esta bien que se nos hable de sindicalismo en esta hora en la que se encuentra CCOO. Después del escandalo Paredes, era necesario un artículo de este tipo que aclarara una serie de cosas. Los que militamos en esta organización sindical andamos, lo digo por mi claro, un poco dispersos en cuanto a la ideología real de esta central. Hemos pasado de un sindicato de clase a no se que clase de sindicato. Es verdad que no tiene nada que ver las cúpulas con las bases. Estas siguen siendo, por regla general, las mas combativas, pero cuando sobrepasa el ámbito de su empresa, pierden todo este carácter.
Como sabéis, Comisiones Obreras fue un sindicato en la orbita del PCE, y era así, porque sus cuadros eran principalmente de este partido, entre otros. Con la llegada de Antonio Gutierrez, se empezó a desmontar la participación del PCE en en sindicato, para ganar independencia (y nos parecía bien), pero en este proceso no solo perdimos esta relación, sino también la ideologia. Yo no logro a entender como el sindicato no es de tendencia comunista, por história y tradición. Ahora no somos de nada. El que inició este viaje ahora esta de diputado del PSOE. ¿Fue necesario todo lo que paso, para que Antonio Guitierrez terminara en el PSOE? El sabrá,, pero a nosotros bien nos fastidio y ahora estamos como estamos.
Ahí va el articulo
11/01/2008
La vigencia del sindicalismo de clase
Artículo de opinión de Rodolfo Benito Valenciano Presidente de la Fundación Sindical de Estudios
Las nítidas fronteras que antes definían lo laboral, lo social, lo económico y lo político se están transformando, como consecuencia de los cambios, muy intensos y muy acelerados que se han producido en las relaciones industriales, en la propia sociedad, y, sobre todo, por el hecho de vivir en un mundo cada vez más globalizado. Sin embargo, la reflexión acerca de estos fenómenos, y del papel que, en este nuevo escenario debe jugar el sindicalismo de clase, lejos de llevarnos a su desnaturalización, nos conduce a reconocer su vigencia y aún su necesidad. Precisamente, y desde sus orígenes, Comisiones Obreras ha sido consciente de que el cambio era consustancial al hecho social, no uno de sus momentos; por eso uno de los mayores aciertos fundacionales de CC.OO. fue la definición de sus principios. No fueron una declaración retórica, sino la congruente plasmación de los objetivos y valores que inspiraban la práctica del movimiento de las Comisiones Obreras primero, y que han ido demostrando su valor, aún más, con la de la Confederación Sindical de CC.OO.Si no hubiéramos sido un sindicato de clase, nos habríamos resignado a la estratificación social establecida sin otra perspectiva que la inmediata defensa de los intereses profesionales de aquellos colectivos que hubiéramos podido encuadrar (corporativismo). Y, por seguir siéndolo, somos hoy un sindicato general capaz de representar al conjunto diverso y cambiante de los trabajadores y trabajadoras. Es decir, el sindicalismo confederal, o es de clase, o no lo es. Y frente a quienes lo consideran una antigualla, hay que reafirmar que precisamente su identidad con la clase trabajadora es lo que le ha permitido en el pasado contribuir a los cambios que han ido jalonando el progreso de la humanidad, sin quedarse anclado en los confines del viejo gremialismo.El sindicalismo corporativista (o los llamados sindicatos profesionales) fue promovido por las patronales y la derecha política más reaccionaria, para dirigir a su antojo la primera revolución industrial, pero sin los grandes sindicatos de clase no se habría podido lograr ni la eficiencia productiva alcanzada por el fordismo y, cuando éste ha periclitado, es el sindicalismo confederal el único que está en condiciones de afrontar los cambios hacia nuevas formas de organización del trabajo, trascendiendo de los muros de las fábricas y las fronteras de los estados-nación.Pero no se trata de subrayar el protagonismo pasado de Comisiones Obreras. Precisamente por ser un sindicato de clase, Comisiones Obreras está en condiciones de afrontar los cambios hacia nuevas formas de organización del trabajo, hacia nuevas articulaciones sociales, hacia la emergencia de nuevos derechos, sin perder el rumbo. Efectivamente, vivimos un presente en el que, como consecuencia de los procesos de externalización productiva y de subcontratación, se complejizan los agentes, en otro momento nítidamente definidos; se complejizan también los mecanismos y las reglas contractuales; pero, sin duda, el conflicto social, adopte la forma que adopte, mantiene su vigencia. Y es el sindicalismo de clase, precisamente, quien mejor puede hacer frente al conflicto general, y lo es en la medida en que concibe el hecho sindical como eminentemente sociopolítico, ya que ha sabido interpretar que la fuerza del trabajo no es sólo un factor de producción; que la producción misma no lo es sólo de bienes tangibles, ni de bienes de o para el mercado, que su confrontación con el capital no se dirime únicamente, ni mucho menos se agota, en los angostos límites del centro de trabajo; que lo que el trabajo es y lo que el trabajo significa, el sentido y el valor del trabajo, no es sólo mensurable en términos económicos o en términos productivos, sino, mucho más radicalmente, en términos sociales, culturales, y aún vitales.El sindicato es así una formación social que aspira a representar tanto a las personas que se encuentran insertas en una relación laboral activa, recomponiendo las fracturas y segmentaciones que se dan en la relación productiva dirigida por el empresario, como a aquellas otras que más allá de las fronteras del empleo activo, no encuentran trabajo, no pueden trabajar o han salido definitivamente del mercado laboral. Por tanto, no sólo se configura como una organización que representa al trabajo asalariado para contratar las condiciones de intercambio salarial y las condiciones de trabajo y de empleo, sino que deviene, y es importante subrayarlo, un acto social que representa la identidad global de los trabajadores en su conjunto y que, por consiguiente, se relaciona con el resto de actores sociales y políticos como representante de la ciudadanía social.De ahí que el papel central que en cualquier sistema democrático ocupa el sindicato sea un dato incuestionable.El sindicalismo de clase debe, por tanto, partir de esta nueva y compleja realidad, asumiendo que un mundo en continua evolución, tanto en el terreno tecnológico como en el económico, social, político y cultural, exige del movimiento sindical que sepa transformarse, asumiendo nuevos retos, así como también, y de manera prioritaria, nuevas dimensiones en el espacio y en la acción, todo ello desde los valores que le caracterizan: la solidaridad, la igualdad, la justicia y la libertad, porque el sindicalismo de clase se fortalece en la medida que es capaz de articular intereses y derechos, sobre todo en un mercado de trabajo en continuo cambio como el actual, además de profundamente segmentado.Es verdad que a CC.OO. se acercan trabajadores de variados segmentos de la población, de muy distintas ideologías y creencias, y lo harán en mayor cuantía cuanto más perceptible sea su utilidad como sindicato, compatible con la defensa de valores e intereses. Precisamente el concepto de utilidad es el que niega la idea de que para llegar a determinados segmentos de los trabajadores, CC.OO. se ha de desprender de sus señas de identidad.Ahora bien, el sindicalismo de clase, a pesar de haberse definido correctamente, no lo tiene todo hecho; antes al contrario, tanto desde el punto de vista organizativo, como desde el punto de vista estratégico, el sindicalismo, si de verdad quiere estar a la altura de los tiempos, si de verdad no quiere permanecer arrebujado en un presente cada vez más pretérito y comprometerse con seriedad y con coherencia en la construcción del futuro, tiene, ante todo, que restituir, incluso incrementar, su protagonismo como referente para una cultura ubicada en la izquierda social, lo que no significa sino poner en valor la cultura de los derechos laborales, de los derechos sociales, de los derechos de ciudadanía, de los derechos colectivos presentes y futuros.Porque es precisamente la cultura de los derechos la auténtica vertebración de cualquier sociedad. Sin embargo, no debemos olvidar, porque en ello reside el legítimo protagonismo del sindicalismo de clase, que todo derecho nace de un pacto previo, de un acuerdo, de un contrato, y éste, a su vez, de alguna de las manifestaciones del conflicto.Y eso quiere decir, ante todo, que la función esencial del sindicalismo, hoy como ayer, continúa siendo la misma, si bien que incardinada en una configuración de la realidad, distinta lo cual no resta un ápice de vigencia a las exigencias básicas que el sindicalismo debe hacerse a sí mismo.Y estas exigencias se convierten así en desafíos para el futuro.
Ay....Honecker, sacas unas asimilizaciones muy poco...digamos elaboradas o mejor dicho interesadas. ¿Qué tiene que ver que Antonio Gutierrez esté en el PSOE con que guiara el proceso de autonomía sindical del PCE? Hay casi 20 años de diferencia entre ambos procesos...y además, qué Gutierrez esté en el PSOE es fruto entre otras cosas de la caida del muro, de la realinación dentro de la izquierda recuperandose la unidad tras la ruptura de los años 20 y de muchas cosas más (alguna tb puede ser como desde el PCE se desdeña su propia tradición renunciando al eurocomunismo que desde el 56 guiaba al Partido Comunista), como le pasa, nos pasa a cientos de miles de ciudadanos...
ResponderEliminarCompartiendo contigo el diágnostico de que uno de los males de CC.OO. (y creo que el que lleva sin remedio a todos los demas que tiene) es la falta de ideología o de horizonte ideológico mas allá de la coyuntura económica o laboral.
Creo que CC.OO. no debe ser ni del PCE, ni de IU, ni del PSOE, sino que debe ser de todos ellos y más, apostando por formar parte básica de la izquierda sociopolítica española. Su tradición unitaria se lo permitiria como le pasa a la CGIL en Italia o incluso a la CGT francesa...
Y permíteme un comentario con mas mala leche. Puestos a buscar de nuevo ser correo de un partido, no me fastidies que tenga que ser del PCE. Si eso fuera así una de dos o el PCE cambiaba mucho o CC.OO. sería un sindicato con solo muy pocos miles de militantes y su federación mas activa la de pensionistas...
Nos vemos el lunes...proletario...
Saludos socialdemócratas.
Yo no he dicho que tenga que ser del PCE, yo he dicho que deberia ser de tendencia comunista, como la UGT es de tendencia socialista no del PSOE, aunque la realidad sea otra.
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