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EL ARTE MAS UNDERGORUND DE BERLIN




Por ANDREU JEREZ (SOITU.ES)

BERLÍN.- Son muchos los detalles que caracterizan al metro de Berlín, conocido en Alemania como 'U Bahn': la ausencia de barreras a la hora de entrar en sus andenes, sus líneas elevadas, el color amarillo de los vagones, la tela de colores kitsch con la que nunca tapizarías los sillones de tu casa o los revisores de paisano que piden de improviso los billetes a los viajeros. Esto último ligado directamente a la ausencia de barreras físicas en las entradas de las estaciones que se reparten a lo largo de los 144 kilómetros de longitud de este metro considerado uno de más prácticos y funcionales de Europa.


Además de todo esto, las intervenciones artísticas, de más o menos calidad, en las paredes y cristales de los vagones también pueden ser consideradas como una de las características destacables del transporte público subterráneo de una ciudad que ha sido proclamada una y mil veces, durante la última década, capital europea del arte. No son pocos los trenes que aparecen de la oscuridad de los túneles con sus paredes marcadas con pretenciosos grafitis. Techos, escaleras, pasamanos, cristales: cada rincón de los pasillos y estaciones que configuran la realidad del subsuelo de la capital alemana parece un buen lugar para colocar una pegatina o impresión, para grabar con sprays una firma más. Puro arte urbano en busca de provocación y transgresión.
Pero este concepto de arte urbano underground no sólo procede de iniciativas individuales paralelas a la legalidad. En realidad, ese concepto tiene en Berlín unas raíces bien alargadas cuya semilla se remonta a 1958. En ese año la Asociación de Artistas de la República Democrática Alemana, la Alemania socialista del Este, pidió a los grafistas de la RDA que diseñaran carteles por la paz. Las obras fueron expuestas bajo el nombre de "La paz del mundo" en las paredes de la estación de la línea U2 de Alexander Platz, libres por aquella época de propaganda capitalista inductora al consumismo. Ese espacio fue así cubierto por la propaganda socialista de la época, tan amante de la paz.

El año siguiente se celebró la misma exposición, esta vez precedida de un concurso en el que participaron artistas de todo el mundo. No fue hasta inicios de la década de los 80 que se retomó la iniciativa de volver a convertir la céntrica estación en un espacio dedicado al arte. Cuando el proyecto parecía comenzar a consolidarse y ganaba apoyos económicos e institucionales, cayó el muro de Berlín y la RDA se derrumbó como un castillo de naipes. El viento de capitalismo se impuso con todas sus fuerzas.
Contra todo pronóstico, la estación de la línea U2 de Alexander Platz pudo mantener sus paredes libres de publicidad para seguir acogiendo exposiciones anuales. Ya en 1991 se constituyó un grupo de trabajo con el representativo nombre de "Kunst statt Werbung" ("Arte en lugar de publicidad"). Un año después, la asociación berlinesa 'Neue Gesellschaft für Bildende Kunst' (NGBK) se hizo cargo del proyecto y del concurso abierto a artistas de todo el mundo, que siguió celebrándose cada año.
Una prueba más de que Berlín no es una capital al uso. ¿Qué barcelonés o madrileño concibe que las paredes de una de las estaciones centrales del metro de sus ciudades puedan acoger exposiciones permanentes en lugar de los habituales anuncios publicitarios? Quizá porque el espacio es una de las grandes riquezas de la capital alemana, en Berlín es posible que esos lugares, tan codiciados por las empresas, queden liberados de publicidad.

O al menos lo fue hasta 2007: casi 50 años después de que se hubiera plantado la semilla del arte subterráneo en Alexanderplatz, la propiedad de los espacios publicitarios de la estación cayó en manos de la empresa de publicidad exterior Wall AG, que se negó a que el proyecto, rebautizado como 'U2 Alexanderplatz', siguiera teniendo lugar en la céntrica estación de metro. Fue el fin de algo único. "Cuando en febrero de 2008 perdimos definitivamente el control de la estación de U2 en Alexanderplatz, teníamos claro que queríamos seguir brindando la oportunidad a artistas de diferente procedencia de crear espacios de expresión en el metro de Berlín. Nosotros, además, habíamos llegado muy lejos para claudicar: habíamos rebasado la línea de la simple expresión gráfica en los espacios publicitarios, y a partir de 2005 pasamos a utilizar toda la estación para organizar performances e intervenciones", explica Benita Piedchachzek, jefa de comunicación de NGBK.
De esa insistencia nació el proyecto sucesor de 'U2 Alexanderplatz: Glück gehabt: Kunst im Untergrund' (Tuvimos suerte: arte en el subsuelo). "Era la primera vez que una exposición nacida de ese concepto de arte subterráneo tenía lugar fuera de Alexanderplatz. Esta vez son tres las estaciones que acogen la obras de 43 artistas o colectivos". Benita se refiere a tres paradas de la línea U8: Weinmesiterstrasse, Bernauerstrasse y Voltarstrasse. Cualquier pasajero un poco observador pronto se percata de que en ese tramo de la línea azul que cruza Berlín de norte a sur no hay ni un solo anuncio. Fotografías, obras de diferente expresión gráfica, más o menos provocadoras e impactantes, ocupan los espacios reservados generalmente a la publicidad en ambas direcciones de la línea. Todo un choque para los ojos del pasajero acostumbrado a la propaganda capitalista.

Las obras de esos 43 artistas permanecerán expuestas hasta mediados del próximo julio allí donde ya llevan desde el pasado 1 de noviembre. Todo ello con el apoyo económico e institucional del Senado de Berlín y la empresa de transporte público BVG. "Estamos al corriente de que en otras ciudades de Europa y el mundo hay proyectos similares de arte en el subsuelo, pero ninguno financiado por los correspondientes ayuntamientos y poderes institucionales. En ese sentido, este proyecto es sin duda excepcional", afirma con orgullo Benita. A la espera de recibir la aprobación del próximo proyecto en el metro de Berlín, la NGBK sigue con el diseño de la posible futura exposición y recopilando materiales de artistas dispuestos a exponer en las entrañas de la ciudad. El objetivo es claro: ganar espacios para el arte allí donde sea posible.

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