Emilio Álvarez Montalván
El autor analista político
El próximo 9 de noviembre se cumplirán veinte años de la destrucción del muro del Berlín, señalado en su tiempo como emblemático de la Guerra Fría. Esa representación se confirmó cuando coincidió la remoción de la “muralla de la vergüenza” construido en 1961 con el fin de la confrontación URSS-EE.UU. Esa distensión de las dos potencias se produjo en el encuentro Reagan-Gorbachev en Reykiavik, 1989. Ahí decidieron desmantelar las áreas de conflicto. En realidad, ese cambio inesperado fue producto de la Perestroika y la Glasnost (1985-1990) y de la enorme presión de los pobladores de la RDA por emigrar a Occidente. Por otra parte, la política del nuevo líder ruso Mijaíl Sergeyevich Gorbachov, hombre de mentalidad superior, desafió a la nomenclatura comunista al reconocer lo indispensable de desmantelar el régimen soviético para terminar con la amenaza nuclear. En el fondo, Gorbachev aceptaba que el régimen imperante en Rusia era incapaz de efectuar la doble jugada, o sea, producir alimentos para su población y al mismo tiempo, financiar el enfrentamiento con EE.UU. En cambio, el Pentágono podía encarar simultáneamente los desafíos del hambre y la guerra, sobre todo después que Ronald Reagan esgrimió la “guerra de las galaxias”, sembrando el pánico en el mundo comunista, temeroso de un ataque preventivo que no podía contestar
Por otra parte, la distensión provocada por el desmoronamiento de la URSS liberó fuerzas insospechadas, ése fue el caso de la unificación de Alemania. Es así que el 3 de octubre de 1990 Helmut Kohl, aprovechándose de la crisis interna en la URSS, logró con negociaciones la fusión de su país, sin disparar un tiro. Era evidente sin embargo, que la compactación tenía un alto costo, para la República Federal Alemana (RFA) al cargar por mucho tiempo con una empobrecida República Democrática Alemana (RDA). No obstante, al realizarse, puso a los aliados occidentales en una posición ventajosa. En todo caso el procedimiento jurídico fue fácil conseguirlo. Bastó modificar el artículo 23 de la Constitución vigente y colocar los cinco Estados de Alemania Oriental bajo el alero federal. Para cerrar todos los portillos, Alemania unida firmó un Tratado de fronteras con Polonia, renunciando a cualquier reclamo sobre Silesia, Pomerania Oriental, Danzig y Prusia Oriental. Al mes siguiente tuvieron lugar las elecciones libres y justas para el conjunto alemán con un aumento de la coalición democrática bajo Helmut Kohl.
Por otra parte, hasta que terminó el Muro pudo valorarse su formidable capacidad de disuasión criminal para evitar la masiva migración al Oeste, pues en dos años se habían escapado más de dos millones al Ocidente. El muro cubría 45 kilómetros para dividir en dos a Berlín; fuera de los 115 kilómetros que separaban a la RFA de la RDA. Hubo muchas pérdidas humanas en los esfuerzos de fugarse del paraíso comunista. El número exacto se calcula en más de 150 fugitivos, incluyendo 33 que fallecieron como consecuencia de la explosión de minas. Alemania ahora le hace frente unida a las duras realidades del desastre financiero.
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