Juan Ramón Amado, en un local de Berlín.
Juan Ramón Amado, Pionero de la movida de los 80, pone música en los locales nocturnos más vanguardistas de la capital alemana
SANTIAGO ROMERO Berlín ha suplantado a Londres y Amsterdam como foco de la vanguardia artística europea y laboratorio sonoro de la música que se escucha en todo el mundo. La noche berlinesa es el microcosmos ideal para creadores y buscadores de sensaciones llegados de todos los rincones del planeta. Urbe apocalíptica que conserva su atmósfera de última frontera heredada del Muro y la guerra fría, la capital alemana se ha encontrado a sí misma en un singular eslogan de su alcalde: "Berlín es una ciudad pobre pero sexy". Pobre, pero subvencionada, habría que decir, porque la creación es la industria más protegida. Hay nombres famosos del arte contemporáneo que se han asentado en Berlín y crean con muchísimo dinero y otros muchos que lo consiguen con poco y se convierten en mileuristas de la creatividad. La enfermedad es crear. No importa ni dónde ni con qué medios. Y sobre todos ellos reina la banda sonora de Berlín. En sus noches cosmopolitas no es infrecuente que el comisario de renombre de uno de esos vernissages de moda acabe desmelenado y mutado en el DJ estrella de la noche. En esta planetaria hoguera de las vanidades artísticas se ha conseguido hacer un hueco el coruñés Juan Ramón Amado, que pone música a la noche berlinesa en varios de los locales de moda, entre ellos el célebre Kaffee Burger. "El Kaffee Burger es un local muy famoso en Berlín, situado en Mitte (el centro), que se llena todos los días. Tiene mucho que ver con un fenómeno de moda que aquí se bautizó como la Ostalgia, la melancolía del Ost, el Este en alemán. Algo que refleja muy bien la película Good Bye, Lenin!, que ganó la Berlinale en 2003. Este fue sinónimo de feo en Alemania, pero ahora es la estética imperante en Berlín, los muebles comunistas se pagan a precio de oro en las tiendas de segunda mano. Y los coches Trabant, de la antigua RDA, son considerados ahora de lo más cool. Los lugares alternativos que se remontan a esta época, como el Kaffee Burger, que fue abierto en los años 50, han llamado la atención de los Vips de todo el mundo: nada menos que la mismísima Madonna decidió hacer aquí una fiesta hace un par de años. En el Kaffee Burger soy todos los martes uno de los DJ residents. Cada día de la semana hay un tipo de música diferente en este local". La suya se mueve en torno a lo que denomina world music, que va desde el reggae al hip hop, con un toque electrónico. Cómplice de aventuras juveniles del poeta recientemente fallecido Ramiro Fonte, que lo cita en sus memorias literarias -Os ollos da ponte- y pionero de la movida de los 80 en la que se jacta de "haber transformado la vida musical en Galicia", Juan Ramón Amado formó parte de proyectos de referencia en esa época como la revista La Naval y abrió el primer templo nocturno de diseño vanguardista en la ciudad coruñesa: el Zyx. Una historia de amor acabada en matrimonio le arrastró hace unos años a Berlín, donde es ya una referencia inevitable en la reciente historia musical de la bulliciosa capital alemana. Con un DJ mítico en Berlín, Marek Barath, puso en pie el alternativo sello discográfico Duplikat Records, cuyo octavo álbum "recoge precisamente el espíritu musical del Kaffee Burger". "Este local es legendario entre otras razones, por las fiestas de Russendisko, una banda de origen ruso que arrasa en Berlín. Son famosísimos aquí. Después de ellos, los más famosos somos nosotros", añade con cierta sorna el pinchadiscos y productor musical coruñés, que gestiona también en Berlín una tienda especializada en discos de vinilo, verdaderas piezas de coleccionista que "se venden de acuerdo a la Bolsa de internet". Cada verano, Juan Ramón Amado regresa a A Coruña, donde suele pinchar por divertimento en locales como La Tata o Telefunken. En vacaciones se trae los rudimentos mínimos, así que aquí no puede pinchar con vinilos. "En Berlín es impensable pinchar con CD. Te miran mal, exigen la calidad de sonido de los discos de vinilo. En España no son tan exigentes. Yo pinchaba todos los días en el Zyx. Eso en Alemania es imposible. El público se cansaría. Aquí no puedes repetirte.
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