Alemania nunca había realizado una encuesta tan amplia sobre la relación de sus adolescentes con la violencia y el fenómeno de los juegos de ordenador: 44.600 jóvenes de quince años han sido encuestados en diferentes regiones del país. La conclusión es que la violencia no ha ido a peor en los últimos años; bien ha disminuido ligeramente, bien se ha mantenido al mismo nivel, según los ámbitos, pero la situación es preocupante incluso si uno se abstrae del recuerdo de la matanza de quince personas a manos de un adolescente que luego se suicidó, la semana pasada en Winnenden. Preocupante hasta el extremo de que el ministro del Interior se declara "espantado".
La receta de Alemania del Este
Muchos alemanes se están dando cuenta de que el denostado sistema de enseñanza de la antigua Alemania del Este (RDA), que era excelente, resolvía muy bien el vacío vespertino de los adolescentes. En las "escuelas permanentes" (Ganztagschule),los adultos recibían formación y los jóvenes podían hacer sus deberes y recibir clases de refuerzo. Aquellas escuelas abiertas todo el día eran un estupendo marco de socialización. Los estudios de PISA han demostrado que algunos de los estados de la antigua RDA que han preservado rudimentos de aquel sistema son los que presentan hoy los mejores resultados.
Presentado ayer en Berlín por el propio ministro, Wolfgang Schäuble, el estudio del Instituto de Criminología de Baja Sajonia muestra que uno de cada siete adolescentes se declara "muy racista", y que casi uno de cada tres cree que "hay demasiados extranjeros en Alemania". Más de un 4% se declara decididamente antisemita y casi un 5% afirma pertenecer a algún grupo de extrema derecha. Uno de cada cinco declara consumir alcohol por lo menos una vez por semana, el 14,3% ha probado el cannabis y el 4%, drogas más duras como la cocaína o el LSD. En el apartado dedicado a los juegos de ordenador, el gran problema que asoma es la dependencia: decenas de miles de adolescentes (los chicos triplican a las chicas) están patológicamente enganchados. El 15,8% de ellos y el 4,3% de ellas pasa más de cuatro horas y media diarias ante el ordenador. Entre ellos hay un colectivo estimado entre 50.000 y 60.000 chicos para los que la dependencia supone aislamiento de la familia y amigos, abandono de estudios y dejadez personal expresada en una alimentación deficiente o en dejar de lavarse. El sistema de seguridad social aún no reconoce esta patología como enfermedad. El análisis del reparto del tiempo confirma la influencia y preponderancia del ocio electrónico. Los chicos se pasan, diariamente, una media de 3,33 horas delante del televisor, 2,21 horas ante el ordenador, 1,49 haciendo deporte, 25 minutos leyendo y nueve minutos dedicados a la política, el medio ambiente y los temas sociales. Para las chicas, las cifras son: 3,21 horas ante la tele, 56 minutos ante el ordenador, 1,17 horas para deporte, 43 minutos de lectura y diez para la política y demás. "Tenemos que rescatar las tardes de nuestros jóvenes", dice Christian Pfeiffer, el director del estudio, refiriéndose al ocio del escolar alemán, que en general sale de clase a las 13.30 horas. Pfeiffer propone la organización de actividades escolares vespertinas. Evidentemente, si los adolescentes van mal es porque los padres también van mal. "Si los padres no prestan atención a sus hijos, si no saben lo que les preocupa, lo que consumen, las películas que ven y las webs que visitan, quiere decir que están fallando", observa el semanario Der Spiegel.
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