KAOSENLARED
David Delgado
Los comunistas tenemos el deber de estudiar y asimilar la teoría marxista-leninista para analizar científicamente la realidad, asumiendo las bases materiales y las relaciones de producción actuales como el fruto del desarrollo histórico que está en continuo cambio.
Para entender rigurosamente el imperialismo euronorteamericano decadente tal como lo conocemos en el presente, es elemental conocer como se originó el imperialismo, que es la última fase del capitalismo. Esto nos conducirá al estudio de las sociedades capitalistas, feudales y esclavistas. Más aún, abordaremos el comunismo primitivo de las sociedades primitivas y de este modo entenderemos las diferentes etapas de desarrollo en los diferentes modos de producción a lo largo de la historia y demostrar que esta no es lineal. Así obra un marxista.
Pues para asimilar el marxismo-leninismo tendremos que partir fundamentalmente de Marx y Engels, los artífices del socialismo científico y con ellos deduciremos la evolución de las ideas socialistas y su origen así como la formación del proletariado.
Uno de los errores principales de quienes se inician en el conocimiento del marxismo es prescindir de la lectura de Marx y optar en el mejor de los casos por leer las obras más importantes de Lenin sobre cuestiones filosóficas y políticas relegando la economía a un segundo plano, y en el peor por manuales al uso donde se sintetiza toda la teoría. De esto modo se aprende superficial y escolásticamente una idea muy vaga de toda la riqueza teórica del marxismo.
Intelectuales que se definen marxistas contribuyen a que se posibilite este error, induciendo a la clase trabajadora a ahorrarse la lectura de las obras de Marx y Engels directamente, con sus petulantes “manuales” al alcance de los brutos e ignorantes trabajadores. Así piensan estos engreídos. Un ejemplo actual lo podemos encontrar en Marta Harnecker quien asesora a Hugo Chávez junto al ilustrado Heinz Dieterich.
Los trabajadores y las trabajadoras podemos estudiar el marxismo y comprenderlo perfectamente leyendo y releyendo las obras de los clásicos con algo de esfuerzo y dedicación. No necesitamos a iluminados ni iluminadas que nos “faciliten” sus textos, y para los militantes comunistas el estudio constante es un deber para formarnos como cuadros revolucionarios potencialmente preparados para afrontar la lucha en cualquier situación.
La clase trabajadora no sólo debe saber que es posible comprender el marxismo, debe saber que es absolutamente necesario conocerlo para ubicarse histórica e ideológicamente y adquirir conciencia de clase en una nivel más elevado que la meramente intuitiva.
La herencia de Marx y Engels es asombrosa. Basta decir para hacerse una idea, que la Internationale Marx-Engels Stiftung (IMES, Fundación Internacional Marx-Engels), formada por diferentes institutos holandeses, alemanes y rusos, se fijaron el objetivo de completar la edición de las obras completas de ambos autores inseparables, y calculan que lo lograrán aproximadamente en el año 2025. El ambicioso proyecto cuenta con la participación de unos 100 editores de todo el mundo.
Nos podemos imaginar la vasta cantidad de obras, textos, artículos y cartas donde tanto Marx como Engels teorizaron y desarrollaron la ideología del proletariado siempre al albor de la realidad y las transformaciones que tenían lugar.
Desde el principio, el trabajo de ambos autores padeció la censura de quienes debían encargarse de su difusión. El sector reformista del Partido Socialdemócrata de Alemania ocultó interesadamente sus obras no publicándolas o impidiendo que otros lo hicieran para de este modo, las versiones falsificadas que circulaban y que ellos mismos difundieron, prevalecieran y justificasen sus posiciones ideológicas. El revisionista Bernstein fue uno de los más destacados implicados en todo esto.
Estos traficantes encima eran los albaceas de los derechos testamentarios y de autor de buena parte del trabajo de Marx y Engels, incluidas las bibliotecas personales de ambos.
Franz Mehring en 1902 y los socialdemócratas austriacos (Max Adler, Otto Bauer, Adolf Braun, etc.) a partir de 1904, impulsaron la divulgación y recopilación de los textos de los dos teóricos. El primero ofreció algunos escritos inéditos siempre con la sombra de las falsificaciones socialdemócratas detrás, y los segundos entre otras formas con la publicación en Viena de Marx Studien, revista ideológica que ofreció algunos documentos inéditos hasta entonces.
Riazanov (David B. Goldndach), que colaboraba con el archivo de la socialdemocracia en Berlín, publicó hacia 1917 dos volúmenes de escritos de la década de 1850 donde aparecían aproximadamente 250 artículos desconocidos de la mayoría que habían sido publicados en diferentes diarios.
Pero fueron los bolcheviques tras la Revolución de Octubre quienes a un elevadísimo coste compraron todos esos textos para armar a los trabajadores de todo el mundo. Se creó para esta tarea el Instituto Marx-Engels en 1921, que disponía de una biblioteca, un archivo y un museo que era el centro del proyecto.
En 1925 el Instituto y la socialdemocracia alemana y el Institu für Sozialforschung firmaron un convenio para crear una editora que publicase conjuntamente un volumen de trabajos marxistas de aparición regular denominado Archiv Marx-Engels.
En alemán se publicó una conocidísima recopilación cuyo epígrafe es Marx-Engels Gesamtausgabe (MEGA), que aún a día de hoy es la referencia para traducir los escritos marxistas que se imprimen internacionalmente en multitud de idiomas.
En la URSS se publicó la primera edición a las obras completas (Sochineya I entre 1928 y 1946 y II entre 1955 y 1966) y en la República Democrática Alemana (RDA) por iniciativa del Partido se imprimió una considerable cantidad de volúmenes, aunque en ambos casos eran ediciones inconclusas.
Se intentó a partir de 1975 reproducir lo que sería la MEGA2, pero los acontecimientos que precipitaron el derrumbe del bloque socialista dio al traste con la idea.
Casi un siglo después, la citada anteriomente IMES, puede concluir el trabajo, pero lo verdaderamente importante, es recuperar ese gigantesco legado, efectuar una constante lectura de ambos revolucionarios, que no sólo eran teóricos sino hombres de acción, para redescubrir el marxismo, asimilarlo y superar los errores y desviaciones que en el mismo nombre del comunismo se cometieron en el siglo pasado.
Cuando en 1881 Kautsky le preguntó a Marx acerca de la posibilidad de publicar un volumen completo de sus obras, éste le dijo que antes que nada deberían estar escritas. Afrontemos el marxismo como una ciencia viva y no como un conjunto de teorías absolutas y atemporales.
Los comunistas tenemos el deber de estudiar y asimilar la teoría marxista-leninista para analizar científicamente la realidad, asumiendo las bases materiales y las relaciones de producción actuales como el fruto del desarrollo histórico que está en continuo cambio.
Para entender rigurosamente el imperialismo euronorteamericano decadente tal como lo conocemos en el presente, es elemental conocer como se originó el imperialismo, que es la última fase del capitalismo. Esto nos conducirá al estudio de las sociedades capitalistas, feudales y esclavistas. Más aún, abordaremos el comunismo primitivo de las sociedades primitivas y de este modo entenderemos las diferentes etapas de desarrollo en los diferentes modos de producción a lo largo de la historia y demostrar que esta no es lineal. Así obra un marxista.
Pues para asimilar el marxismo-leninismo tendremos que partir fundamentalmente de Marx y Engels, los artífices del socialismo científico y con ellos deduciremos la evolución de las ideas socialistas y su origen así como la formación del proletariado.
Uno de los errores principales de quienes se inician en el conocimiento del marxismo es prescindir de la lectura de Marx y optar en el mejor de los casos por leer las obras más importantes de Lenin sobre cuestiones filosóficas y políticas relegando la economía a un segundo plano, y en el peor por manuales al uso donde se sintetiza toda la teoría. De esto modo se aprende superficial y escolásticamente una idea muy vaga de toda la riqueza teórica del marxismo.
Intelectuales que se definen marxistas contribuyen a que se posibilite este error, induciendo a la clase trabajadora a ahorrarse la lectura de las obras de Marx y Engels directamente, con sus petulantes “manuales” al alcance de los brutos e ignorantes trabajadores. Así piensan estos engreídos. Un ejemplo actual lo podemos encontrar en Marta Harnecker quien asesora a Hugo Chávez junto al ilustrado Heinz Dieterich.
Los trabajadores y las trabajadoras podemos estudiar el marxismo y comprenderlo perfectamente leyendo y releyendo las obras de los clásicos con algo de esfuerzo y dedicación. No necesitamos a iluminados ni iluminadas que nos “faciliten” sus textos, y para los militantes comunistas el estudio constante es un deber para formarnos como cuadros revolucionarios potencialmente preparados para afrontar la lucha en cualquier situación.
La clase trabajadora no sólo debe saber que es posible comprender el marxismo, debe saber que es absolutamente necesario conocerlo para ubicarse histórica e ideológicamente y adquirir conciencia de clase en una nivel más elevado que la meramente intuitiva.
La herencia de Marx y Engels es asombrosa. Basta decir para hacerse una idea, que la Internationale Marx-Engels Stiftung (IMES, Fundación Internacional Marx-Engels), formada por diferentes institutos holandeses, alemanes y rusos, se fijaron el objetivo de completar la edición de las obras completas de ambos autores inseparables, y calculan que lo lograrán aproximadamente en el año 2025. El ambicioso proyecto cuenta con la participación de unos 100 editores de todo el mundo.
Nos podemos imaginar la vasta cantidad de obras, textos, artículos y cartas donde tanto Marx como Engels teorizaron y desarrollaron la ideología del proletariado siempre al albor de la realidad y las transformaciones que tenían lugar.
Desde el principio, el trabajo de ambos autores padeció la censura de quienes debían encargarse de su difusión. El sector reformista del Partido Socialdemócrata de Alemania ocultó interesadamente sus obras no publicándolas o impidiendo que otros lo hicieran para de este modo, las versiones falsificadas que circulaban y que ellos mismos difundieron, prevalecieran y justificasen sus posiciones ideológicas. El revisionista Bernstein fue uno de los más destacados implicados en todo esto.
Estos traficantes encima eran los albaceas de los derechos testamentarios y de autor de buena parte del trabajo de Marx y Engels, incluidas las bibliotecas personales de ambos.
Franz Mehring en 1902 y los socialdemócratas austriacos (Max Adler, Otto Bauer, Adolf Braun, etc.) a partir de 1904, impulsaron la divulgación y recopilación de los textos de los dos teóricos. El primero ofreció algunos escritos inéditos siempre con la sombra de las falsificaciones socialdemócratas detrás, y los segundos entre otras formas con la publicación en Viena de Marx Studien, revista ideológica que ofreció algunos documentos inéditos hasta entonces.
Riazanov (David B. Goldndach), que colaboraba con el archivo de la socialdemocracia en Berlín, publicó hacia 1917 dos volúmenes de escritos de la década de 1850 donde aparecían aproximadamente 250 artículos desconocidos de la mayoría que habían sido publicados en diferentes diarios.
Pero fueron los bolcheviques tras la Revolución de Octubre quienes a un elevadísimo coste compraron todos esos textos para armar a los trabajadores de todo el mundo. Se creó para esta tarea el Instituto Marx-Engels en 1921, que disponía de una biblioteca, un archivo y un museo que era el centro del proyecto.
En 1925 el Instituto y la socialdemocracia alemana y el Institu für Sozialforschung firmaron un convenio para crear una editora que publicase conjuntamente un volumen de trabajos marxistas de aparición regular denominado Archiv Marx-Engels.
En alemán se publicó una conocidísima recopilación cuyo epígrafe es Marx-Engels Gesamtausgabe (MEGA), que aún a día de hoy es la referencia para traducir los escritos marxistas que se imprimen internacionalmente en multitud de idiomas.
En la URSS se publicó la primera edición a las obras completas (Sochineya I entre 1928 y 1946 y II entre 1955 y 1966) y en la República Democrática Alemana (RDA) por iniciativa del Partido se imprimió una considerable cantidad de volúmenes, aunque en ambos casos eran ediciones inconclusas.
Se intentó a partir de 1975 reproducir lo que sería la MEGA2, pero los acontecimientos que precipitaron el derrumbe del bloque socialista dio al traste con la idea.
Casi un siglo después, la citada anteriomente IMES, puede concluir el trabajo, pero lo verdaderamente importante, es recuperar ese gigantesco legado, efectuar una constante lectura de ambos revolucionarios, que no sólo eran teóricos sino hombres de acción, para redescubrir el marxismo, asimilarlo y superar los errores y desviaciones que en el mismo nombre del comunismo se cometieron en el siglo pasado.
Cuando en 1881 Kautsky le preguntó a Marx acerca de la posibilidad de publicar un volumen completo de sus obras, éste le dijo que antes que nada deberían estar escritas. Afrontemos el marxismo como una ciencia viva y no como un conjunto de teorías absolutas y atemporales.
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