Alejandro Pedregal
Rebelión
Resulta que en medio de toda la vorágine de escándalos que rodea en estos días a la ilustrísima incorruptible lideresa Esperanza Aguirre, ha salido Tomás Gómez, secretario general del PSM a dar su punto de vista. Y en lugar de añadir dato alguno o análisis político significativo, ha preferido involuntariamente poner en evidencia el sesgo ideológico que representa él y el partido que le cubre. No se le ha ocurrido mejor manera de ilustrar a la presidenta de la Comunidad de Madrid que compararla con Hugo Chávez y José Stalin. Con Hugo Chávez por, según él, “el control que ejerce sobre Telemadrid, que está tratando el asunto de la supuesta red de espionaje de forma vergonzante". Y con Stalin “por el KGB”.
Por supuesto que a Tomás Gómez no se le ha ocurrido comparar las maniobras de Aguirre en la cadena pública con el control que ejercen las multinacionales y grandes bancos sobre los consejos editoriales tanto de los medios masivos como de las agencias de noticias a través de las cuales se canaliza la mayor parte de aquello que damos en llamar “información”. Y tampoco parece que haya visto ningún buen ejemplo entre los multiples casos represivos que se ejercen contra los medios y periodistas independientes en multitud de países, incluyendo las ejemplificantes democracias occidentales y, por supuesto, también esa en el que él mismo vive. En su lugar elige como ejemplo de persecución y control a Hugo Chávez, descubriendo dos cosas tan compatibles como peligrosas: que ignora la verdadera situación mediática en Venezuela, donde existe una constatable libertad de prensa caracterizada por una mayoría de medios privados en manos de la oligarquía económica y abiertamente en contra del propio Chávez, y que las intenciones y posiciones ideológicas del señor Tomás Gómez son llamativamente críticas con la izquierda democrática latinoamericana sostenida en la soberanía popular.
En cuanto a lo del KGB, no seré yo quien salga a defender ahora el espionaje soviético, pero bien podría Tomás Gómez haber elegido otro tipo de equivalencias en su juicio. ¿Nunca se le ocurrió mencionar a la CIA o al Mossad? Al fin y al cabo, estas otras agencias siguen en activo y tienen en su currículum una actividad al menos tan criminal como la extinta KGB… aunque seguramente mucho mayor, teniendo en cuenta que el KGB dejó de existir hace casi 20 años y las actividades imperiales de la antigua URSS fueron sustancialmente menores a las de nuestro amigo americano y sus colegas sionistas.
Por cierto, a pesar de que hubo otras agencias de inteligencia soviéticas con anterioridad al KGB y de las cuales el KGB fue heredera, la historia del KGB dice que la agencia se instauró el 13 de marzo de 1954. Stalin murió el 5 de marzo de 1953. Si nuestra élite política revisase sus comentarios y datos antes de expresarlos, quizás no parecería tan torpe como malintencionada.
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