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LA NUEVA BATALLA DE BERLIN



La perspectiva Nevski

La victoria de Die Linke en los distritos orientales de Berlín en las últimas elecciones generales alemanas supone, sin duda, una irrefutable prueba de resistancia ante quienes afirmaron, en 1989, que la historia había terminado. En un presente muy presente, que no mira precisamente al pasado, ésta victoria de Die Linke en los barrios populares de la capital alemana --el bello corazón de Europa-- viene a certificar algunas verdades:
--Éticamente, Berlín se divide en dos: en el Oeste --antaño paraíso de diferentes izquierdismos-- gana hoy la CDU (el PP alemán). Ganan las ganas de continuar la guerra en Afganistán, ganan las "bondades" del capitalismo y gana una enorme "ceguera consciente", ajena a los terribles efectos provocados por el actual sistema comercial (imperialista) en el mundo y en Alemania. Gana, en suma, la visión hegemónica ofrecida por los medios, una realidad precocinada y aplastantemente llena de prejuicios. El votante del CDU, acomodado, no quiere renunciar a lo que él/ella califica como "estilo de vida". Pues que no renuncie.
--Pero que tampoco se extrañe de convivir con la inquietud de que, muy cerca de su casa, en el mismo Berlín, millones de personas siguen organizadas entorno a otra idea del mundo y de la vida. En efecto, la victoria de Die Linke en el Este de Berlín quizá tenga algo de resistencia de clase. Pero tiene, sobretodo, mucho de resistencia moral. Es un voto que no tiene ganas de seguir con la guerra de Afganistán, que está harta de que Europa se siga paseando por el mundo de la mano de los "señores de la guerra" norteamericanos. Una deseable futura victoria de Die Linke en Alemania llevaría más rápido la paz al Oriente Medio que cualquier falsa iniciativa promovida por quienes llevan décadas proponiendo guerra.
--Un voto, el de Die Linke, modesto pero que puede cambiar seriamente el mundo, que habla de frenar los desmanes (financieros, laborales, ecológicos) que el capitalismo está creando, y que, lo más importante, propone cosas concretas para superarlo, como trabajo público, reparto de las horas de trabajo, fin de los privilegios bancarios, fin de los sueldos directivos y, en definitiva, creación de condiciones para un mundo más sostenible.
--Die Linke es una alternativa al SPD. El SPD ha demostrado que puede pactar hasta con el diablo para conservar el poder y de jugar al juego "financiero" y turbocapitalista. Los cuatro años de gobierno de SPD con la derecha han demostrado, además, una falta de escrúpulos en toda clase de cuestiones, como la mencionada guerra de Afganistán (promovida, también, por los Verdes), la ayuda extra con dinero público a las ruinas de la gran banca subprime y a la gran empresa privada endeudada alemana --que ha generado malas condiciones de trabajo y despidos en sus filiales españoles, por ejemplo (SEAT) y división entre la clase obrera--. El voto a Die Linke no transige con tal divisón entre los de abajo, sean del país que sean y manda a perseguir con la justícia los sobresueldos "rescatados" con dinero público.
--Die Linke es un buen experimento que podría cundir en Europa. Descontentos con los partidos socialistas oficiales, socialdemócratas radicales, comunistas antiguos y, sobretodo, comunistas nuevos, con buen discurso, una militancia inteligente, sin estridencias y anclados en el presente, no en el pasado. Tres o cuatro excelentes figuras públicas (Lafontaine, Gisy, Sahra Wagenknecht), caras no muy ajadas por la política, un ascendente moral impoluto (Rosa Luxembourg), una baza (Berlín Este) y ciudadanos que confían en ellos porque ofrecen diferencia y rompen con el "consenso".

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